Si los enfrentamientos entre soldados y rebeldes sirios no fueran suficientes, ayer entró en escena un tercer implicado: Turquía. Y es que el país otomano ya no pudo aguantar más los ataques del Ejército de Al Asad y respondió con varios bombardeos sobre diversos objetivos de sus vecinos, después de que las tropas del régimen de Damasco lanzaran proyectiles desde el otro lado de la frontera y acabaran con la vida de cinco personas en la localidad de Akçakale.
El Gobierno de Estambul advirtió de que «nunca» dejará sin respuesta las «provocaciones de Bachar al Asad», al que atribuyó la ofensiva que provocó su actuación.
«Este último hecho ha colmado el vaso. Siria pagará por ello», avisó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien anunció que el Consejo Atlántico de la OTAN se reunirá «inmediatamente» para analizar el ataque sobre Akçakale, que provocó la muerte de una mujer y sus cuatro hijos y dejó heridas a 13 ciudadanos.
«Cuando nuestros ciudadanos pierden la vida y nuestro territorio es atacado, desde luego protegeremos nuestros derechos», prometió el viceprimer ministro, Bülent Arinç.
Las primeras informaciones apuntan a que las bombas habrían sido tiradas desde la localidad siria de Raqq, cuyo puesto fronterizo estaba controlado hasta el mes pasado por los rebeldes, por lo que desde Estambul señalaron al Ejército de Damasco como responsable.
Por este motivo, el Ejecutivo explicó que los objetivos bombardeados en respuesta al ataque sirio fueron localizados mediante radares para determinar el punto exacto desde el que se tiraron los proyectiles.
Mientras, la violencia continuó en Siria. Alepo, segunda ciudad más importante del país y bastión financiero de la nación, sufrió una cadena de atentados acabó con la vida de al menos 40 personas y dejó a casi un centenar de ciudadanos heridos.
Tanto medios estatales como de la oposición aseguraron que cuatro bombas estallaron en un distrito céntrico de la localidad, que se encuentra actualmente bajo el control de las fuerzas gubernamentales, mientras que un quinto artefacto explotó minutos después en la periferia. Entre las víctimas mortales se encuentran numerosos miembros de las tropas afines al Gobierno.
Por otro lado, el exprimer ministro Riyan Hijab, que desertó el pasado mes de agosto, reveló que el presidente vetó una propuesta de su Gobierno para alcanzar una solución pacífica al conflicto, después del doble atentado perpetrado en julio en Damasco y en el que murieron cuatro altos cargos.
Hijab explicó que tras el ataque se dio cuenta de que no habría una salida militar, por lo que se reunió con varios miembros del Gabinete para proponer a Al Asad un diálogo de paz. «El presidente expresó su absoluto rechazo. Se negó a llevar a cabo cualquier diálogo», relató.
