Sin ideas, sin ritmo, sin rumbo, sin gol… sin identidad, pero con margen de mejora. Ese es el clavo ardiendo al que se agarra el Naturpellet Segovia después de sufrir una severa goleada (0-7) en casa ante el Aspil Vidal Ribera Navarra, en la que la plantilla de Diego Gacimartín no se reconoció en ningún momento. Se midió a un rival que jugó bien sus variantes en los sistemas de cuatro y del tres-uno y que, aunque no fue un rodillo, terminó convirtiéndose en una apisonadora ante la permisividad local. Sin embargo, lejos de poner la puntilla, brillaron por su deportividad dando por concluido el encuentro antes del bocinazo final y el público del Pedro Delgado se puso en pie para reconocer su respeto a Segovia. Todo un gesto.
Más allá del abultado resultado, las heridas que quedan en carne viva para el conjunto blanquirrojo son la falta de capacidad para leer los problemas y las distintas situaciones de partido, la ausencia de gol y el estruendo de ideas. Todos estos factores se ven reflejados en la clasificación, siendo colista con el mayor número de tantos recibidos (12) y sin todavía estrenarse de cara a puerta. Preocupación, para la que el club pide tranquilidad.
El guarismo de la juventud de los integrantes, la falta de rodaje y, sobre todo, de conjunción son las explicaciones más lógicas al mal inicio del cuadro segoviano. Lo cierto es que la competición ya lleva dos jornadas y la agenda prevista para las próximas semanas es de máximo trastorno, con el desplazamiento diario al pabellón de Palazuelos de Eresma para entrenar por el inicio de las obras en el ‘Perico’, la inminente salida contra el Barcelona Lassa y la espera de saber donde jugará como local los próximos compromisos. Hay quien se habrá bajado ya del carro, aunque no le haya dado tiempo a subirse, pero si algo tiene este club, en su corta historia, es capacidad de adaptación, macerada siempre con el pertinente tiempo, claro.
Gacimartín salió con Thiago Soares, bajo palos, el cierre Raya, los alas Álvaro López y Álex Fuentes y el pívot Antonio Diz. Por otro lado, el quinteto de José Lucas Mena ‘Pato’ estuvo definido por el guardameta Gus y los jugadores de campo David, Sepe, Sergio González y Trípodi. La imprecisión y los nervios iniciales invadieron al Naturpellet en el arranque. No comenzó mucho mejor el Ribera Navarra, pero su alta presión obligó a que los jugadores locales cedieran el balón en repetidas ocasiones a Soares donde se mostró desconfiado con los pies. De esta situación nació el 0-1 cuando apenas se había consumido algo más de un minuto en una jugada entre Trípodi y David, que culminó el segundo de forma fácil y sin el apego de la defensa segoviana. Peor no pudo empezar el cuadro blanquirrojo y Gacimartín introdujo a Nico Rolón, Chus, Álvaro Quevedo y Buitre para intentar cambiar la dirección de la contienda. Por su lado, Pato mantuvo constancia en su bloque inicial, mientras que el Naturpellet ganó en acople sobre la pista azul con un trabajo defensivo más completo y con disparos lejanos a través de Rolón y Quevedo para sacudirse la presión, aunque sin determinación.
La lectura de los tudelanos fue clara: presionar la primera línea de los de Segovia, percatándose de su endeble salida de balón. Gacimartín sacó a los dos pívots referencia del equipo, Buitre y Antonio Diz, para tratar de ganar en profundidad, pero los movimientos generados, sobre todo a balón parado, eran bastante previsibles. En un saque de esquina, el Navarra se adelantó a la pizarra del conjunto blanquirrojo y Trípodi ganó la marca a Chus para presentarse en solitario ante la estampa de Soares y definir sin temblarle el pulso en ningún momento para materializar el 0-2. El resultado para nada era el esperado para el Naturpellet, pero lo más preocupante fue la imagen dada. Insulso, con pocas variantes de juego y sin apenas de decir nada sobre el 40×20. En la primera parte se salvó el oficio Rolón y el querer de Quevedo y poco más, ante un rival que para nada fue demoledor. Más hecho y con más tino de cara a portería, pero sin crear excesivos problemas en creación. Un primer tiempo inmerso en una dinámica parecida a la del pasado domingo contra el Inter, pero en esa ocasión era para aguantar, y aguantó con criterio, y en esta el contrincante no llevaba tanto peso ni peligro y podía haber jugado de tú a tú.
El descanso era para hacer autoanálisis y plantar alternativas encima de la mesa. Dar con las teclas para remontar la desestructuración de juego era la difícil tarea de Gacimartín. En definitiva: cómo llevar a cabo la teoría a la práctica o cómo imponerse a las adversidades en cada situación del partido. Inteligencia en pista, sobre todo; y confianza, dejando a un lado los nervios lógicos que atenazan en los debuts. Tras el ecuador, el equipo de Segovia saltó con Soares, Rolón, López, Chus y Raya; y el de Tudela, con Gus, David, Sepe, González y Trípodi. El efecto siguió siendo el mismo y, lejos de salir con un bálsamo al cambio, el Naturpellet sufrió la expulsión de Rolón, al ver la segunda cartulina amarilla tras un manotazo en la cara a un contrincante. Se quedó con cuatro hombres en pista y, ante esta circunstancia, el Navarra colocó sus cartas con superioridad para obrar el 0-3 por mediación de Trípodi, que hizo doblete al rematar una jugada colectiva.
La falta de iniciativa y la presión a medio gas de los segovianos dieron comodidad a los tudelanos. La única forma con la que el cuadro blanquirrojo llegaba a los dominios de Gus era con tiros lejanos, sin sentido, que en ningún momento le pusieron en apuros. No hubo ritmo alto ninguno, pero los visitantes vieron a la perfección las carencias del rival para solventar el encuentro con otros dos goles, a cuenta de Ferrán Plana y David, que encontraron en el segundo palo su mejor aliado. El 0-5 llevó a los locales a perder incluso las formas y se vieron gestos desacertados, en los que el Navarra no quiso entrar y en los que la pareja arbitral perdonó alguna amonestación. Aún por delante en el electrónico, el Ribera demostró nobleza y se dedicó exclusivamente a los asuntos deportivos, sin forzar la maquinaria.
Ya en los últimos minutos, Mínguez aprovechó una contra en solitario para hacer el sexto y González y Gus dieron sendos palos, que pudieron todavía agravar la renta. Con este resultado, Gacimartín introdujo a Álvaro López como portero jugador para salir de cinco sobre el campo, pero lo que no se logró en 36 minutos no se iba a hacer en el final. Con este sistema, el plantel de Tudela cobró el séptimo, obra de Lemine, y Pato decidió poner el broche cuando todavía quedaba algo más de un minuto con un gesto deportivo y de respeto hacia el Naturpellet.
