Perdonará el amable lector que hoy tenga como protagonista de este comentario a uno de los barrios más singulares de la ciudad, el de San Andrés, en el que resido desde hace 62 años, por lo que ya he pasado aquí cinco Catorcenas.
Es obligado hacer referencia a la reciente inauguración, en el número 34 de la calle del Marqués del Arco, de un centro a cargo de la Asociación de Vecinos, un poco a la par de lo que está ocurriendo, felizmente, en otros barrios.
La inauguración tuvo lugar, como ya se ha publicado en algunos medios, el pasado 30 de noviembre, precisamente en la fiesta de San Andrés Apóstol, uno de los primeros discípulos de Cristo, “captado” como nuevo “pescador de hombres”. Sus promotores ya están perfilando un programa de actividades.
Decía en el titular “Un barrio de arte…”, y así se designa por historiadores y expertos en el arte urbanístico, por su singular estructura centrada en las calles paralelas de Daoíz y Velarde. Con referencia ellas, el marqués de Lozoya, entonces cronista oficial de la ciudad, publicaba en este diario, en septiembre de 1958, un artículo titulado “Las Canonjías”, con breves noticias sobre ambas calles citadas. El último párrafo de aquel escrito, decía: “Esto es “La Canonjía”, el barrio más románico de la románica Segovia. Lástima es que no se haya conservado la denominación tradicional, tan evocadora de su carácter. Debiera hacerse una revisión del “Nomenclátor” ciudadano y restituir a las calles los nombres que tantas cosas nos recuerdan (Canonjía Nueva-Daoíz y Canonjía Vieja-Velarde), trasladando la de los personajes a quienes se ha querido honrar, a otros parajes. Así, por ejemplo, se podría llamar “Parque de Daoíz y Velarde” a la magnífica explanada que se extiende ante el Alcázar donde formaron su carácter los dos heroicos artilleros.”
Han pasado muchos, muchos años, y ninguna corporación municipal tomó en consideración la idea del ilustre cronista de la ciudad. Ahora…quizá sea demasiado tarde y seguiremos sin recuperar los nombres de Canonjía Vieja y Canonjía Nueva, por las que a lo largo de los años pasaron Santa Teresa, San Juan, San Antonio María Claret y personajes de la Historia como Isabel la Católica, Felipe II, Alfonso X El Sabio, Carlos I, Juan II y su hijo Enrique IV, que concedió muchos beneficios a la ciudad…
Sigo con la segunda parte del título, “…Y barrio de artistas”. Ciertamente, han sido numerosos los que han residido, o residen, en el barrio: pintores, escultores, músicos, ceramistas, vitralistas, herreros, escritores, poetas, investigadores, historiadores, médicos y también muy activos promotores de actividades diversas para enaltecimiento de la barriada (ahí está el Belén que acaba de inaugurarse en la iglesia parroquial). Lamentablemente, el paso de los años, que es imparable, se ha llevado por delante a muchos de ellos.
A este propósito, recuerdo –que estará ya muy olvidada- una relación de artistas que con motivo de la Catorcena de 1986 contribuyeron con sus obras a una gran exposición montada en la sede del Colegio de Arquitectos, donde asimismo se celebraron con dicho motivo sendas conferencias del Padre Ildefonso Peñas Bravo, carmelita descalzo; de Mariano Gómez de Caso, de Luis Felipe de Peñalosa y de Alberto García Gil, aún vecino en la antigua Canonjía Nueva, así como el firmante de estas líneas que tuvo a su cargo el pregón de aquella Catorcena de 1986.
Para el montaje de la mencionada exposición la comisión organizadora tuvo que contratar un importante seguro, dado el valor de las obras que se expusieron y que fueron 37, la mayoría pinturas, entre las que figuraban nombres como Maurice Fromkes, Rafael Davía, Pablo Gómez Barreno, José Mará Heredero, Paulino y Rafael Lorenzo, Christian Hugo Martín, Santiago Mayor, Rafael Peñuelas, Antonio Rodríguez, Lucio Roldán, los tres Román, padre e hijos; Ignacio y Margarita Zuloaga, Joaquín Vaquero (padre e hijo) y la esposa del primero, Rosa Turcios Darío.
Al paso, hablando de Catorcenas, recuerdo que para la anterior de 1972, cuando Muñoz de Pablos era director del Patronato de la Fundación del Centro Nacional del Vidrio, cargo que ocupó durante una veintena de años, además de haber sido el principal impulsor de la recuperación de la fábrica, se llevaron para restaurarlas bajo su dirección las tres lámparas colocadas en el centro de nuestro templo, y que pertenecen a la primera etapa de funcionamiento de la histórica fábrica. Fábrica que ahora acaba de ser actualidad por haber sido designado el vidrio soplado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
