El francés Sylvain Chavanel, del equipo Quick Step, se convirtió en el nuevo líder del Tour de Francia tras imponerse en solitario en la segunda etapa, disputada entre Bruselas y Spa, de 201 kilómetros, una jornada atípica en la que el pelotón hizo huelga de pedales tras las múltiples caídas del domingo.
Chavanel, de 30 años, aprovechó el regalo y firmó la etapa y el maillot amarillo en un escenario especial para él. El pasado 25 de abril, en la Lieja-Bastoña-Lieja se chocó contra un coche y sufrió una fractura de cráneo. La vida le quiso dar otra oportunidad y se recuperó en un tiempo récord. Prometió volver para ganar, pero tal vez no sabía que lo haría en el Tour.
En la víspera de la esperada etapa de pavés, el galo arrebató el maillot al suizo Fabian Cancellara, que ahora es segundo a 2,57. Tercero es el alemán Tony Martin (Columbia) a 3,07.
La escapada de rigor se formó al poco de arrancar con ocho componentes, Lloyd y Roelandts (Omega), Burghardt (BMC), Chavanel y Pineau (Quick Step), Turgot (Bouygues), Taaramae (Cofidis) y Gavazzi (Lampre). Una aventura permitida por el pelotón hasta los 6,55 minutos de ventaja acumulados en el kilómetro 40.
De ahí no paso el reto para el gran grupo en esta jornada que empezó plomiza en Bruselas y que enseguida se puso fea con una lluvia que empapó el asfalto y las espaldas de los corredores. Además, no se trataba de un guión para llegar al sprint, ya que de camino había seis cotas.
El grupo de ocho fue perdiendo unidades a medida que iban superando las dificultades montañosas. El Cervélo y el Saxo Bank se encargaron de mantener a poco más de un minuto la fuga, que se redujo a dos integrantes, el francés Sylvain Chavanel y el belga Roelandts.
Caída de andy schleck
Fue en el descenso del Col de Stockeu cuando llegó el caos con varias caídas. Andy Schleck, el teórico rival número uno de Contador, encendió la alarma con un codo ensangrentado con tinte de fractura, pero subió de nuevo a la bicicleta, apretó los dientes y emprendió la persecución del grupo de favoritos.
A 25 kilómetros de Spa, Sylvain Chavanel se quedó solo en cabeza y apretó el ritmo. La pizarra marcaba 1,20 sobre el grupo de Cancellara y 4,22 sobre Andy Schleck. El líder trató de mantener el maillot amarillo para lucirlo sobre el pavés, pero no lo logró.
Ahí empezó el pacto entre caballeros ciclistas. El helvético ralentizó el ritmo para no hundir a Andy Schleck y eso permitió que enlazaran Contador, Basso y Armstrong a 17 kilómetros de meta, y también que el francés del Quick Step aumentara su renta y sus posibilidades de ser el nuevo líder de la ‘Grande Boucle’.
Nadie quiso sacar rédito del accidente del pequeño de los hermanos Schleck, de manera que, en el ascenso a la última cota de la jornada, llegó al pelotón principal. Ni el Astana ni el Radioshack arrancaron con fines lucrativos. Hubo conversaciones para acordar entrar todos juntos.
«Éticamente no estaba bien tirar, pero personalmente tenía a Luis León delante y la carrera iba lanzada y es carrera. Tenía un conflicto personal», indicó José Iván Gutiérrez, campeón de España.
Camino de rosas para Chavanel, que pudo saborear momentos de gloria mientras el grupo de favoritos daba por bueno que nadie se hubiese ido al hospital. El francés sacó sobresaliente en coraje y ambición, las mismas virtudes que le sirvieron para arreglar su fractura de cráneo. El pelotón terminó su paseo-protesta a cuatro minutos. Todos tranquilos, sin sprint ni nada por el estilo, y entre abucheos del público.
«Si se llega a caer Alberto Contador no espera nadie y todo el mundo corre a muerte», remachó Gutiérrez. Pues eso.
