Después de que la OTAN atacase por enésima vez Trípoli y de que el fiscal del Tribunal Penal Internacional propusiese ordenar la detención del líder libio, Muamar el Gadafi, por crímenes de guerra, representantes del régimen del país árabe se mostraron ayer dispuestos a acabar con el conflicto entre las tropas gubernamentales y los rebeldes, que se prolonga desde el 15 de febrero. Así, dejaron clara su intención de acatar la resolución 1.973 de la ONU si los insurgentes atrincherados en Bengasi y las fuerzas aliadas cesan sus bombardeos.
«Se nos dijo que Trípoli está dispuesto a cumplir completamente las exigencias planteadas por la resolución 1973 de la ONU», afirmó Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, que se reunió con una delegación oficial libia.
Al mismo tiempo, agregó, los representantes de Gadafi pusieron como condición «que los sublevados den pasos similares y que la OTAN deje de bombardear» el territorio del país musulmán.
El político consideró que ahora «lo importante es acordar los plazos y las condiciones de la tregua. Esto dará una base firme para empezar un diálogo nacional sobre el futuro de la nueva Libia y cómo será el sistema de este importante Estado norteafricano».
«Es necesario cuanto antes declarar un alto el fuego y acordar plazos y condiciones. Si esto se logra, no habrá ningún motivo para continuar los bombardeos de la OTAN, que se salen del marco de objetivos marcados por las resoluciones de la ONU», agregó.
