Santa Marta, Tanarro, Perorrubio y Vellosillo, cuatro pequeños núcleos poblacionales de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. Retrato de los tiempos en los que se jugaba a la pelota a mano haciéndola rebotar en los muros de las iglesias.
SANTA MARTA DEL CERRO
Santa Marta del Cerro es una pequeña puebla enclavada en un cerro, como su propio apellido indica, junto al río Caslilla que horada su término municipal de sur a norte, por la parte este de la villa; por el lado oeste de las proximidades del pueblo, pasa la carretera SG-V- 2344 que va de Casla al sur, a Tanarro al norte. Dista unos 54 km de la capital provincial.
El caserío de Santa Marta del Cerro se arremolina alrededor de una amplia plaza en torno al Ayuntamiento, donde se conserva todavía el potro de herrar los animales de trabajo y transporte, recientemente restaurado. Antiguamente contaba con tres pedanías: Arahuetes, San Cristóbal del Enebral y Santiago de Duruelo, hoy los tres despoblados.
Tiene una población permanente de unas 35 personas, que aumenta los fines de semana, en fiestas y en época estival. La población permanente, cuyo gentilicio es santamartenses, tiene como actividad básica la agricultura con algo de huerta y la ganadería, básicamente lanar. Recientemente se han construido, o acondicionado dos casas rurales como una nueva línea de actividad económica.
Aunque carecemos de la documentación necesaria que lo certifique, se cree que la fundación del primitivo asentamiento poblacional de Santa Marta tuvo lugar tras la reconquista de estos territorios a principios del siglo XI, como ocurre con algunas de las poblaciones de su entorno. Lo que sí parece estar documentado es que su repoblación se llevó a cabo por La Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, y la nueva población quedó adscrita al Ochavo de Prádena bajo el nombre de Santa Marta, el apellido “del Cerro”, fue añadido en 1916.

En la catedral de Segovia existe un documento fechado en octubre de 1204 en el que figura que el entonces obispo titular, don Gonzalo Miguel de Segovia, que concedía a los canónigos de su cabildo préstamos para su vestuario. En el caso que nos ocupa, este documento dice que el préstamo fue concedido al canónigo Garcias archidiaconus toletanus, y cita la localidad como Sancta Marta, y deducimos que es la parroquia en la que este canónigo prestaba sus servicios religiosos. En otro documento posterior, año 1247, dice que este préstamo rentaba ocho maravedís y dieciocho dineros al cabildo catedralicio.

Sobre el casco urbano de la villa destaca la fábrica románica de su iglesia parroquial, con advocación a Santa María, con una torre sobre la que anidan las cigüeñas. Este templo fue edificado en el siglo XIII con una sola nave, cabecera rematada en ábside y una portada al este. La torre campanario, la sacristía y la entrada sur fueron añadidas con posterioridad. En su interior alberga una pila bautismal de estilo románico, el púlpito de piedra barroco y varios retablos de la misma época, destacando el mayor, junto a una importante colección de piezas de plata entre las que sobresalen la cruz procesional y una caja hostiario, ambas realizadas en la ciudad de Segovia en el primer tercio del siglo XVI.
Recientemente se ha localizado la necrópolis del poblado cuyas tumbas estaban excavadas en la roca.
Fiestas de Santa Marta
El calendario de fiestas de Santa Marta comienza el 20 de enero con San Sebastián, la siguiente es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús que se celebra el 24 de agosto y finalmente se celebra la fiesta de la Virgen de Arahuetes el día 14 de septiembre.
Históricamente, en los pueblos pequeños de la provincia de Segovia eran escasos los lugares de esparcimiento de la población. Comencemos con la población masculina: Los hombres se reunían en: el Ayuntamiento, en cenderas de acondicionamiento de las vías pecuarias y en la conservación de los cauces de regadío comunal; en tertulia en fragua, cuando el clima no permitía salir al campo; en el bar y en el juego de pelota a mano en una pared de la iglesia que los jóvenes locales jugaban todos los domingos por la tarde, si el clima lo permitía. Las mujeres, generalmente no frecuentaban el bar, se dedicaban, además de a las tareas propias de sus hogares, a la hermandad de San Águeda, el cuidado de la iglesia y a llevar las andas en las procesiones durante las distintas fiestas del pueblo.
En los pueblos segovianos el juego de la pelota a mano era muy popular entre los varones jóvenes, que históricamente se practicaba en los muros de las iglesias. En 1868, el entonces gobernador civil provincial, don Manuel Vivanco Menchaca, emitió una orden que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia, por la que se exigía a los alcaldes de todos los pueblos que prohibieran el juego de pelota en los muros de las iglesias, tan poco acorde con los espacios de culto. Parece que aquella orden no fue atendida, pues esta costumbre siguió practicándose hasta la segunda mitad del siglo XX, que comenzaron a construirse frontones en la inmensa mayoría de los pueblos donde el juego de pelota seguía siendo popular.
TANARRO
Tanarro, pequeño núcleo poblacional que apareció tras la reconquista cristiana de las tierras al norte de la sierra de Guadarrama, como la inmensa mayoría de los asentamientos cristianos de su entorno, y era desde su origen una pedanía del municipio de Perorrubio. En 1971 ambas poblaciones se integraron en el municipio de Sepúlveda. Tanarro nació originariamente en el Ochavo de Prádena de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, hoy pertenece al Ochavo de Sepúlveda. Se ubica en una suave solana próxima al río Caslilla entre Santa Marta del Cerro y Perorrubio. En la actualidad está poblado por 3 vecinos.

PERORRUBIO
Perorrubio se ubica entre Santa Marta del Cerro y Vellosillo, cortada en dos mitades por la carretera SG-V- 2344, a escasos 8 km al sur de Sepúlveda por esta misma carretera. En la actualidad está poblado por una decena de habitantes que se dedican a la actividad agropecuaria.
El nombre de Perorrubio, proviene del nombre que tenía el reconquistador y fundador-repoblador del asentamiento, Pedro Ruvio.
En enero de 1847, Perorrubio y Vellosillo se unieron para formar un Ayuntamiento común; y en 1971, la institución municipal que durante más de un siglo había regido los destinos de ambas poblaciones, dejó de existir para integrarse en la municipalidad de Sepúlveda, pasando entonces ambas poblaciones a ser anexos, pedanías, de la cabeza de La Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda.

Desde su fundación, allá por el siglo XI, quizás en el año 1010, cuando todo el territorio comarcal al norte de la sierra de Guadarrama fue reconquistado de manos agarenas por las huestes del conde castellano Sancho García, llamado el de los Buenos Fueros, fue Ayuntamiento independiente repoblado por el Ochavo de Prádena de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda; y con dependencia al Partido Judicial Sepúlveda. La pertenencia a ambas instituciones sepulvedanas ha permanecido inalterable durante toda su larga vida.

Como ya hemos visto que ocurre con otros pueblos y lugares de la comarca, también en la historia de Perorrubio aparece el ya popular, para nosotros, documento que señala que el párroco local realiza la devolución del crédito con sus intereses recibido de la diócesis para la adquisición de su vestimenta, y figuran como rentas del cabildo de la catedral segoviana del año 1247. Este pueblo, entonces citado como Pedro Ruvio, rentaba dieciocho maravedís a la cabeza institucional de la mitra segoviana; cantidad que entonces correspondía a una población de tamaño medio.
Patrimonio Artístico
Perorrubio tiene una hermosa iglesia parroquial con advocación a San Pedro Advíncula construida en el siglo XIII, de cuyo lado norte emerge una torre que alberga a cuatro campanas, y en su tejado un nido de cigüeña. Es de fábrica románica de una sola nave y entrada por la parte sur cubierta por un pórtico románico de extraordinaria belleza. Fue declarada Bien de Interés Cultural el día 8 de junio de 1995.
Aún quedan restos de un viejo molino harinero, un potro de herrar a las bestias de trabajo y el pilón donde abrevaba el ganado, los tres elementos están en desuso. Pero sí tiene activo un Bar-Restaurante donde saciar la sed y reponer fuerzas.
VELLOSILLO
Vellosillo es una pequeña villa castellana encaramada a lomos de un pequeño promontorio llamado Cerro Negro y partida en dos por la carretera SG-V-2344 entre Perorrubio y Sepúlveda, de la que dista 5 km, y 61 km al noreste de la capital provincial.
Se cree que Vellosillo apareció como aldea fortificada cristiana bajo el mando del caballero Vellosillo en la segunda mitad del siglo XI bajo el impulso y protección de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, junto con otras nuevas poblaciones del entorno bajo el mando de caballeros infanzones al servicio de conde de Castilla, formando parte de un anillo protector la Villa y Tierra de Sepúlveda, contra las posibles razzias de huestes islamitas. Parece ser que la familia Vellosillo, que dio nombre a la primitiva aldea fortificada, mantuvo el señorío sobre ella durante varios siglos, titulándose señores de la Villa y el Castillo de Vellosillo, a cuyo cabeza de familia, Alonso Velázquez de Vellosillo, el rey Carlos II concedió el título de marqués de Vellosillo el año de 1689.
A mediados del siglo XVI, Antonio Vellosillo entabló un pleito para ser reconocido como hidalgo, aduciendo los servicios prestados por su abuelo Alvar Rodríguez de Vellosillo, señor de Vellosillo, a los entonces príncipes Isabel y Fernando, y luego Reyes Católicos, en la rebelión de Sepúlveda contra la Corona en 1472, negándose a ser entregada al marqués de Villena.
En la actualidad, en la puebla de Vellosillo sólo viven de forma permanente 3 personas. No obstante, de estar prácticamente despoblada, resucita los fines de semana, en fiestas y en época estival con la afluencia de descendientes y familiares de los antiguos moradores.
La iglesia está dedicada a Santa María de la Serna, y fue construida sobre los restos de la antigua ermita del Santísimo Cristo del Refugio en la primera mitad del siglo XX, con el insuperable impulso del sacerdote, Jenaro García Burgos, hijo del pueblo, cuyos restos reposan bajo el altar mayor del templo.
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* Juan Fco. Sanjuán Benito
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