Señora directora:
Bajo el influjo violeta del día 8 de marzo y tal vez porque ambas somos mujeres, déjeme que le cuente una historia.
“Te trataré como a una reina, le dijo, si te vienes conmigo. Y ella imaginó un castillo en el aire sobre mullidas nubes, lejos del cotidiano barro que pisaban sus pies, que comenzó a ver más dignos de alfombras persas que de esteras de cuerda. Mientras, él, forjaba los barrotes de una cárcel de plata con el techo de cristal, para ella.
Qué engañoso espejismo cegó sus ojos, los de ella, qué engañoso egoísmo cegó sus ojos, los de él.
Y un día, casi sin darse cuenta, sus alas, las de ella, ya no pudieron volar, chocaron contra el cielo de cristal de su castillo de plata. Y un día, casi sin darnos cuenta, sus cadenas, las de él, habían amarrado demasiado fuerte la frágil garganta de su reina”.
¡Porque no queremos ser reinas con palacios, sino personas con derechos!
¡Por una igualdad real!
TERESA SANTOS BERNARDOS