Europa, más que nunca, sigue con detalle todo lo que ocurre en Japón. La crisis nuclear que se ha desatado en el país nipón tras el terremoto y el tsunami registrados el pasado viernes podría tener consecuencias de gran alcance para los operadores de centrales nucleares europeas y para el mercado eléctrico en general.
Así, el titular europeo de Energía, Günther Oettinger, aseguró ayer que no todas las centrales nucleares europeas pasarán las pruebas de resistencia de la UE puesto que no responden a los criterios de seguridad más exigentes. «Los exámenes de resistencia que la Unión Europea va a llevar a cabo mostrarán que no todas las centrales responden a las normas de seguridad más estrictas», declaró Oettinger.
El comisario justificó ante el Parlamento Europeo la realización de esos test porque «tenemos la necesidad de revaluar todos los riesgos con un balance de seguridad exhaustivo».
En los 27 países de la UE hay actualmente 143 reactores atómicos en activo, 58 de los cuales están en Francia, que es el país del mundo más nuclearizado en términos relativos, ya que en torno al 80 por ciento de su electricidad es de origen nuclear.
Por su parte, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, anunció la revisión de ocho reactores operativos en España, así como la redacción de informes complementarios sobre los riesgos sísmicos y de inundaciones a los que puedan estar sometidos.
Por otro lado, el analista de S&P, Andreas Kindahl, considera que la situación que se vive en la planta de Fukushima es posible que se convierta en un acontecimiento que cambie las reglas del juego en los mercados energéticos europeos y entre las compañías que operan en ellos. La agencia cree que las consecuencias a corto plazo serán limitadas para la calidad del crédito de las operadoras nucleares europeas en general, excepto en el caso de las alemanas, donde serán ligeramente negativas tras la decisión de su Gobierno de suspender las operaciones en siete plantas del país. En este sentido, el informe explica que los efectos negativos a corto plazo se limitarán a pérdidas en los acuerdos de cobertura y a unos menores márgenes de beneficios en 2011. Esto se debe a que las compañías están casi totalmente cubiertas ante unos niveles más bajos de los precios de la energía y a que podrían tener que comprar o producir electricidad, lo que es más caro que tener la producción nuclear fuera de servicio. Sin embargo, añade que las consecuencias a medio y largo plazo podrían ser mayores, dependiendo de las repercusiones que el desastre en Japón tenga en las políticas energéticas europeas en general y en las relacionadas con la energía nuclear en particular.
En este sentido, explica que cualquier decisión de restringir la contribución de la energía nuclear al suministro eléctrico en Europa podría llevar a unas mayores necesidades de inversión en fuentes de energía renovable, principalmente en la eólica y la hidráulica.
Kindhal subraya que las compañías que cuentan con una mayor presencia de energía nuclear tendrían que acelerar sus planes de inversión para sustituir sus capacidades de forma gradual. «Esto podría presionar la rentabilidad de las empresas históricas porque una parte de sus beneficios procede de la producción nuclear de bajo coste», agregó.
Ya en el orden económico, la moneda nipona alcanzó ayer frente al dólar su máximo valor desde el fin de la Segunda Guerra Mundial a la espera de que Tokio tenga que hacer uso de un gran volumen de fondos para financiar la reconstrucción de las zonas afectadas. El Banco de Japón intentó rebajar el pánico de los inversores en la Bolsa nacional con una inyección de 54.534 millones de euros por cuarto día consecutivo. Esta medida fue respaldada por el Fondo Monetario Internacional, cuya portavoz, Caroline Atkinson, aseguró, en una rueda de prensa, que la organización está estudiando si las medidas puestas en práctica por el Gobierno de Naoto Kan, entre ellas la inyección de 140.000 millones de euros en su sistema económico, son las adecuadas.
