Del buen trabajo –incluso didáctico-, que quien leyere encontrará en las actas de la Sociedad Económica de Amigos del País (también conocida como ‘La Económica’ y ‘Sociedad Patriótica’), he acotado unos cuantos párrafos referidos a las importantes fábricas de sombreros que tuvo Segovia, tanto en producción como en la calidad del producto.
¿Consideran el tema sugerente? Pues… adelante.
Afirmaba en su escrito el equipo (formado por los señores socios Luengo y Benito) que La Económica puso a investigar a mediados del año 1782, que el ‘primer establecimiento de sombreros en Segovia data del lejano año de 1109’ (1), dejando constancia a su vez de que eran muchos los trabajadores que se ‘empleaban en su manufactura’.
Alrededor de 300 años después, las fábricas de Segovia se habían especializado de tal forma que su producto llegaba a toda España y Portugal. También ‘reinos extraños’ y el ‘Mundo Nuevo’. El Gremio de Sombrereros había creado ya sus propias ordenanzas (2) que reglaban el ejercicio de la profesión. La especialización de su trabajo les llevó a ser los únicos de España que ‘ponían adornos en los sombreros’. Para ello, utilizaron desde sus comienzos lana, añinos (3)… así como pelo de liebre y conejo.
Para conseguir estos ‘adornos’ había en la ciudad numerosos tratantes (4) que se ubicaban en los barrios de San Millán y Santa Columba. Cien años después, mitad del siglo XVI, en nada había decaído el Gremio. Muy al contrario, observando lo que sucedió, había llegado a su cénit de la fabricación. En ese momento del referido siglo, Segovia contaba con ochenta tiendas y sus correspondientes maestros (5).
El giro negativo llegó a finales referido siglo. La peste de 1598 y siguiente se llevó por delante a mucha población, mientras otras personas huyeron de la ciudad, por lo que a comienzos del XVII las fábricas comenzaron a cerrar. Resistieron a su ‘muerte’ veintisiete y quince maestros sombrereros.
No solo fue esa la causa. El reiterado informe puso sobre el papel otras consecuencias que fueron deteriorando el camino, a saber:
– No haber observado (se olvidaron) de las Ordenanzas.
-No haber perfeccionado, cuando procedía, los sombreros.
-Haber abierto nuevos talleres en distintos lugares de España, la práctica totalidad dirigidos por maestros segovianos, que percibían mejores salarios. Eran los más hábiles del mercado.
El informe entregado a La Económica no dejaba lugar a dudas: ‘Las fábricas se han ido minorando hasta quedar en dos y una viuda, cuya tienda es gobernada por un oficial. El comercio de sombreros se mantiene con cuatro casas y 17 personas’, a saber:
-En la Parroquia de San Lorenzo, los Marqueses del Valle de Lima en su casa solariega del arrabal.
– Antonio Martín, que atiende en el ‘Azobejo’.
– Pedro Gutiérrez, en la calle Herrería.
– Águeda Miguel, en las Cuatro Calles, con el oficial segoviano Manuel González, ‘los que en estas casas se hacen se pueden equiparar a los primeros sombreros que se fabricaron en Segovia’.
Aquí se fabricaban de paño y piel, a los que se conocían por nombres como:
– Sombrero sobre bonete de nueve dedos de falda.
– Calamés de terciopelo negro.
– De Lanza fina azul.
– De Lanza Negra de la Mancha…
‘Nuestros sombreros eran decentes, de mayor duración y resistencia al agua que los que se pudieran fabricar en cualquier otro lugar’. De ahí –de ese buen trabajo-, se desprende que sirvieran a la Casa del Rey para ser utilizados en sus monterías, al tiempo que en estas fábricas se producían todos los sombreros de la Curia.
En el siglo XIX aún se fabricaban Monteras, elemento tradicional de la indumentaria segoviana.
Hemos querido recordar, con esta escueta historia, a quienes con su buen hacer llevaron la extraordinaria muestra de su trabajo a medio mundo. Y salieron de aquí, de Segovia
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(1) Ya aparecía en el Fuero de Sepúlveda, dado por el conde Fernán González, año 940, confirmado por Alfonso VI de León (1076) y ratificado por Fernando IV de Castilla en 1305.
(2) Aprobadas por Felipe III en 1598 y ratificadas el 7 de Febrero del año siguiente.
(3) Pieles con su lana de los corderos que no llegan a un año y que han sido adobadas por los curtidores.
(4) Persona que tiene por oficio comprar género o animales para después revenderlos.
(5) ‘Historia de las Corporaciones de Menestrales en Segovia’. Marqués de Lozoya. Imp. Mauro Lozano, año 1921.
