La de ayer fue una bonita tarde de regalos en el campo de La Albuera. La primavera regaló un estupendo día, la grada regaló una ovación a Javi Guerra, que realizó el saque de honor del partido, y el Unami, que hace una semana se había regalado la permanencia acabó ofreciéndose el título de Liga a un Burgos que, sin ofrecer un partido de fútbol ni mucho menos extraordinario, supo aprovechar el presente para ganar con solvencia, y alzarse con el campeonato.
Como quiera que el conjunto segoviano tenía menos en juego que el burgalés, porque para complicarse la permanencia los equipos de abajo tenían que sorprender logrando ganar en algunos compromisos francamente complicados, la salida al campo del Unami no fue ni mucho menos mala, con un primer remate de Chechu que se marchó fuera por poco. Pero bastó con que el Burgos mostrara un poco de ambición, que no de fútbol, para que la defensa del equipo de casa comenzara a temblar tras un lanzamiento excesivamente cruzado de Koke después de que Pablo Álvarez superara en el salto a Fran.
La lesión de Miguel, con un esguince de tobillo tras una mala caída, vino a trastocar los planes del Unami, porque Tito se vio obligado a colocar a Maroto en el lateral derecho, dando entrada a Morales en el doble pivote, con lo que el equipo segoviano perdió en contundencia defensiva frente a una línea de creación burgalesa que no ofreció demasiado juego en los primeros 45 minutos, pero sí que lo hizo tras el descanso.
El partido se movió en la primera parte entre los arreones del Burgos, y los aislados intentos del Unami por llegar a la portería de Aurreko sin exponerse demasiado en defensa, por lo que las ocasiones de gol se podían contar con los dedos de una mano. Koke tuvo la mejor de la primera parte rematando fuera un saque de falta cuando tenía una buena posición para marcar, y posteriormente Otero, demasiado individualista en el primer tiempo, lanzaba flojo a las manos de Aurreko en una buena acción ofensiva. El partido apuntaba a empate sin goles cuando el Unami cedió un saque de banda demasiado inocente. Fran se dejó comer la tostada por Koke cuando lo tenía todo a favor para despejar el esférico, y Pocho se quedó por debajo del salto de Carralero, que batió a Mario haciendo el 1-0 antes del descanso.
El Unami se quedó tan noqueado por el gol recibido, que en la segunda parte apenas logró llegar a la línea de tres cuartos con el balón controlado. Pero como quiera que el Burgos lo vio tan sencillo que se echó la siesta durante los primeros 15 minutos de la reanudación, dio la errónea impresión de que el equipo de casa tenía alguna posibilidad de complicarse la cosa al líder de la Liga.
Pero bastó con que, en un balón sin aparente peligro, Fran cediera el esférico a Mario, el balón empezara a botar como un conejo escapando del zorro, y el portero segoviano quisiera emular a Víctor Valdés (o David Durán, que también vale para esta comparación), tratando de regatear al delantero burgalés Cristo, para que éste le robara el esférico, y marcara el 0-2 a puerta vacía.
Y ahí se acabó la historia interesante del partido, aunque éste tuvo algún capítulo más, como el tercer tanto visitante, obra de Carralero después de marcharse con facilidad de la defensa local, superando a Mario con un lanzamiento cruzado, o el penalti con el que el colegiado sancionó una caída de Juanlu dentro del área, que Otero mandó por encima de la portería burgalesa. Lo cierto fue que el Burgos aprovechó mejor los regalos que le hizo el Unami, que hizo lo que tenía que hacer en Villaralbo, sabedor de que este partido tenía muy mala pinta para él. Al final, hubo alegría para todos. Para el Burgos, porque se hizo con el título de Liga faltando una jornada para el final, y para el Unami, porque los resultados de la jornada le dejan (salvo Armaggedon inesperado) un año más en la Tercera División, lo que no sólo deja una sensación de objetivo cumplido, sino también de que el equipo ha hecho las cosas muy bien esta temporada.
