Aún no ha sido condenado por la Justicia, pero Dominique Strauss-Kahn ya está condenado políticamente. Desde la cárcel neoyorquina donde permanece retenido desde el pasado sábado acusado de violación, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) dimitió ayer «con efecto inmediato» para dedicarse por completo a su defensa legal.
«Con una tristeza infinita, me siento obligado a presentar al Comité Ejecutivo mi renuncia al cargo de director gerente del FMI», escribió en una carta el político francés, quien también expresó los motivos de su decisión: «Quiero dedicar toda mi fuerza, todo mi tiempo y todas mis energías a probar mi inocencia».
Cinco días ha tardado en ceder a la presión, pese a que aún no hay una sentencia. Pero, la gravedad de los hechos que se le imputan, pesan más que cualquier trayectoria y que cualquier poder político, ya que o bien al mujeriego socialista le ha salido mal su franqueza mediática cuando ha reconocido que le pierden las mujeres y ha sido víctima de un complot, como opina la mayoría de los franceses; o ha incurrido en un delito de violación, por el que no merece ninguna clase de impunidad.
En cualquier caso, lo que dice el ya ex director gerente del Fondo es que nada de eso ha sucedido y que renuncia para demostrarlo. Así, sigue rechazando los siete cargos que se le imputan por el supuesto intento de violación a una empleada de un hotel de Nueva York. «Niego con la mayor firmeza posible todas las acusaciones que se han hecho», manifestó.
Entre los motivos de su renuncia, Strauss-Kahn aludió también a su deseo de «proteger» la institución, a la que asegura que ha servido «con honor y devoción». «Pienso en mis compañeros, juntos hemos logrado grandes cosas en los últimos tres años», recordó. Asimismo, subrayó el peso de su familia en la toma de la decisión. «Pienso en mi mujer -a la que quiero más que a nada- en mis hijos, en mis amigos», insistió.
Por otro lado, a última hora de la tarde se formalizó la acusación por un gran jurado de los cargos de abusos sexuales e intento de violación, al tiempo que el juez que lleva el caso dictó una fianza de un millón de dólares (casi 700.000 euros) y pidió garantías por valor de cinco millones de dólares para el francés, que será puesto bajo arresto domiciliario y bajo seguimiento electrónico. Tanta vigilancia se debe a que el fiscal mostró su temor a que éste pudiera escapar a la Justicia «por sus contactos políticos y sus medios económicos».
Un posible testigo
Mientras, nuevas informaciones continúan saliendo a la palestra. Así, según publicó ayer Le Figaro, un trabajador del hotel estaba en la habitación del galo cuando entró la mujer que le acusa de violación. Según detalló, el hombre se estaba llevando el desayuno del arrestado cuando la empleada del servicio entró y le preguntó si podía empezar a limpiar la habitación. El camarero le indicó que él había terminado su trabajo y que la suite estaba vacía, con lo que la empleada Nafissatou Diallo no sabía que el político se encontraba en el baño y creyó que estaba sola.
En caso de confirmarse esa presencia, su testimonio sobre el estado de la habitación podría ser importante para la investigación, máxime porque no había ninguna cámara en el pasillo que conduce a la habitación 2806.
