Creo que es bueno, en alguno de estos comentarios semanales, huir un poco de temas tan generales y tan frecuentes, a veces tan preocupantes, como son las situaciones que viene provocando el virus o las actuaciones de los políticos, de todos los partidos y de todos los niveles. Evadirse por unos minutos de estas cuestiones me parece que resultará saludable para todos, para mí colocado ante el teclado, y para usted, como amigo lector.
Pues bien, ocurrió un año… Pero, dejemos a un lado este comienzo casi de cuento infantil para ir al grano. El año era el 1989, y la época, el mes de julio. Se cumplía entonces el XX aniversario de la creación de la Semana de Música de Cámara (la verdadera, digo yo también, emulando a Luis María Ansón cuando cita al ‘ABC verdadero’, que él dirigía), y ante tal efemérides musical, se me ocurrió preparar un suplemento en este periódico dedicado al que entonces era importante acontecimiento anual en la cultura segoviana. El número salió con fecha 12 de julio (los conciertos eran entre el 13 y el 29), y a lo largo de tres de las ocho páginas de que constaba hice una relación completa de las agrupaciones y solistas que habían intervenido en cada uno de los conciertos, como asimismo de las obras interpretadas en todos ellos. Se completaba el suplemento periodístico con los historiales y fotos de los artistas que iban a participar en esta edición número 20. Un documento-resumen muy interesante en el momento. Pero pensé que era oportuna la colaboración del entonces director de la Semana, Paco de Paula Rodríguez Martín, ‘padre de la criatura’ en colaboración con el pianista y musicólogo Antonio Iglesias, que era subcomisario técnico de Música, y de otro segoviano, Pedro Calle, entonces relacionado de alguna forma con el organismo nacional.
La colaboración literaria de Paco se centró en unas anécdotas ocurridas, y por él vividas, claro está, cuando en 1970 llegó el momento de la inauguración del primer concierto. Estaba encargado de la apertura del programa, a celebrar en el claustro de la Catedral, el Ensamble Instrumental de Francia, que dirigía un famoso violinista, Pierre Wallez, y que entonces era uno de los mejores conjuntos de Europa. En la fecha del día 10, según contaba Paco en el artículo, cuando se disponía a comer, suena el teléfono y Antonio Iglesias le da la fatal noticia: El Ensamble no podía venir a tocar a Segovia.
El grupo, al llegar a la frontera francesa, se encuentra con que los aduaneros galos estaban en huelga de celo, y procedían a un escrupuloso examen de maletas, bultos y de instrumentos musicales. Así descubren que uno de los violonchelos que portaba el grupo de músicos tenía más de cien años de antigüedad, lo que le hacía objeto de arte inexportable de Francia, por lo que le requisaron en el acto. Discusiones, gestiones por un lado y por otro, pero los aduaneros fueron inflexibles. Las consiguientes llamadas telefónicas por los músicos a Antonio Iglesias y el tremendo y agobiante susto para el director de la Semana, angustiado por el problema, ya que estaba vendida la totalidad del aforo. Iglesias le anuncia al tiempo que habrá unos buenos sustitutos, el Cuarteto Clásico de Radio Nacional.
Nervios, trabajos extra y urgentísimos para preparar carteles de aviso a colocar en lugares clave para información de los aficionados, avisos por la radio, apertura urgente de taquilla para la devolución de entradas a quienes lo demandaran…
Pero, el día seguía siendo aciago: faltaba una hora para el comienzo del concierto de apertura, y los componentes del Cuarteto Clásico de Radio Nacional de España tampoco aparecían. Nadie tenía noticias de ellos, no había entonces teléfonos móviles, se puso en movimiento a la Policía Municipal… ¡Al fin se encontró a los músicos! Como uno de ellos era el violinista Eduardo Hernández Asiaín, hermano del propietario y director de Radio Segovia, Antonio, se le había ocurrido que el ensayo antes del concierto, previsto también en el claustro catedralicio, le realizaran en el jardín de la emisora, donde felizmente ¡les hallaron!
El concierto, después de tantas vicisitudes, se celebró con normalidad, y el estreno de la I Semana fue un éxito.
Añadía Paco en su comentario otra anécdota: En aquella primera edición de la Semana intervino también el gran arpista Nicolás Zabaleta, quien manifestaba al director que, a su edad, ya tenía alcanzado todo a lo que podía aspirar en la música. Pero, lo que representa el arte para un personaje de esta talla se puso de relieve tiempo después, porque Nicolás Zabaleta, ya con 82 años, volvió a Segovia en 1989 para actuar precisamente en la XX edición de la Semana de Música de Cámara.
