“Se aproximaba el cumpleaños de mis hijos, Mario y Héctor, cumplirían seis años y debido a la situación en la que nos encontramos… ¿cómo hacer para que fuera un día especial? No iba a haber fiesta con amigos, ni visitas en casa, ni comida con sus abuelos, tíos y primas…”. Así empieza a narrar Rosa, vecina de Collado Hermoso, lo que fue un día que sus hijos nunca olvidarán, cuando hicieron seis años.
Después de ver en distintos medios de comunicación que agentes de las fuerzas de seguridad, en algunas ocasiones, acudían a los domicilios para felicitar a algún ciudadano en el día de su cumpleaños, a Rosa se le ocurrió que por qué no lo podía intentar. Y así fue, se puso en contacto con la Guardia Civil, y tras varias llamadas, le comentaron que intentarían que algún agente pasara por el domicilio para cumplir su deseo.
Además, aprovechó que sus hijos últimamente jugaban con los piratas y dibujaban planos del tesoro, para inventar un juego con pergamino escrito por el malvado ‘Pirata Malapata’, que les fuera dejando pistas por toda la casa hasta llegar al tesoro. Por fin, todo estaba planeado. “Ahora bien, no pudimos nunca imaginar que ese día fuera a resultar tan especial e inolvidable y pudiera compensar todas las carencias consecuencia del confinamiento”, explica.
El viernes 10 de abril, el día del cumpleaños, los padres fueron a la habitación de sus hijos para felicitarles y allí, a los pies de su cama, encontraron el pergamino del ‘Pirata’, que pista tras pista les hizo recorrer toda la casa, para arriba para abajo, hasta llegar al tesoro, unos regalos envueltos que abrieron con gran ilusión: unos puzzles y ‘legos’, que por casualidad algún día había comprado la madre.
Cuando estaban preparando el desayuno, de repente, un coche paraba a la puerta y sin decir más abrió la puerta y allí estaban dos agentes de la Guardia Civil en un todoterreno preguntando si había algún niño que cumpliera años. Enseguida salieron Mario y Héctor sorprendidos por la situación y emocionados porque preguntaban por ellos. Mantuvieron una conversación durante un rato y quedaron fascinados, a todo el mundo que les llamaba se lo contaban. “Muchas gracias a Fernando y Javier, agentes del puesto de la Guardia Civil de la Granja por haber participado en hacer tan especial este día a Mario y Héctor”, manifiesta Rosa.
Después les esperaban los churros y el chocolate y toda una mañana de llamadas y videoconferencias con familiares y amigos, mientras montaban y jugaban con los ‘legos. Para comer, no podían faltar los espaguetis y un bizcocho de chocolate con forma de conejito que hicieron esa misma mañana, con su vela del seis.
Por la tarde más conexiones, más juegos hasta la hora de aplaudir que salieron a la terraza, pero un cuarto de hora antes de las ocho de la tarde, en la calle empezó a sonar una sirena y la melodía del ‘Cumpleaños Feliz’. Allí estaban los amigos y vecinos, con megáfono en mano, asomados a sus ventanas felicitándoles, con bengalas y velas encendidas, y hasta Javier con su dulzaina, que aparte del ‘Resistiré’, ese día tocó también su repertorio infantil. Por un momento se quedaron mudos, no sabían qué decir. La familia agradece a todos haber participado en hacer tan especial ese día a Mario y Héctor. “¡Vaya sorpresa que nos han dado!”, le dijo Mario a su madre cuando cerraron la ventana.
Después, como cada viernes últimamente, se conectaron a la cita semanal con ‘El Circo del Sol’, a la vez que seguían contestando llamadas (sólo en el aumento de éstas se había notado el confinamiento). El día estaba tocando a su fin. Cenaron, como dicen ellos, su “cena guay” mientras veían una peli infantil todos juntos. Había sido un día estupendo, especial e inolvidable, y dándoles el beso de buenas noches, Héctor dijo: “¡Mamá, hoy hemos tenido un día tremendo!”.
