Cuando resulta inevitable pensar que la guerra en Libia está destinada a llegar a su fin por medio de las negociaciones sobre el control del último bastión, la ciudad de Bani Walid, opositores y gadafistas se lanzan a la conquista de este resorte situado al oeste del país. Además, el esperado paradero del líder Muamar el Gadafi parece haber sido descubierto por el Consejo Nacional de Transición (CNT).
Así, el jefe del Estado Mayor del CNT, Abdul Hakim Beldhaj, informó ayer de que las fuerzas insurgentes averiguaron el paradero del coronel, pero no proporcionó detalles sobre su localización exacta.
Por su parte, el portavoz de Gadafi, Musa Ibrahim, aseguró que el ex mandatario «sigue en el país, rodeado de gente que está preparada para protegerle».
Paralelamente, los rebeldes consideraron ya suficiente el tiempo concedido a los oficiales leales al líder para su rendición y traspaso de poder de la ciudad de Bani Walid. Por ello, las negociaciones para la rendición de los gadafistas ya han terminado mientras los insurgentes se preparan para la ofensiva que lanzarán desde sus posiciones a 15 kilómetros de la ciudad, aunque desde el CNT todavía se declaran esperanzados por una solución de última hora para evitar los enfrentamientos para asumir el control de la urbe.
Por su parte, el asesor especial de Naciones Unidas para Libia, Ian Martin, advirtió de que el Consejo tiene que abrir el proceso electoral «pronto» para cumplir con el compromiso de establecer la democracia en el país.
A estos datos en el avance de la contienda hay que sumar lo expuesto ayer por el portavoz militar de los rebeldes libios, Ahmed Omar Bani, que confirmó la muerte de Jamis, uno de los hijos del depuesto líder, en los combates de Tarhuna, a 90 kilómetros al suroeste de Trípoli. El fallecido participó como jefe militar en la represión de las manifestaciones que estallaron el pasado 17 de febrero y que desembocaron en una guerra civil que prácticamente ha derrocado por completo el régimen dictatorial del mandatario libio.
Con la confirmación de la muerte de Jamis y tras la huida a Argelia de tres de los vástagos de Gadafi, continúan en paradero desconocido, además del propio coronel, Saif al Islam, la cara mediática del régimen y el más probable sucesor de su padre en el poder; Saadi, el futbolista; y Mutasim, jefe del Consejo de Seguridad Nacional.
Pero este no ha sido el último golpe para el dirigente. Así, unos documentos hallados en las oficinas gubernamentales de la capital del país ponen de manifiesto que las agencias de Inteligencia británica, el MI6, y estadounidense, la CIA, ayudaron al régimen en la represión. Ambos estrecharon sus vínculos con Gadafi entre 2002 y 2004, pero fue la británica la que proporcionó información sobre el paradero de opositores exiliados en el Reino Unido y la norteamericana la que secuestró a numerosos milicianos.
