La crisis política que vive Ucrania desde hace dos meses se ha estancado. Y es que, después de que esta semana, el primer ministro y su Ejecutivo presentaran su dimisión y el Parlamento anulase sus controvertidas leyes que limitaban las libertades de prensa y manifestación, cediendo a las exigencias de la oposición, nada parece cambiar en la nación.
El presidente del país, Viktor Yanukovich, pidió ayer a los grupos antigubernamentales que den su brazo a torcer, después de que estos ignoraran las condiciones exigidas a cambio de una amnistía para los detenidos y no abandonaran ninguno de los edificios ocupados.
«El Gobierno ha cumplido todos los compromisos», señaló el presidente un comunicado, ya que se encuentra «de baja por enfermedad debido a un problema respiratorio agudo acompañado por fiebre». Al mismo tiempo, criticó que la oposición quiere hacer escalar la situación de forma intencionada para satisfacer «las ambiciones políticas de algunos de sus líderes».
La Cámara Baja aprobó la noche del pasado miércoles la liberación para los manifestantes arrestados, pero, para que entre en vigor, exige la desocupación de los edificios públicos. Sin embargo, los insurgentes anunciaron que seguirán con sus protestas en la Plaza de la Independencia de Kiev, donde miles de personas desafiaron gélidas temperaturas de hasta 23 grados centígrados bajo cero.
La Fiscalía General cifró en 234 los detenidos en todo el país, de los que 140 están en prisión preventiva o bajo arresto domiciliario. Se espera que todos se vean beneficiados por la amnistía en los próximos días, siempre y cuando se cumplan las exigencias del Ejecutivo central.
Sin embargo, el abandono de las calles y de las sedes gubernamentales se antoja complicado, ya que los detractores de Yanukovich han criticado el baile de cifras en los enfrentamientos y lamentan que las Fuerzas de Seguridad les culpen de la violencia vivida la semana pasada en Kiev.
En los enfrenamientos entre los opositores y la Policía murieron, según las autoridades, cuatro personas, entre ellas un uniformado, y más de 500 resultaron heridas, entre ellas unos 250 funcionarios del Gobierno. Sin embargo, desde el lado contrario aseguran que fallecieron seis manifestantes y hablan de 2.000 heridos y 30 secuestrados.
Sanciones
Por otro lado, en Bruselas, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y el primer ministro polaco, Donald Tusk, condenaron la violencia en Ucrania y dijeron que trabajarán por la continuación del diálogo entre gobierno y oposición. Sin embargo, no hicieron referencia alguna a las posibles sanciones que el propio presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, mencionó el pasado 22 de enero.
Sí lo hizo el Ejecutivo de Estados Unidos, al señalar que no descarta el uso de multas para el Ejecutivo de Kiev. «Seguiremos considerando pasos adicionales, incluidas sanciones, en respuesta al uso de la violencia por parte de cualquier actor», aseguró la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Caitlin Hayden.
Según recordó, el Departamento de Estado ya ha revocado los visados de «varios responsables de la violencia», como primer paso en reacción a la dura represión de las protestas.
