Hace unos pocos días en Sevilla, el Hall of Fame del baloncesto español celebró su segunda gala en la que se tributaba un reconocimiento a los más destacados protagonistas de la historia del baloncesto español. Entre los elegidos este año se encontraba el mejor árbitro que hasta ahora ha dado Segovia, Francisco Monjas. Su aval han sido los 20 años dirigiendo partidos en la Liga Nacional y en la ACB y sus más de 13 años como director arbitral de la ACB.
Un bagaje que muy pocos pueden igualar. Su colega Miguel Ángel Betancort abrió las puertas al estamento arbitral en este club de elegidos, lo cual ya dice mucho a su favor. Como bien comenta Paco, en las muchas declaraciones que ha tenido que realizar, en ningún momento pensó que llegaría a cotas tan altas. Sus comienzos fueron en 1968 arbitrando partidos en los patios y las canchas de la provincia, gracias al ofrecimiento que le hizo Ildefonso Rodríguez. Un partido entre Maristas y Claret le supuso su bautizo como árbitro, sin título y sin conocer el reglamento. Pero sus ganas de aprender, su capacidad de trabajo y sacrificio le hicieron subir peldaños en el escalafón de este colectivo.
En la cancha siempre manifestaba su personalidad, dejando jugar, pero aplicando con rigor el reglamento. Los jugadores le respetaban, sabían que podían hablar con él, incluso cuestionarle, pero nunca permitía la falta de respeto, la altanería o el engaño. Cuando dejó de pisar las canchas, los despachos se abrieron para él, para así continuar con su labor ligada al arbitraje. Los problemas ya eran otros, pero tenía capacidad suficiente para gestionar adecuadamente las presiones y los condicionamientos.
Son muchos los méritos acumulados y, por tanto, justo es el reconocimiento que se le ha brindado. ¡Enhorabuena Paco!
