‘Testamento’ es un monologo teatral defendido por Ramón Molins en escena, y acompañado de objetos que señalan y acentúan lo que se está contando de una manera literal. Detrás de este trabajo escénico, además del equipo de la Cia Zum Zum, están los miembros de la compañía “El patio”, dedicada al trabajo de objetos y su poética: Izaskun Fernández, Julián Sáenz, y Jokin Oregi. Juntos imaginaron y crearon este trabajo.
‘Testamento’ parte de unas preguntas que lanzan a los espectadores nada más comenzar: ¿Si ahora te murieses qué te gustaría dejar en herencia? ¿Cómo te agradaría que te recordasen? ¿Y qué canción desearías que pusieran en tu velatorio? “Testamento” es un espectáculo suave, se desarrolla sin sobresaltos, y es amable y sencillo. Ramón Molins va contándonos su vida real. Desde que es pequeño, en su barrio incipiente que comienza con emigrantes que llegaron principalmente del sur de España, hasta el momento presente: un hombre ya maduro, de esa edad en la que la mayor parte de la vida ya ha sido vivida, y quizá por eso surjan ciertas preguntas y las ganas de contar a los demás la propia historia. Un trabajo sincero en el que Ramón Molins vuelca su vida y nos la coloca encima de la mesa-mueble con cajones. En ella va trazando el mapa del barrio donde vivía, su inicio y su transformación; y lo llena de cosas que para él representan momentos importantes en su vida. Todo gira alrededor de ese elemento escénico, escenario de su vida, y con sugerencia de ataúd. Encima de ella y saliendo de los cajones va apareciendo el barrio donde creció, un paisaje con campo que se extiende, árboles que se plantan y la torreta de la luz donde jugaban los chiquillos; las fotos de sus padres y las de él mismo en distintas edades. Y el tractor omnipresente en esa vida de campo.
El Teatro de objetos demanda que ellos, los objetos, sean los protagonistas. El foco está en estos, y en lo que sugieren. La forma de relación por parte del interprete ha de ser la de la sangre trasfundida al objeto, entonces el objeto adquiere vida por sí mismo, la que le entrega el intérprete. La manera de tocarlo, de moverlo, de escucharlo activamente, es la que produce ese cambio de sustancia, en el objeto y en el actor. Es una relación profundamente estrecha, en la que el intérprete cede el protagonismo al objeto, y este se convierte en el rey, dejando la mente del espectador abierta a sugerencias, sensaciones e intuiciones. En “Testamento” no es exactamente así, ni lo pretende lo cual está bien, pues muestra que es un trabajo teatral consciente. Si bien surge la pregunta de hasta qué punto eran necesarios los objetos para contar lo que nos están contando, aunque añadan entretenimiento y color. En este trabajo manda la biografía de Ramon Molins. Sin embargo cabe destacar algunos momentos, como por ejemplo en el inicio del espectáculo, el caracol de juguete, y que todos miramos en silencio, mientras la cuerda va acabándose poco a poco hasta que se para del todo. Este caracolito, con su casita a cuestas, parece una metáfora perfecta de la vida del propio Ramón Molins. Una vida haciendo teatro con su furgoneta a cuestas, que él ha querido mostrarnos partiendo de la pregunta que da fundamento y sentido al espectáculo: “¿Qué te gustaría dejar de herencia cuando murieses?”.
Es de agradecer que el Teatro Juan Bravo nos traiga trabajos de estas características, trabajos que si bien son conocidos y valorados en el medio teatral profesional no lo son para el público en general. Sin embargo, con un aforo de las tres cuartas partes del patio de butacas, indican que la gente confía en la programación de este teatro, más allá de las figuras actorales de primer cartel.
