Una multitud de romeros acudió ayer al santuario de la Virgen del Bustar, patrona de Carbonero el Mayor. La palabra ‘bustar’ deriva del verbo latino ‘burere’ (quemar), y podría traducirse como lugar donde se hace carbón. Ya no se carbonea en el paraje, pero el recuerdo del oficio de los primeros habitantes de Carbonero permanece en el nombre de la patrona del lugar. Una romería que une a los devotos en un único grito: “¡Viva la Virgen del Bustar!”.
Durante toda la jornada de ayer, el santuario estuvo muy concurrido. Por la mañana se celebró eucarístia, al final de la cual hubo refresco. Luego, los diferentes cargos (comisarios, mayordomos, piostres…) y la corporación de Carbonero comieron en las dependencias anejas al santuario.
La máxima afluencia de público se registró por la tarde, que resultó espléndida. Tras el rezo del rosario llegó la esperada procesión por la pradera. Nada más salir del templo empezó a sonar la música. Los dulzaineros de Carbonero y la charanga ‘La Chicuelina’ se fueron turnando. Entre jota y jota, la Virgen del Bustar apenas avanzaba unos metros. Un público mayoritariamente juvenil, con ganas de fiesta, se afanaba encadenando un baile detrás de otro. Filas de decenas de metros a cada lado. Y el polvo del camino. A duras penas, la Virgen del Bustar fue ganando metros. A cada rato, algún grupo de jóvenes decidía montar un castillo. El mozo que alcanzaba la cima lanzaba al aire un ‘¡Viva la Virgen del Bustar!’ y bajaba bruscamente.
La tarde iba cayendo. El sol de justicia perdía fuerza, pero continuaban las ganas de bailar. La procesión duró cerca de tres horas y media. Como dato llamativo, este año abundaron los castillos, incluso de niños de corta edad. Al final, a la puerta del santuario, otro de los ritos más típicos de esta romería: la subasta del pendón. Es un honor para cualquier vecino de Carbonero meterlo en el templo. Pero este año, ¡ay!, hay crisis económica, y la puja no estuvo tan animada como en ediciones precedentes. El devoto que consiguió su objetivo pagó 2.000 euros, cantidad parecida a la de 2001, cuando se abonaron 300.000 pesetas. Y, para acabar, se subastaron multitud de ofrendas que habían hecho los devotos a la Virgen del Bustar. Por un cuadro se pagó 1.100 euros; por un jamón ibérico, 300…
La leyenda.- Según cuenta Dionisio Escudero en su libro “Historia del santuario de la Virgen del Bustar”, su legendaria aparición sigue el esquema estereotipado que se repite en el descubrimiento de otras imágenes de Segovia. En este caso, la tradición oral señala que la Virgen se apareció a un pastor de Fuentes de Carbonero que apacentaba sus ovejas. El lugar elegido fue un paraje denominado Los Ñares, un espacio que utilizaban los carboneros para la elaboración de carbón vegetal.
La Virgen pidió al pastor que comunicara el hecho a los carboneros que se encontraban trabajando en el cercano pinar. Reunido un grupo de ellos, la Virgen demandó que cavaran en el suelo. Y allí mismo, después de quitar losas y piedras, hallaron una imagen con un cirio encendido.