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Tito Livio

por Mario Antón Lobo
10 de agosto de 2025
en Tribuna
MARIO ANTON LOBO
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Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

A ver. Que levanten la mano. ¿Quién se ha leído en la última semana algún texto de Tito Livio? ¿Tú? No, tú tampoco: te quedaste al frente de la labranza de tu padre. Pues menos mal, si no no sé qué comeríamos. Tu sí, bribón. Ya. No pasas de rosa, rosae. Juan Carlos, te he pillado: tú traducías con el señor Romano a Julio César lo de que la nación de los suevos es la más populosa y guerrera de toda la Germania. ¿Y tú Juanjo? En la UNED nos derrotó el verso en latín, pero en la prosa llegamos a ser unos artistas. El que era, qué digo artista, una maravilla era Jaime Rodríguez, nuestro profesor tutor: solo oyéndole leer en latín ya íbamos traduciendo, qué manera de hacernos descubrir el ablativo absoluto o el cum con subjuntivo, ¡Jaime! Tras su paso por la política bajaba a La Fuencisla a hablar con la estatua de San Juan Pablo II y, al interrumpirle, departía con nosotros como si no pasara nada.

O sea, que de Tito Livio poco. Yo… no te creas. A la vejez releo. Vuelvo con Antonio Escohotado y sus “Enemigos del comercio” que no deja de citar.

“El poderío de un pueblo imperial está empezando a suscitar su propia ruina […] El proceso de nuestra decadencia ha llevado a un oscuro amanecer, donde no somos capaces de soportar nuestros vicios, ni hacer frente a los remedios necesarios para curarlos.” (Tito Livio. Anales. Prefacio)

Sí, sí. Incluso bonito. Me ha arruinado el escrito de hoy. Exactamente era eso lo que iba a poner yo. Resulta que está dicho, bien dicho, extraordinariamente dicho, en latín para más inri, desde hace ya la tira. Y yo aquí rompiéndome la cabeza para expresar una ocurrencia que quería ser original. ¿Te das cuen? Los que no escriben puede que sean más honrados. Algunos no, pero otros sabrán que todo está dicho, que casi todo de manera inmejorable.

Ay, amigo. Por esa regla de tres nos habríamos perdido grandes escritores. Y qué me dices del placer de decirlo en tu propia lengua. Más: expresarte. Literalmente sacar de la cárcel interior todas esas musarañas que, de no evacuarlas, pelotearían por los entresijos como un tumor cuando menos revoltoso. Don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, dele usted caña.

“Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía”.

Advertístelo: no es latín. Castellano del mejor. Y en soneto. ¿Se puede pedir más?

Ni mejorarlo ni ponerlo en más poético. Así me ando yo. Unos días burro flautista y otros burro en la noria, que no paro de dar vueltas a lo mismo.

Antes de que el siguiente apagón me borre de la pantalla del ordenador estas cuatro letras. Antes que el río hacia la mar me empuje por valles y barrancos. (Este segoviano, y sevillano y soriano y baezano y madrileño, se me cuela a poco que me descuido. El señor Montero que me lo dejó bien aprendido.) Antes decía, digo, yo también quiero anotar en mi cartera, archivo ya no de papel, la vigencia de los clásicos, el placer de la lectura, la diversión de la escritura, aunque se quede en mera literatura. Al fin este será un gran artículo si unos cuantos lo leen con satisfacción. O terminará limpiando los cristales en el papel de periódico que solicitas en vez de gastarte un algo en limpiacristales. Por lo menos hubo un tiempo en que no existía lo tuyo ni lo mío. (¡Cervantes en versión libre!, ¡qué me pasa hoy!) Hubo un tiempo, a la que te voy, en que el papel del periódico envolvía el bocadillo. No es que alimentara mucho la tinta que se quedaba pegada en el pan. Pero a medida que desaparecía la comida aparecía algo que leer.

Vale. Ni latín ni papel de periódico. Pues luego no vengas con el móvil que si la nieta ha cumplido y te tiras media hora buscando para ponerme una foto mal hecha que me enseñas a plena luz del sol. Qué te voy a decir. Que es muy guapa.

Jo. Ya casi se me había olvidado. “El proceso de nuestra decadencia…” Qué Tito, tío Livio. (Ahora trastabillo.) A ver si va a tener razón el otro: la decadencia, la nación… son conceptos discutidos y discutibles. Por mucho que le digas “quousque tándem abutere…” De momento está fuerte, dos presupuestos en ocho años. Nada de convocar elecciones, no sea que le gane la fachosfera.

¿Que me calle, que no me meta en líos? ¿Qué he dicho? Quevedo, vuelve:

 

“No he de callar por más que con el dedo,

ya tocando la boca o ya la frente,

silencio avises o amenaces miedo.”

 

“El proceso de nuestra decadencia ha llevado a un oscuro amanecer…” Tomás, no digo más.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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