El derribo por parte de los sirios de un avión militar turco del tipo Phantom F4, en el que murieron dos tripulantes, tuvo ayer una contundente respuesta en el Parlamento de Ankara de mano del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, quien aseguró que, en caso de que haya nuevos incidentes violentos con Damasco, su país no dudará en usar la fuerza.
Así, el dirigente acusó directamente al régimen de Al Asad de lo que consideró una provocación y no un accidente. «Fue un acto deliberado de hostilidad», manifestó, alegando que Siria no realizó ninguna advertencia ni intentó contactar con Turquía antes de derribar el aparato.
Erdogan anunció que su país ha modificado «las reglas de actuación» en lo que respecta al territorio atacante. «Toda violación de la ley que se produzca en nuestras fronteras tendrá una respuesta», advirtió.
«Cualquier soldado sirio que se acerque a territorio turco será considerado una amenaza», añadió en un discurso transmitido en directo en el marco de un encuentro con legisladores de su Partido de la Justicia y el Desarrollo. «No se permitirá que ese tipo de actos cobardes queden sin respuesta», añadió sobre el derribo, del que Siria alegó que se trató de un acto en defensa propia.
Turquía argumenta que la nave fue atacada mientras volaba en el espacio aéreo internacional y, además, acusó a Siria de disparar el pasado lunes contra otro avión de rescate enviado a buscar a los pilotos desparecidos.
Erdogan aseguró, no obstante, que su país no irá a la guerra por el incidente del avión. «Daremos todos los pasos que nos ofrezca la legislación internacional», indicó.
«Hemos enviado un mensaje diplomático a Siria y hemos mantenido reuniones con Rusia, China, Irán, EEUU y la UE y esos esfuerzos continuarán», añadió.
Las declaraciones del primer ministro se produjeron mientras la OTAN, de la que Turquía es Estado miembro, condenaba como «inaceptable» en una reunión en Bruselas el derribo. «Es un ejemplo más del desprecio por parte del régimen sirio de las normas internacionales, la paz, la seguridad y la vida humana», declaró el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen.
No se debatió una intervención militar como la que prevé el Artículo 5 de la Carta de la Alianza Atlántica, pero los aliados «siguen de cerca la situación y con mucha preocupación», afirmó el dirigente, quien adelantó que no se plantea que una acción similitar vuelva a ocurrir en los próximos días.
Al menos 30 muertos y 250 deserciones.- La violencia continuó en Siria una jornada más. Al menos 30 personas murieron en las primeras horas de ayer, según declaraciones de activistas de Damasco. Rebeldes armados y unidades del Ejército se enzarzaron en duros combates cerca de puestos de la guardia republicana en los suburbios de la capital. La mayoría de las víctimas se produjeron en Duma y Al Amaa, mientras cinco personas fueron ejecutadas a tiros en la provincia sur de Daraa. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos indicó que el lunes hubo más de 100 fallecidos en todo el país.
Además, al menos 250 soldados sirios desertaron a las filas rebeldes en la norteña provincia de Idlib, en la zona de Maarat al Namaan cerca de la frontera con Turquía, y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) aseguró que no logró entrar en Homs, donde unas 1.000 personas están atrapadas en los combates entre las fuerzas del Gobierno y los rebeldes.
