El emperador romano Teodosio mandó construir un lujoso palacio en su ciudad natal, Coca, aunque nunca llegó a conocerlo, puesto que una vez que marchó de Cauca para asumir responsabilidades en el Imperio ya no regresó al lugar de su cuna. Tal teoría es defendida por el historiador Ramón Teja, de la Universidad de Cantabria, quien en el transcurso del II Coloquio Internacional “Nuevas perspectivas sobre la Antigüedad Tardía: El mundo teodosiano y el final del Imperio de Occidente” ha insistido en que el edificio ‘teodosiano’ excavado en los últimos años en la localidad segoviana fue mandado levantar por orden de Teodosio, justo en el momento que ejercía como emperador, para un posible retiro.
“Era frecuente en aquella época que los emperadores construyesen suntuosos palacios en sus ciudades de origen, y Teodosio no fue una excepción”, afirmó Teja, recordando que su temprano fallecimiento le impidió volver a Coca.
A juicio de Teja, la familia de Teodosio, noble, se dedicaba en sus tierras de Coca a la cría de caballos, que posteriormente se exportaban para la guerra o para las carreras.
Teodosio era hijo de un gran general romano, Teodosio el Viejo, que ocupó el cargo de magister equitum —jefe de la caballería de todo el Imperio Romano— y fue asesinado “en una venganza de corte”. Posiblemente tras ese suceso Teodosio viviese una temporada en Coca, hasta que el emperador Graciano, viendo la delicada situación de Oriente, amenazado por invasiones godas, decidió recurrir a él. Su exitosa actuación —en un año derrotó a los, haciéndoles regresar al otro lado del río Danubio— le abrió las puertas para que gobernara Oriente y, después, todo el Imperio romano.
Para Teja, Teodosio ha sido “uno de los personajes más importantes de la cultura occidental”, recordando que el edicto de Tesalónica —firmado por él en el año 380—, que convertía al cristianismo en la religión oficial del Imperio, ha tenido vigencia hasta tiempos recientes. Teodosio fue además responsable de que se formara la corte de Constantinopla, ciudad que hasta entonces se limitaba a ser una segunda capital del Imperio. Después de su muerte en 395, las dos partes del Imperio (Occidente y Oriente) se separaron definitivamente, gobernadas por sus hijos Honorio y Arcadio.