‘La Crucifixión de San Andrés’ (c. 1607), una de las grandes obras del maestro barroco Caravaggio, estuvo en España durante más de tres siglos y formó parte de la prestigiosa colección de los duques de Benavente en Valladolid. Tras ser inventariada en el siglo XVII, reapareció en 1973 en manos de un coleccionista privado y, tres años más tarde, fue exportada al Cleveland Museum of Art (Estados Unidos), donde se conserva actualmente.
Ahora, esta obra se incorpora al catálogo ‘Nostra et Mundi’, un proyecto impulsado por la Fundación Castilla y León, presidida por Carlos Pollán, y bajo la dirección de Juan Zapatero y la coordinación académica de la profesora María José Martínez Ruiz, profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid.
El catálogo documenta ya más de 335 obras dispersas fuera de la comunidad, con la colaboración de instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Universidad de Valladolid, la Universidad de Burgos, así como profesionales de estas y otras instituciones académicas; además de profesionales del sector de la gestión y difusión cultural como Patrimonio Global. Se trata de una iniciativa en constante crecimiento con el objetivo de promover el conocimiento del patrimonio de Castilla y León fuera de nuestras fronteras.
Desde la Fundación Castilla y León explican que el lienzo, de extraordinario valor histórico y artístico, fue exportado en 1976 tras una serie de errores científicos y decisiones administrativas que permitieron su salida definitiva de España. Según el profesor Miguel Ángel Zalama, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid y autor del estudio sobre esta pintura, “es especialmente sangrante por tratarse de una pintura extraordinaria y por haberse vendido en el último cuarto del siglo XX. Salió de España tras una serie de errores científicos que no son fáciles de entender y que quizás vinieron condicionados por intereses inconfesables”.
La historia de esta pintura ilustra cómo parte del patrimonio castellano y leonés se ha visto dispersado en colecciones internacionales. La Crucifixión de San Andrés permaneció en España desde su llegada en el siglo XVII de la mano de Juan Alfonso Pimentel, VIII conde y V duque de Benavente y virrey de Nápoles, hasta su exposición en Sevilla en 1973. Poco después, tras ser adquirida por marchantes en Londres, fue vendida al museo estadounidense.
Zapatero destaca la calidad del patrimonio de la Comunidad y afirma que “a través de este proyecto, se busca generar alianzas y oportunidades culturales para Castilla y León, así como documentar, difundir y reivindicar estas obras como parte de la herencia cultural de la región”. La incorporación al catálogo permite que piezas como esta sean reconocidas allí donde se conservan, destacando el legado artístico de Castilla y León y fortaleciendo su proyección internacional.
