Reducido, delicado y sumamente exclusivo. Así es el circo de la compañía húngara Tintaló Tarsulás, que ayer aterrizó con su pequeña carpa en el kiosco de música de la Plaza Mayor, para dedicar a los niños el espectáculo que la Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia, MUCES, suele programar en cada edición la mañana del sábado.
Tan solo veinte niños pueden acceder al interior en cada una de las funciones, de unos veinte minutos de duración, para tomar asiento en los banquitos instalados bajo la carpa. La pista del circo y los protagonistas, pequeñas marionetas, mantienen las proporciones con la carpa, en un mundo en miniatura en el que solo el animoso jefe de pista y su ayudante, que recibe a los espectadores, se salen de la norma.
Los padres tienen prohibido el acceso al interior del circo, por lo que si quieren saciar su curiosidad tendrán que hacer uso de los agujeritos que se encuentran, a distintas alturas, a lo largo de toda la carpa, pequeños miradores que ayer estuvieron de lo más concurrido. Atisbando por los agujeros, los papás pudieron no solo seguir las evoluciones del circo, sino también ver las caras de sus hijos.
Circo y cine
El espectáculo de la compañía, con unas marionetas delicadísimas que recuerdan a las del también húngaro Mikropodium, una de las maravillas de Titirimundi, incluye payasos, una trapecista, equilibristas y hasta un elefante, escenas breves que han sido recogidas en el mundo del cine en numerosas ocasiones.
Los dos integrantes de la compañía húngara, que explicaban que ésta era su primera visita a España y que solo iban a ofrecer su espectáculo en Segovia, dentro de MUCES, destacaban la belleza de la ciudad y lo rico de su gastronomía, pero sobre todo la atención de los pequeños espectadores.
