Las matemáticas son la profesión del momento, hasta el punto de que vive su ‘Siglo de Oro’ tras pasar de ser una carrera minoritaria y abocada a la docencia a despertar el interés de los mejores universitarios por su alta empleabilidad. La empresa privada en ámbitos como las finanzas, consultoría, desarrollo de software, inteligencia artificial y ‘big data’ se rifan a los matemáticos, incluso antes de graduarse, quienes no dudan en trabajar en sectores donde las oportunidades laborales son más atractivas y, sobre todo, mejor remuneradas. Y eso tiene su consecuencia en las aulas de los institutos, donde escasean profesores con la especialización de Matemáticas, porque la enseñanza no es la primera opción.
Los números cantan. Las últimas oposiciones de Secundaria, celebradas en verano, ofertaban 190 plazas en la especialidad de Matemáticas y quedaron 127 sin cubrir; solo un tercio de los que se presentan a las oposiciones es graduado en Matemáticas y el Máster en Profesor de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato de la Universidad de Valladolid (UVa) en la especialidad de Matemáticas está copado por ingenieros y solo tres de los quince matriculados son graduados en la materia.
Eduardo Izquierdo lleva 32 cursos como profesor de Matemáticas en la ESO y desde el año pasado es catedrático. En la actualidad, está en el Instituto Río Duero de Tudela de Duero (Valladolid) y confiesa que ha disfrutado “mucho” de la docencia pero reconoce que si hoy acabara la carrera con “veintipocos años” se dedicaría a otra cosa que no fuera la docencia por que ahora hay un sinfín de oportunidades que entonces no existían. Y no se refiere al tema económico o laboral sino, sobre todo, por la posibilidad de investigar y trabajar en ámbitos que aporten más conocimiento como el ‘big data’ de la genética o las matemáticas aplicadas. «Los trabajos que había antes para los matemáticos no eran tan creativos”, sentencia.
La coordinadora del Grado de Matemáticas de la UVa, María Paz Calvo, desconoce cuánto tiempo va durar la “fiesta” del boom de los matemáticos al precisar que cree que estos fenómenos son un “poco pendulares” que, tal vez, puede coincidir con que los contenidos de matemáticas se han reducido en titulaciones como Ingeniería, Informática o incluso Arquitectura. “Lo cierto es que ahora todas las empresas quieren tener un matemático. Parece que si prescindes de uno no eres nada, lo mismo que ocurría hace años con los ingenieros”, sentencia.
A la pregunta de qué tiene un matemático que sea tan deseado en una empresa, Calvo responde que el alumno se enfrenta cada día a resolver problemas, utilizando todo tipo de herramientas, por lo que su cabeza se ha preparado para esos desafíos y retos, que luego surgen en el sector privado.
Izquierdo asegura que la profesión de docente de Matemáticas ha cambiado “una barbaridad” desde que llegó a las aulas en los años 90 del siglo pasado, especialmente en la didáctica. Explica que se hacen más pruebas, se valora el trabajo en grupo y su participación en clase, en lugar de ser todo “muy teórico” y basado en números. Algo que, sin duda, “engancha” a los alumnos, lo que se traduce en que el índice de suspensos haya bajado y el nivel medio ha subido mucho. Todo ello es posible, añade, gracias a que existen muchos recursos al alcance de la mano, lo que permite ir más allá de aprobar un examen y superar pruebas. “Creo que un chaval sabe matemáticas cuando entiende los conceptos, es capaz de aplicarlos y utiliza herramientas para resolver un problema, que es lo más pegado a la vida cotidiana”, apunta.
Hasta el punto que no duda en señalar que, posiblemente, sea la asignatura que más ha cambiado en los últimos años, aunque precisa que aún hay profesores “retrógrados” y “anquilosados”, que utilizan el método de enseñanza del siglo pasado, que, al final, sufren el rechazo del alumnado. “La sociedad ha evolucionado en todos los sentidos y no se puede enseñar como hace 40 años. La clave está en que los alumnos aprendan y el profesor es una herramienta y un instrumento más. El objetivo no es que tú sepas muchas matemáticas sino que los chicos aprendan muchas matemáticas”, sentencia.
Lo cierto es que la coordinadora de Matemáticas en la Universidad de Valladolid asegura que son “minoritarios” los recién graduados que, en la actualidad, deciden cursar el Máster de Secundaria y, luego, preparar las oposiciones de Secundaria. “De unos años a ahora, el abanico que le ofrece el mundo de la empresa es enorme y el tema de la docencia, de momento, la tienen apartada”, incide. Otra cosa es, que pasados unos años, cuando las “exigencias” y las “presiones” en la empresa se hacen incompatibles con la vida personal, algunos optan por la docencia. Por otro lado, hay otro porcentaje pequeño que opta por hacer carrera a más largo plazo en la universidad, con la preparación de una tesis doctoral y la investigación, aunque con “muchas más incertidumbres” que prepararse una oposición. “En unos años, con las jubilaciones a corto plazo, habrá plazas en la UVa, algo que no ocurría hace 15 años pero no descarto que en un futuro vayamos a tener el mismo problema que en Secundaria, por la falta de matemáticos que investiguen y continúen con una labor tan necesaria”, reflexiona.
Eduardo Izquierdo abre otro debate para que la universidad oferte más plazas en el Grado de Matemáticas al considerar que el mercado laboral demanda graduados formados en esa materia, sobre todo vinculados al ‘big data’. Este curso, la UVa sacó 45 plazas que recibieron un total de 704 preinscripciones. Una elevadísima demanda que influye en la nota de corte requerida para entrar a cursar la carrera, que supera el 12.
La coordinadora de la Universidad que incrementar el número de plazas ofertadas no es tan sencillo, porque, entre cosas, no andan sobrados de profesorado ni tampoco se cuenta con aulas grandes, que en su día fueron diseñadas para grupos reducidos. “Las infraestructuras se pueden hacer, con cierto tiempo, pero el tema del profesorado es más complicado porque, a nivel nacional, todas las facultades andan escasos de personal”, asevera. En ese sentido, duda que la Universidad de Burgos (UBU), que el curso próximo implantará el Grado de Matemáticas Aplicadas y Computación, vaya a encontrar personal cualificado para impartir los estudios.
