A pesar de que Atapuerca le ha permitido cumplir muchos sueños, José María Bermúdez de Castro, uno de los tres codirectores de los yacimientos y ‘padre’ del Homo Antecessor, aún tiene muchos retos. El más cercano, compaginar su tarea en la dirección del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana con la próxima campaña de excavaciones que arranca este martes y que convertirá, un año más, a la Sierra de Atapuerca en el escenario perfecto para completar el mapa de la evolución humana.
Llegado el mes de junio, da comienzo una nueva campaña de excavaciones en Atapuerca. ¿Con qué animo afronta esta nueva edición?
Como todos los años, con mucha ilusión, pero entiendo que este año la campaña será complicada porque tendré que compaginar mi labor como codirector de las excavaciones con la de director del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana (Cenieh). Mi deseo es poder marcharme tranquilamente a la excavación, pero sé que eso no podrá ser porque a medida que van pasando los meses, el trabajo en el centro va en aumento.
Un anhelo de todos los científicos que participan en el proyecto es encontrar restos de la especie Neandertal ¿es posible?
Sí, es un deseo conjunto. Ojalá pudiésemos encontrar restos de la especie de los neandertales porque la verdad es que hay vestigios suficientes que nos indican que en Atapuerca pudieron vivir homínidos de esta especie. El problema es encontrar un nivel donde excavar y no sé si en el tiempo que nos queda de vida científica lo podremos conseguir, es un reto complicado.
¿Cuál es realmente el potencial de estos yacimientos? ¿Serán nuestros nietos testigos de más descubrimientos?
El potencial es inmenso, con el ritmo al que se trabaja los yacimientos no se agotarán porque en Atapuerca tenemos una mina inagotable que permitirá que muchas generaciones sean testigos de nuevos hallazgos.
¿Cómo va a ser el MEH y qué se podrá encontrar en él?
Creo que va a tener cosas muy interesantes, entre ellas un número de restos y fósiles originales rescatados en los propios yacimientos que se expondrán, con el riesgo de un posible deterioro. La idea no es que el museo sea un mero contenedor expositivo, sino un transmisor de valores y de conocimientos acerca del mundo de la evolución humana.