Apagadas las luces de Femuka 2023 quedará en el recuerdo esta edición dedicada a la memoria de Jesús María “Chuso”. Por este motivo el paseo teatralizado de San Rafael ha tenido una especial significación compartida con la compañía teatral “Ponte a la cola”, la tuna de magisterio, el grupo de danzas de El Espinar, la guitarra de Nino, las gaitas de Chechu y de Pete, los amigos de la banda o un público entregado a una representación que convierte el monte —engalanado de verdes— en un enorme escenario con olor a resina, helecho y tomillo y con la banda sonora de los arroyos. Se muda en una representación distinta que pasea, entre el canto del verdecillo, caminos de historias y música por un pinar engarzado a sus leyendas y relatos. Teatro, todo el monte es teatro.
Pero el teatro fondillero viene de lejos. Lo aclaro. Me gusta hablar con mis mayores porque ellos, generosos, me devuelven multiplicado por cien y envuelto en intrahistorias de mi gente y de mi tierra, la atención que yo les presto. Y con ellos he aprendido que culturalmente el teatro fue una vía de escape y de ocio para la juventud serrana de mitad del siglo XX, alentada por los poderes fácticos de la época. ¿Ejemplos? En marzo de 1936, durante la República, la junta de Acción Católica de San Rafael acordó la organización de veladas teatrales con un elenco artístico compuesto por jóvenes y niños de la catequesis. Y la cosa, que inicialmente estaba destinada a ahondar las raíces culturales de la juventud fondillera, se trastocó en una forma sostenimiento eclesiástico.
Después de la guerra civil, en 1940, se iniciaron los trabajos de reconstrucción del centro de Juventud de Acción Católica, conocido como Villa María Jesús (Sic) que había sufrido enormes desperfectos. Para ello y ante la total ausencia de recursos económicos, se acordó la representación de algunas obras de teatro para, con la recaudación de la venta de entradas, financiar el proyecto. La parroquia de San Rafael ingresó en tres representaciones de “La venganza de don Mendo”, la friolera de 1.169,50 pesetas. Con ello, se sustituyeron las cristaleras rotas del edificio, su instalación eléctrica, la carpintería… Aquellas funciones de teatro de los años 40 estaban dirigidas por Mariano San Juan, el propietario del hotel Madrid en la travesía de San Rafael.
En los años 50 la actividad también venía inspirada y dirigida por don Amador, el cura, y la recaudación se destinaba a asuntos vinculados con la parroquia y su acción social. Así me lo cuenta a sus 85 años, “Vivi” García Velasco riendo cuando recuerda la obra “Los marqueses de Matute” que interpretó con Carlos de Castro en 1953 cuando ella era apenas una adolescente. La vida misma.
¿Otro ejemplo? “La Ciudad sin Dios” ¡Qué nadie se me asuste! ¡El título no se refiriere a ningún municipio de su provincia! Estoy pensando en la obra de teatro de Joaquín Calvo Sotelo, estrenada en 1957 en el María Guerrero de Madrid y que pocos años después, en 1964, el mocerío de la colonia de San Rafael interpretó en las tablas del edificio de Acción Católica, hoy Centro Cultural Nila Vicente. Ángel Ayuso, que también participó de las aventuras escénicas en aquellos años, sonríe recordando la vergüenza que pasaba subido al escenario y vestido de guardia urbano en la representación de la obra. Añade: “Y encima me tocaba hacer dos papeles. ¡Dos papeles!”
En los años 90, hubo otras aventuras teatrales dirigidas por Ion Garaialde, que se representaron en la sala Innisfree o el cineclub Charles Chaplin de los años 80 que fomentó el entonces teniente de alcalde de San Rafael, Antonio Martín Malagón. Vale.
Son intrahistorias teatrales de nuestra gente que sucedieron en escenarios que sueñan con seguir dando vida al mundo de fantasía interpretativa para el que “Chuso” —motor de tantos proyectos— me pidió que escribiese los guiones. Gracias. Hoy el teatro en San Rafael tiene como bandera el envite de personas, lugares y personajes arracimados entorno al sueño colectivo que desde el año 2015, Femuka y su asociación matriz, El Puntillo Canalla, tejen con los paseos teatralizados por el monte.
Lo dicho, teatro. La vida y el monte es teatro.
