Cuando se está ‘desganao’, y a mí también me pasa, la mayor parte de las cosas que habías pensado antes las dejas para después o te olvidas ‘per saecula saeculorum’. Y como no tenía ganas de meterme en berenjenales (me quedan muy lejos de casa), elegí un batiburrillo (1), y tras decirme a mí mismo, ‘si sale con barbas San Antón, y si no… pues que quieres que te cuente limeña’, aquí lo expongo.
Por el año 1890 Segovia para la instrucción pública contaba, además del Instituto provincial de segunda enseñanza y de las Escuelas Normales de ambos sexos, con la Academia de Artillería, el Seminario conciliar, un Instituto local, 436 Escuelas públicas, 22 privadas, que con las creadas en los últimos años y 4 que estaban a cargo de Comunidades religiosas, daban un total de cerca de 500 establecimientos dedicados a la enseñanza.
Coca debió ser una población importantísima cuando en el año 150 antes de Jesucristo el cónsul Licinio Lúculo vio sus poderosas legiones casi desbaratadas por los caucenses, que después fueron pérfidamente degollados en número de ¡veinte mil!. Veinte años después fue poblada por Publio Cornelio Escipión. También conocido en palacio como ‘El Africano’.
En opinión de algunos historiadores, fue Cuéllar la población que el año 96 antes de Jesucristo, y con el nombre de ¿Colenda?, resistió por espacio de nueve meses al cónsul Tito Didio, que al fin la redujo y vendió como esclavos a todos sus moradores. Sobre la palabra ‘Colenda’ existen dudas más que razonables de su existencia. Solo el historiador y abogado griego Apiano, y de ello hace una ‘burrada’ de años, lo ‘descubrió’ en su extensa obra ‘Historia Romana’, dividida en veinticuatro libros.
Sepan, por si les viene bien, que en tiempos de Alfonso VIII se suscitó una competencia entre la iglesia y los concejos de Segovia por motivo de los pastos. Querían, el obispo y el cabildo, que sus ganados pastasen donde quisieren, fuese o no de su propiedad. A su deseo se opusieron obstinadamente los concejos, especialmente los de Sepúlveda y Pedraza, dando lugar a frecuentes colisiones y disturbios. Pero el Rey, más al ‘lao’ del elemento eclesiástico que con los concejos, que eran –pobrecitos- los representantes del ‘otro’ pueblo, dirimió la contienda mandando que los ganados del obispo y cabildo pastasen donde fuere más de su agrado, y amenazó con severas penas a los concejos que molestasen los ganados o hicieran resistencia al real mandato. Con lo que D. Alfonso ‘El Noble’, el que nació en Soria -sin ninguna seguridad en ello-, con su unilateral decisión se pasó al otro ‘bando’ de forma descarada.
A finales del XIX se instaló en la ciudad Nepthalí Domínguez López, (c/ Cañuelos 12), que en los periódicos de la época se anunciaba así: ‘Ex afinador de la Real Casa y compositor de pianos, órganos, armoniuns, aristones, acordeones, cajas de música, figuras mecánicas y toda clase de instrumentos, por muy deteriorados que estén. También se hacen máquinas y se echan fieltros, cuerdas y clavijeras. Respondo a todos los trabajos. Por las afinaciones cobro 6 pesetas. Los encargos se reciben en la acreditada relojería de D. José Mozo, plaza Mayor 38’. Lo que se dice, sin temor a equivocarse, un ‘tío’ completo.
El que fuera director de El Adelantado, Rafael de Ochoa y Álvarez (siglo XIX), cuya profesión/vocación era la de médico, en febrero de 1892 dejó su puesto de director para embarcarse en el Transatlántico ‘Alfonso XIII’ que hacía la travesía La Habana-Veracruz (Méjico). En él prestaba sus servicios. Tenía el grado de comandante. Rafael también destacó como poeta. Falleció en mayo de 1901. El periódico lo había fundado su hermano Antonio en 1880.
Una sobre órganos… musicales. El de Marugán, como ejemplo de este escrito, es de 1763. Fue su autor Juan de Inés y Ortega. Su taller lo tenía en la referida localidad y era sufragado con las limosnas de los vecinos. Allí construyó numerosos órganos para toda Castilla. El de la localidad segoviana fue restaurado en 2009 por Joaquín Lois.
Dos más de ‘batiburrillo’ y lo dejo. La Comunidad carmelita de frailes calzados, tuvo su primera sede, año 1593, en la Casa de El Sol (Matadero después, Museo Provincial ahora). La capilla de San Gregorio (casa de tertulias, o así) estuvo adosada al edificio. Era obispo el toledano de La Puebla, Andrés Pacheco. En el año 1603, la comunidad se trasladó a un edificio grandioso de casas particulares, situado entre El Azoguejo y la Cuesta de Burraga (San Clemente-San Millán). Más conocido por situarse en la escalinata del Carmen. Pasados muchos, muchos años, lo compró la añorada –cada día más-, Caja Segovia y tras el paso corto de Bankia ahora está La Caixa. Pues eso, que allí tuvieron los descalzos su convento, en el que había dos cofradías, la del Carmen y la Encarnación. En el siglo XIX, por ruina de la iglesia de Santa Columba, los feligreses de esta celebraban los actos religiosos en la capilla del convento.
¿Cómo diría por las calles la siguiente noticia el pregonero/portavoz de un ayuntamiento del siglo XVII, incluida trompetilla? Lean y pongan sonido al ‘sonsonete’: ‘De orden del señor alcalde, se hace saber, que cuando cualquier vecino da un paso se mueven, entre el pie y el tobillo, veintiocho huesos y cincuenta y cinco articulaciones’. De lo que se informa para que pisen bien, pues si se desequilibra uno los demás se quejan’.
El último que cierre y apague la luz, pues pronto habrá nuevas elecciones y hará falta energía.
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(1)Batiburrillo: En la conversación y en los escritos, mezcla de cosas inconexas y que no vienen a propósito.
