Las autoridades estadounidenses ya lo habían advertido: los hermanos Tsarnaev, sospechosos de cometer los atentados de Boston hace dos semanas, no actuaron solos. Y, desde esa premisa están actuando, de modo que ayer interrogaron a la viuda del mayor de los presuntos asesinos, que murió en una persecución de la Policía, tras encontrar restos de ADN femenino en una de las bombas utilizadas en el ataque contra la maratón, que acabó con tres fallecidos y dejó heridas a casi dos centenares de personas.
Aunque el ADN podría pertenecer a una espectadora de la prueba atlética, a una vendedora o a una fabricante de los componentes de las bombas, el FBI cree que pertenece a una cómplice de Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev.
Dentro de estas estimaciones, los servicios federales se desplazaron hasta Rhode Island para recoger muestras genéticas de Katherine Russel, la esposa del fallecido sospechoso, con el fin de compararlo con el hallado en la olla, y, además, fue interrogada durante 90 minutos. Una sesión en la que Russel negó cualquier vinculación. De hecho, su abogado, Amato DeLuca, aseguró que su cliente «está haciendo todo lo posible para ayudar en las pesquisas».
Y es que los investigadores se muestran convencidos de que los hermanos no pudieron actuar solos. «Todavía hay personas de interés en Estados Unidos con las que el FBI quiere conversar», apuntó el pasado lunes el jefe de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers.
Mientras tanto, el presidente estadounidense, Barack Obama, admitió que todavía existen «suspicacias» entre los servicios de Inteligencia de Rusia y EEUU a la hora de colaborar en la completa resolución de esos atentados, si bien agradeció la cooperación brindada por su homólogo, Vladimir Putin. Asimismo, defendió la labor de las Fuerzas de Seguridad en el país.
