A las 19:00 horas arrancaba la agenda prevista para el primer sábado del Otoño Enológico que la Fundación Caja Rural de Segovia organiza por sexto año consecutivo. Y lo hacía muy cerca del acueducto, en el Asador Maribel, de la mano del sumiller Paco Plaza y con unos invitados de honor: los vinos de la bodega toresana Teso de la Monja, una bodega con historia y tradición vinícola abrió sus puertas en 2007 de mano de la familia Eguren después de varios años de trabajo en la zona, consolidando, así, su apuesta por los vinos de Toro. La exposición del didáctico y entusiasta sumiller Paco Plaza comenzaba con una advertencia clara: el ser conscientes de que en esa sala del Asador Maribel se iban a catar unos vinos que no nos iban a dejar indiferentes. Y no era para menos, nos encontrábamos ante unos vinos elaborados por el que ha sido considerado uno de los mejores enólogos del mundo, Marcos Eguren, y ante una bodega que ha llegado a tener entre sus referencias el vino más caro de España, Teso de la Monja.
La cata comenzaba con Románico 2013, un 6 meses en barrica de color intenso y aromas a fruta negra con toques de tostado, vainillas y café, fruto de su ligero paso por barrica, con una entrada en boca tremendamente agradable, un paso ligero pero con personalidad y una persistencia media, una apertura de cata inmejorable. En segundo lugar, las copas se inundaron de Almirez 2013, previamente servido para su apertura y aireado, un vino que teñía las copas con sus tonos picota todavía algo violáceos y que nos traía recuerdos a yogur de frutos negros, violetas y especiados de la madera, con una boca tan potente como elegante, un vino con presente pero al que podemos augurar un futuro muy prometedor. El tercer vino, Victorino 2013, nos trasladaba a otra dimensión, a esa en la que la complejidad del vino convive con un ensamblaje perfecto, lo que nos lleva a ir descubriendo sus matices muy poco a poco, a medida que el vino va cambiando, por no despuntar ninguno de ellos de manera exagerada gracias a ese perfecto ensamblaje cargado de elegancia. Un vino intenso en color, con aromas de fruta negra, regaliz, cacao, pimienta y vainilla que, con su magnífica estructura, su tanino marcado pero equilibrado y su persistencia interminable, nos dejó un lujoso sabor de boca que maridaba a la perfección con el humor de Javi González.
A las 20.30 el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente se vestía de largo para recibir a otra familia de peso en el mundo del vino: la familia Pérez Pascuas. Una familia con historia, de esas que, aun formando parte de la élite del vino, mantiene los pies en la tierra. Y no es para menos, pues sus pies están sobre una tierra que ya trabajó Mauro Pérez y que, con el mismo respeto, siguen trabajando sus hijos y nietos codo con codo. Una tierra de las más preciadas en la Ribera del Duero y que se sitúa en la zona de Pedrosa de Duero.
La cata se abría con Viña Pedrosa Crianza, un vino rojo cereza intenso lleno de matices con una nariz afrutada, con lácteos, especias y humo, un vino completo y con una boca envolvente y elegante. Un gran vino que daba paso a Viña Pedrosa Finca La Navilla , procedente de un único viñedo situado a 844 metros de altitud que permite elaborar vinos que mantienen a la perfección la frescura incluso después de pasar 20 meses en barrica. Con un color vivo, casi opaco, teñía las copas de tonos cardenalicios y nuestra nariz con aromas de fruta negra madura, ahumados, regaliz y pimienta perfectamente equilibrados entre sí para darnos en boca un vino de gran estructura y cuerpo, de esos que permanecen mucho después de haberlo probado. El tercer vino, Viña Pedrosa Reserva, es un vino con historia, y es que el mismísimo papa Juan Pablo II lo eligió para celebrar la cena de Navidad y la Misa del Gallo en una ocasión. Y tenía buen gusto, desde luego: sus 24 meses en barrica no esconden su vivo color que empieza a tornarse a un precioso granate, ni su presente fruta madura acompañada de toques especiados, vainillas y canela. Un vino que en boca llena y permanece, que evoluciona y sorprende. El broche de oro, lo ponía la referencia Pérez Pascuas Gran Selección, un vino de guarda que sólo se elabora en añadas excelentes. Un vino con un color intenso, de evolución lenta y que tiñe la copa, con intensos aromas a fruta negra madura, con tabaco, vainilla y especias y con una entrada en boca tan potente como elegante, de tanino fino y tremendamente persistente. La cata de esta joya enológica fue dirigida por Ángel García, propietario del Restaurante «El Cordero» y miembro activo de la Asociación Segoviana de Sumilleres
A estos fantásticos vinos no podía faltarles un maridaje de lujo: el del jamón ibérico, sabroso y elegante, así como las notas musicales de «Trio de la Osa Jazz». Un evento de altura en que tuvimos el lujo de contar con una amplia representación de la bodega, capitaneados por Adolfo Pérez, tercera generación de esta familia, que conserva su humildad y saber estar y que acaban de celebrar sus 35 años de trayectoria y a los que auguramos un futuro tan longevo y prometedor como el de sus vinos.