Al cumplirse dos meses del derrumbe que sepultó a 33 mineros en el norte de Chile, las autoridades comenzaron ayer los preparativos del rescate (que según algunas fuentes podría terminar este fin de semana), mientras tres perforadoras siguen excavando la mina San José.
En el campamento Esperanza, aledaño a la zona afectada, las familias de los trabajadores los homenajearon con un bocinazo de una patrulla de Carabineros.
Para Carla Herrera, hermana de David Herrera, uno de los mineros atrapados, estos dos meses «han sido eternos» y, según dijo, el momento «más emocionante» fue el 22 de agosto, cuando supieron que todos estaban con vida después de «17 días de angustia y de no saber qué pasaba».
En una de las carpas levantadas para evitar el sol del desierto, ve pasar el día Pedro Cortez, padre del minero del mismo nombre, que prefiere no moverse de su silla. Él ya se acostumbró a la rutina del yacimiento, al que sube cada día desde Copiapó, a 45 kilómetros. «Hemos tenido suerte, porque nos dan de comer y no tenemos que pagar pasaje», argumentó.
El trasiego de familiares, socorristas y periodistas en el campamento ha generado la sensación de que la salida de los obreros es inminente, aunque el Gobierno chileno y los ingenieros al cargo del rescate han llamado a actuar con cautela y sin fechas concretas.
La perforadora T-130, del Plan B, se mantiene como la mejor posicionada para llegar a las víctimas, y ayer alcanzó los 466 metros, de los 632 que debe excavar.
Sin embargo, André Sougarret, responsable del operativo, declaró que se vieron obligados a reducir de 28 a 26 pulgadas el diámetro del conducto para paliar el desgaste del martillo de la máquina.
Una vez finalizado, los expertos esperan revestirlo con tuberías de acero para evitar desprendimientos de rocas, proceso que llaman el encamisado, aunque Sougarret precisó que aún no se ha tomado una decisión definitiva al respecto. «Tenemos que revisar distintas alternativas en función de cómo quede el pozo finalmente», explicó el responsable, y agregó que también se puede recurrir a una solución «mixta» para hacer el encamisado en algunos tramos del túnel.
Revestir los más de 600 metros del conducto podría alargar el rescate entre cuatro y siete días, desde el momento en que la perforadora T-130 alcance el fondo de la mina. «Finalmente, vamos a hacer una medición y ver el estado del pozo para tomar una decisión lo más correcta posible», concluyó.
En tanto, el Plan A se encontraba ayer a 587 metros de profundidad en la primera etapa de su excavación, que debe alcanzar los 702 metros para después proceder a ensanchar el conducto de 33 a cerca de 70 centímetros.
Además, la petrolera RIG 421, que excava directamente un orificio de un diámetro suficiente para permitir la salida de los mineros, estaba a 265 metros.
