Los títeres se despedirán mañana de Segovia, con la vista ya fija en el año que viene. Tras seis días intensos, Titirimundi echa el cierre a su XXXII edición, marcada por el recuerdo de su creador, Julio Michel, en el primer Festival que se celebra tras su fallecimiento el pasado mes de junio.
Ha sido una edición especial, eso nadie lo duda, pero la profesionalidad de todo el equipo que hay detrás de Titirimundi, dirigido por Marián Palma, ha logrado mantener su legado y pueden sentirse orgullosos del resultado. Conseguir entradas para los patios ha sido una misión imposible; los teatros se han llenado hasta la bandera; y en las plazas no quedaba un hueco libre.
Una vez más, los clásicos del Festival han acudido a la cita, en la que también han participado grandes compañías de prestigio internacional y se han estrenado espectáculos, como el que abrió esta edición el pasado jueves, la adaptación al castellano de las ‘Fábulas’ de Tàbola Rassa.
Habrá que hacer un balance oficial, echar cuentas, justificar subvenciones… esos detalles burocráticos inevitables para que el Festival funcione, pero su éxito es innegable.
EL OTRO TITIRIMUNDI Éxito que se ve reflejado también en la gran cantidad de artistas que no están incluidos en la programación oficial que vienen a la ciudad durante estos días. El casco histórico ha acogido cientos de actuaciones de titiriteros, actores, acróbatas y músicos amateurs a las que tampoco faltaba un gran público.
Aprovechan este Festival para darse a conocer, hacer contactos, mostrar sus habilidades y, sobre todo, empezar a formar parte de este mundo mágico en el que se convierte Segovia durante cada edición de Titirimundi.

