El pabellón municipal de Nava de la Asunción, suena bien decirlo cuando durante 40 años se ha estado hablando del frontón, se vistió de gala para acoger su primer partido de competición oficial, el que midió al Viveros Herol Nava con el Balonmano Santoña, y para despedir (del cargo) a Quintín Maestro, presidente del club sin el que la pasión del balonmano en Nava de la Asunción se entendería bastante menos. Como quiera que la victoria se quedó en casa, y el homenajeado tuvo una jornada que difícilmente podrá olvidar, todos los naveros acabaron contentos, o casi.
Con tantas cosas por celebrar, daba la impresión de que el encuentro de Liga entre segovianos y cántabros pasaba a un segundo plano, pero en cuanto los colegiados madrileños se encargaron de dar inicio al encuentro, no tardó la plantilla del Viveros Herol en sumarse a la fiesta de la inauguración. Con un balonmano fluidísimo en ataque, favorecido por una defensa demasiado hundida y poco agresiva del Santoña, prácticamente cada acción local se veía culminada con un gol, bien celebrado por una grada que tenía muchas ganas de comprobar la acústica del pabellón… porque de megafonía aún no está muy allá.
El Santoña que entrena un mítico del balonmano nacional como es Javier Cabanas, cuenta con un pivote inmenso como es Javier García, y resulta normal que la mayoría de su juego ofensivo orbite en torno a él. Pero en la primera parte el equipo de casa logró sujetar perfectamente al internacional, y a poco que Yeray mantuvo unos porcentajes aceptables bajo los palos, las diferencias comenzaron a quedar establecidas de manera casi permanente.
UNA FIESTA PARA TODOS
A la fiesta se sumaban todos. Con Darío Ajo Villarraso y Paco Bernabéu viendo el partido desde la grada, el primero lesionado, el segundo por decisión técnica, las opciones para Filipe en el pivote y para Pablo Rodríguez y Nicolo D’Antino en el extremo diestro llegaron, y fueron aprovechadas. El portugués rebañó lo que pudo en los seis metros, que no fue poco, y en los extremos el segoviano estuvo más acertado que el voluntarioso italiano, que en más de una ocasión salió volando por los aires, pero no por ello dejó de intentarlo.
La primera parte fue más coral que de solistas, aunque Agus Casado sacara el violín, y las trompetas fueran para Adrián Rosales y Carlos Villagrán. Lo cierto fue que, en un visto y no visto, el partido llegó a su descanso con el 19-11 en el electrónico, gracias a un fly marca de la casa que culminó Toma, y la sensación de que la emoción del balonmano iba a ser bastante menor en el segundo tiempo.
El equipo de casa firma una extraordinaria primera parte, y un más que irregular segundo tiempo ante un voluntarioso oponente
Pero en este deporte no es infrecuente que equipo que marcha muy por debajo en el marcador eleve sus prestaciones, el que marcha muy por encima guste de quedarse a mirar lo bonitas que son las margaritas, el dúo arbitral apueste por el espectáculo, aunque sea a costa de tomar decisiones de muy distinta índole en un área que en la contraria pese a que las acciones sean similares… y así el partido que parece decidido al descanso comience a poner cara rara en la segunda mitad.
EL APAGÓN
Así que, cuando el encuentro se metió en sus segundos treinta minutos con un 22-12 favorable al conjunto navero, el choque viró hacia aguas algo más turbulentas. El Santoña, con Javier García iniciando la acción ofensiva metido entre D’Antino y Carlos Villagrán, encontró los agujeros al 6:0 segoviano, y vaya si lo hizo, porque en un suspirito de menos de diez minutos, un parcial de 1-7 devolvió al encuentro la emoción que parecía abandonarle al descanso… para desesperación de los aficionados, que querían fiesta y se encontraban con un invitado que también quería su trozo de tarta.
Dani Gordo lo probó casi todo para frenar la sangría, pero durante poco menos de un cuarto de hora, no le funcionó nada. Ni el cambio de portería, ni la entrada en la pista de jugadores muy frescos como Toma Brakocevic y Oleg Kisselev, ni en unos primeros momentos el reingreso en el encuentro de Carlos Villagrán, y ni siquiera forzar una tarjeta amarilla para recordar a los colegiados madrileños que el partido ya estaba igualado, y que podían volver a pitar igual en las dos áreas. Nada parecía detener al Santoña… más que el propio conjunto cántabro, que no fue capaz de mantener el ritmo que impuso durante ocho frenéticos minutos en el segundo tiempo.
INTERCAMBIO DE GOLES
Bastó con que el capitán del Balonmano Nava elevara la cabeza y comenzara el reparto de asistencias para que los de casa volvieran a remar. Eso no significó que las vías de agua atrás se consigueran taponar, porque tanto Ernesto como Yeray se volvieron transparentes para los lanzadores cántabros, sino que en el intercambio de goles siempre sale ganando el que marcha por delante.
El Santoña se intentaba asomar al partido, intentando cargar el juego sobre Javier García, pero también con Youssef y Casanova siendo muy efectivos en la finta, pero se encontraba con que el Viveros Herol también encontraba sus espacios en ataque, con mención especial para el brazo izquierdo de Llopis, bien armado cuando más lo necesitó el equipo desde los siete metros. Los árbitros volvieron a ver lo que antes no veían, y ello bastó para que el conjunto de casa viviera un final de partido lo suficientemente tranquilo para no ver peligrar su victoria, aunque con un cierto regusto amargo por haber permitido que en la segunda parte su rival se le hubiera subido a las barbas. La felicidad nunca puede ser completa.
LA VICTORIA DE UN HOMBRE BUENO
Quintín Maestro conocía desde hace tiempo la intención del Balonmano Nava de realizarle un homenaje sobre la pista del nuevo pabellón navero, y también conocía, pero algo menos, que se estaba ‘cociendo’ otro homenaje, preparado por el actual presidente del club, Julián Mateo, que en el hotel Fray Sebastián reunió a un buen elenco de personalidades que quisieron reconocer, de manera privada, los méritos de un buen presidente, pero también de una gran persona. Y todo el mundo sabe que tiene mucho más mérito lo segundo que lo primero.
Así, con la presencia de un navero de honor como Juan de Dios Román, con el presidente de la Federación Territorial de Balonmano, con el alcalde de Nava y la concejal de Deportes del Ayuntamiento de Segovia, pero sobre todo con muchos de los grandes amigos que ha hecho Quintín a lo largo de sus más de 40 años como presidente del Balonmano Nava, la emotiva jornada para la familia Maestro se trasladó del Hotel Fray Sebastián a un pabellón que, puesto en pie, agradeció el trabajo realizado por uno de los suyos. Por un hombre bueno.
