El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó ayer la Zona Cero en Nueva York, el solar donde se alzaron las Torres Gemelas derribadas en los atentados del 11-S, cuatro días después de la muerte del líder terrorista de Al Qaeda, Osama bin Laden.
El mandatario norteamericano depositó una corona de flores en el lugar donde murieron más de 2.000 personas cuando el grupo islamista hizo estrellar sendos aviones de pasajeros contra los rascacielos, que posteriormente se derrumbaron, el pasado 11 de septiembre de 2001.
Seguidamente, Obama se reunió con todos los familiares de las víctimas de esos atentados que se acercaron hasta el lugar de los hechos 10 años después de la tragedia que asoló al mundo entero. «Cuando decimos que no olvidamos, lo decimos en serio. Es algo que va más allá de partidos y de Gobiernos. Ustedes siempre tendrán un presidente y un Gobierno que les apoyará», aseguró de forma rotunda.
Así, muchos de los asistentes a la Zona Cero coincidieron en que este acto «ha sido una autentica celebración de la victoria».
Por ello, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que la visita de Obama reconoce la terrible pérdida del 11-S y permitirá a los neoyorquinos y a los estadounidenses de todos los lados del mundo tener una sensación de que el final ha llegado».
El presidente, por su parte, invitó a acudir al acto a su predecesor, George W. Bush, en lo que la Casa Blanca indicó que era «una iniciativa en el espíritu de unidad nacional en torno a la muerte de Bin Laden, el hombre que ordenó esos atentados y el enemigo público número uno de Estados Unidos». Bush, no obstante, declinó asistir. «Agradece la invitación pero en su actual etapa ha optado por permanecer alejado del mundo mediático», indicó su portavoz, David Sherzer.
Así, el pasado domingo, Obama telefoneó tanto a Bush como al ex presidente Bill Clinton para informarles de la muerte del líder islamista al ser alcanzado en la cabeza y el pecho en una operación protagonizada por comandos de élite estadounidenses en la residencia donde se ocultaba, en Abbottabad, en las cercanías de Islamabad, Pakistán.
A pesar de estas ausencias, el presidente estadounidense se desplazó a Nueva York dos días después de decidir no hacer públicas las fotografías del cadáver de Bin Laden, al considerar que no son «un trofeo» y aseguró, «que la naturaleza de las imágenes podría incitar a una mayor violencia».
Pero la agenda del dirigente había empeazado mucho antes. Así, a primera hora, acudió a uno de los parques de Bomberos que respondieron a los ataques del 11-S. Este cuartel perdió 15 hombres al hundirse los rascacielos y aún alberga el Vehículo 54, Escalera 4, uno de los primeros camiones que acudieron a las Torres cuando los aviones secuestrados por terroristas se estrellaron contra ellas y provocaron su derrumbe. Así, el líder americano aseguró que «este acuartelamiento es un sitio que simboliza el sacrificio extraordinario que se hizo en aquel terrible día hace casi un década».
Ante los últimos hechos, parece que el grupo islamista no se rinde. Así, un alto dirigente aseguró que la red terrorista ya ha sufrido «numerosas pérdidas trágicas antes de la muerte de Bin Laden y siempre las ha superado». Asimismo, advirtió de que el fallecimiento solo tendrá un impacto simbólico porque Al Qaeda es un grupo descentralizado. «Estas pérdidas no nos debilitan, nos hacen más poderosos y permiten que la organización cobre más ímpetu. Además, nos alegra que nuestro jefe haya sufrido por su religión, el Islam. El siempre quiso ser un mártir», añadió.
Los minutos más intensos de Clinton.- La secretaria de Estado, Hillary Clinton, afirma que la operación que acabó con Bin Laden fue de gran pasión y que su objetivo era poner fin al liderazgo del grupo islamista. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, aseguró ayer que la operación de 38 minutos que acabó con la vida de Bin Laden, fueron los instantes más intensos de su vida.
Clinton apuntó que el terrorista islámico era enemigo jurado de Estados Unidos y un peligro para toda la humanidad. «Fue un objetivo claro de casi 10 años. El fin de la intervención era poner punto y final al liderazgo en ese grupo islamista», agregó.
Inquirida por la muerte del líder de Al Qaeda, la norteamericana explicó que la operación fue llevada a cabo por los mejores profesionales, y al preguntarle si la muerte del islamista se debió a un error, ella respondió que el esfuerzo claro era terminar con su actividad.
Asimismo, subrayo que no tenía ninguna duda de que con la muerte del mandatario islamista «el mundo será mucho más seguro, ya que era una peligro, no solo para Estados unidos, sino para toda la humanidad».
La secretaria de Estado declaró también que todos los criminales que han actuado junto a su líder serán llevados ante la justicia y advirtió de que es necesario «permanecer vigilantes porque Al Qaeda no es solo Bin Laden, detrás de él hay numerosos seguidores que querrán vengar su muerte».
En este sentido, sentenció que Estados Unidos y sus aliados deben seguir colaborando con Pakistán en la lucha contra Al Qaeda y aseguró que, aunque las relaciones entre Washington e Islamabad no siempre han sido fáciles, su Gobierno seguirá apoyando al pueblo y a la democracia paquistaníes. «Hemos trabajado junto al país surasiático en la lucha contra el terrorismo, pero Osama Bin Laden no es el único líder de alto nivel quitado de la escena gracias a la acción conjunta entre estos dos países, por lo que nos conviene seguir trabajando codo con codo», afirmó.
