Escribo estas líneas todavía bajo el terrible dolor producido en todo el mundo por los apocalípticos terremotos que han asolado terrenos de Turquía y Siria; mayormente por las impresionantes muertes de miles de personas y heridas y las pérdidas de cientos de edificios; y mayor el sentimiento por tratarse de territorios conocidos y recorridos hace algunos años.
Mientras el dolor de tantísimas gentes sigue en pie, he aquí que en España seguimos “preocupados” y tirándose los trastos a la cabeza los políticos por culpa esa desgraciada y estúpida controversia entablada sobre las leyes del sí es sí y de la trans.
Más cerca de nosotros, aquí mismo, en nuestra ciudad, y en mi barrio, “revueltos” y dubitativos ante esas recientes interrogantes expandidas por los socialistas dirigentes sobre la posible “imposible” ocultación de la maraña de “históricos cables”, y todo por ”culpa” del canal oculto del Acueducto que atraviesa a lo largo del que se ha dado en llamar eje Plaza Mayor-Alcázar. Hay que hacer nuevas catas, nuevos estudios arqueológicos, nuevas investigaciones sobre el canalito que, a pesar de todos sus grandes méritos históricos y arqueológicos, al final quedará oculto de nuevo por el firme del tipo que sea –adoquines o losas, o ambos- que se coloque en las calle.
Sobre el tema es muy oportuno traer a colación algunos recuerdos.
El 21 de mayo de 1993 en este periódico se insertaba una fotografía del infortunado amigo y compañero Fernando Peñalosa en la que se ve a una persona agachada y con un “pie” que decía: Las polémicas obras que el Ayuntamiento está llevando a cabo en el casco antiguo, han permitido descubrir una de las canalizaciones del Acueducto. El hallazgo está siendo ya estudiado por técnicos de la junta de Castilla y León, cuyas previsiones indican que este canal, protegido por una galería construida encima, tiene una conducción secundaria de distribución, poco conocida hasta el momento”. Y el 31 del mismo mes y año, en una nota de la agencia Ical en el diario “Ya” se escribía: El nuevo descubrimiento consiste en un canal romano de unos 20 metros de longitud “cuya existencia solo se conocía por referencia y esta es la primera vez que hemos podido acercarnos a verlo, señaló el arqueólogo de la Junta, Luciano Municio. Y se añadía: La traza del canal madre continuación del Acueducto y que desemboca en el Alcázar se conoce ya con bastante precisión, pero todavía no existen datos sobre las posibles canalizaciones secundarias. El distribuidor ahora descubierto es un desarenador o decantador de un metro de ancho y ochenta centímetros de largo, del que no se ha podido hacer aún un estudio por tener encima una capa de lodo de dos centímetros”. El 8 de enero de 2010, también este diario informaba que la concejala de Patrimonio Histórico y Turismo, Claudia de Santos, explicó “que la zona soterrada del monumento está relativamente bien documentada; esto es tanto la canalización “madre” como muchas de las “mercedes de agua” o desviaciones del canal principal que permitía que el agua entrase en muchas zonas y residencias de la parte alta de la ciudad”.
Pasamos al 2 de diciembre del 2013; la misma señora concejala y con motivo de las obras del ARCH de las Canonjías, también afirmaba que “además de conocer el trazado y estado actual del canal del Acueducto, que podría datarse en una reforma realizada en época de los Reyes Católicos en el siglo XVI, las catas realizadas como trabajo previo a la redacción del proyecto de ejecución permitieron saber la profundidad y anchura del subsuelo disponible, las redes ya existentes y la disponibilidad de espacio”.
Nuevas notas en “El Norte” el 17 de septiembre de 2014, con palabras de la citada concejala sobre el canal: “Son restos arqueológicos que hay que cuidar. Por eso, tras cerciorarse de que las cobijas que está en buen estado se encuentran muy pegadas al adoquinado, porque en este tramo el canal está muy somero, a poca profundidad; la decisión para preservar la antigua construcción ha sido dejarla tal y como estaba, cubierta con una manta geotextil y sobre ella una chapa metálica, sobre la que se ha echado la lechada de cemento para colocar el nuevo adoquín.
Más aportaciones: “El Adelantado” el 22 de septiembre de 2014, decía que la alcaldesa Clara Luquero, había visitado las obras en la plaza de Juan Guas, y se anotaba que “precisamente, el seguimiento arqueológico ha permitido un mayor conocimiento del Acueducto subterráneo, ya que aprovechando esta actuación se introdujo un robot que filmó buena parte del canal entre las plaza de La Merced y Juan Guas. Después, en la superficie se han dejado una serie de registros que permitirán el acceso al canal en cualquier momento, para su inspección o mantenimiento, sin tener que levantar nuevamente el pavimento.
Y vamos al final, porque de nuevo este diario, el 28 de enero ya de este año, informaba que el paso del canal del Acueducto en su subsuelo y la estrechez de la calle, obligarán a realiza un trabajo “casi quirúrgico”, tal y como aseguró la alcaldesa, Clara Martín ante los vecinos, que tendrá que desarrollarse bajo la constante vigilancia arqueológica debido a la especial sensibilidad del terreno”.
Bien, y con todo esto “nos vienen ahora” con nuevas dificultades, para que no nos sorprendamos ni asustemos si dicen, FINALMENTE, QUE NO PUEDEN SER SOTERRADOS LOS CABLES…porque sospecho que “por ahí van los tiros”.
