Es al que podíamos llamar así desde las elecciones locales del pasado 28 de mayo hasta transcurridos los 20 días en que tendrán que ser constituidas las nuevas corporaciones municipales, es decir, el 17 de este mes de junio. Un tiempo de silencio digamos “exterior”, porque parece que de partido a partido ha habido sus correspondientes conversaciones (digo yo, que me parece lo más lógico y natural –y obligado- si son conscientes los de antes y los de ahora, de sus respectivas obligaciones y responsabilidades. Al menos son las pistas que ha dado el aspirante directo a alcalde, tras sus correspondientes consultas a los responsables de los demás grupos.
El título de este comentario se me ha ocurrido al memorizar el mismo de una novela de Luis Martín Santos (1924-1964), que en el momento de su publicación, 1962, causó impacto en el mundo literario porque el autor no era muy conocido pero su libro fue considerado como elemento clave en la evolución de la literatura española del siglo XX. Resultó ser la única novela completa de Martín Santos porque murió prematuramente como consecuencia de un accidente de tráfico; tenía solo 39 años.
Bien, justificado el título, sigamos adelante. En efecto, ha habido un cierto silencio hacia el exterior, pero también “movimiento interior” en todos los partidos políticos. Dimisiones, ascensos de puestos en las listas, intentos de llegar a determinados acuerdos de cara al futuro y, claro está, lo que no podía faltar los intentos también de “subir” escalones en el plano político, para aspirar a nuevos sillones de más altura, siguiendo el ejemplo del “maestro” del Gobierno Nacional que ha trabajado de firme para dejar bien colocaditos a varios de sus ministros y otros cargos de confianza, por si no “sigue” y así dejar incrustaciones y posibles problemas a los que pudieran sucederle.
Estos movimientos y otros similares se han producido también, creo, en el resto de los partidos, porque hoy, desempeñar uno de esos buenos cargos, diputado o senador, no deja de ser muy interesante en muchos aspectos. Y nunca faltan aspirantes, claro está, incluso desde cargos mucho más modestos que ahora tratan de dar el salto a la política nacional.
Ahora viene lo bueno; es decir, los primeros movimientos de quienes, por voluntad popular, toman el bastón de alcalde y las medallas de concejales. Por supuesto, no dejarán de producirse enfrentamientos en las sesiones plenarias, pero hay que confiar, como ya he dicho en alguna ocasión reciente, en que todo ello, con el debido respeto al contrario, sea pensando en el BIEN DE LA CIUDAD Y SUS HABITANTES. El posible nuevo alcalde ya ha hablado de no buscar consensos particulares, sino acuerdos de cara a cada uno de los problemas a resolver, cuestión que dará pie a escuchar todas las opiniones.
Por supuesto, no esperemos efectos y resultados rápidos, porque hay mucho que hacer y en todos los temas que conciernen a los concejales, dado que siempre tiene que haber un tiempo de duro trabajo hasta comprender y enterarse por completo de las obligaciones que llevan consigo las distintas concejalías, nombre tradicional que Pero trabajando con constancia e interés, todo irá llegando en su momento.
Habrá nervios en la toma de posesión, y a medida que se conozcan las correspondientes responsabilidades, el elegido alcalde marcará los primeros pasos de su andadura por las Casas Consistoriales, todavía desconocidas para los nuevos pero no así para los que repiten. Y habrá que asimilar acuerdos ya tomados por la corporación saliente, con los ajustes que sean precisos, como por ejemplo la aceptación del programa de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro y otros acuerdos similares que quedan como herencia.
