MARÍA TELLERÍA
FOTOS: HÉCTOR CRIADO
En el centro trabajan unas treinta personas, quince de ellos profesores, que, en la mayoría de los casos provienen de la Consejería de Agricultura, son veterinarios, ingenieros agrónomos, forestales y de montes. La Consejería de Educación, también nos cede una serie de docentes para impartir módulos relacionados con cuestiones más específicas, como es la Educación Física, la orientación laboral o el inglés. Además de los profesores, los alumnos tienen un montón de gente implicada en su formación, unos cuarenta en cada ciclo. Son exalumnos o empresarios de los diferentes sectores que vienen a dar clases magistrales, a contar sus experiencias de una manera muy práctica o a los que vamos a visitar en sus empresas.
El resto de los trabajadores, los otros quince, son personal de servicio y administrativo: ordenanzas, personal de limpieza, tractoristas, peones y hay una oficial pecuario. Todos ellos son muy empáticos y están muy implicados porque estar con los chicos engancha. Creo que hemos implantado unos ciclos que tienen futuro, que tienen demanda. La gente que trabajamos aquí nos gusta, nos gusta lo que hacemos, nos gusta el sector o subsector en el que nos movemos y creemos en ello. Y, sobre todo, nos gusta trabajar con los estudiantes.

¿Qué aporta el centro a los estudiantes?
Estamos cambiando sus preferencias porque cuando los chicos vienen aquí, vienen pensando en los perros, en los gatos y en los caballos y nosotros les decimos: hay que pensar en las ovejas, las vacas, las cabras y los cerdos, que es donde se necesitan profesionales.
Se os va a pagar bien por vuestro trabajo y se os va a remunerar por vuestra formación, por lo que sois. Y esto es un cambio importante de mentalidad. Por otra parte, las instalaciones de la escuela son realmente magníficas además de vanguardistas y eso, para la gente que le gusta la naturaleza, es importantísimo. Aunque los alumnos no viven aquí, está el factor humano, la relación que establecen con los profesores y las dinámicas que se crean con los compañeros en este entorno son realmente excepcionales.
¿Cuáles son las principales demandas profesionales del sector agropecuario?
La importancia del sector agropecuario, sobre todo la ganadería es elevadísima, económicamente, el peso es cada vez mayor. Aquí, en Castilla y León los trabajadores suponen entre un 5 y un 6 por ciento de la población, el doble de lo que hay a nivel nacional. En la provincia de Segovia el sector ganadero representa el 70% de la producción agropecuaria. Y cada vez es más grande la demanda de personas que tengan una buena formación tecnológica, hoy en día no se necesita un trabajador, se necesita un técnico que pueda realizar varios oficios, que sepa de gestión.
Las explotaciones requieren de personal formado que permita la generación de riqueza, que ayuden a fijar población en el medio rural y eso es los que aquí les enseñamos. Realmente, el peso del sector agrícola y ganadero en la región, junto con otras formas de explotación del medio natural como el ocio, hacen imprescindible la formación de los jóvenes en estas materias. Y nosotros, como la Junta, y nuestra Consejería luchamos porque los jóvenes encuentren aquí un oficio y no tengan que irse a otras regiones a trabajar, nos interesa asentar la población rural y para ello queremos formar a los mejores profesionales.
¿Encuentran trabajo los alumnos al acabar sus estudios?
La empleabilidad es altísima, porque la actividad agropecuaria necesita a estos trabajadores y el abanico de profesiones donde se pueden colocar es muy amplio. Por ejemplo, si todos los chicos que salen del ciclo de ganadería quisieran trabajar, saben que las empresas les esperan con los brazos abiertos. Hay trabajo en el subsector porcino, en el vacuno de leche o en el de la avicultura. Las empresas de fábricas de pienso o los laboratorios veterinarios están deseando tener a los profesionales que formamos aquí. Cuando acaban, los estudiantes pueden trabajar como comerciales veterinarios, visitadores o gestores de granjas, técnicos de manejo en las explotaciones ganaderas o en las muchas hípicas que hay en la Comunidad.
En el grado superior de ganadería la empleabilidad es del cien por cien, tenemos alumnos que ya están trabajando y los que ya han acabado las prácticas van a empezar a trabajar esta semana. La demanda de técnicos en actividades ecuestres también es muy alta; en el sector equino tenemos muchas ofertas para mozos de cuadra, pero mozos de cuadra del siglo XXI, es decir multidisciplinares, que sepan gestionar. Hoy en día se requiere un técnico que sepa hacer de todo y que haga todo bien. Es importante que ellos sepan que el medio les necesita.
¿Existen retos para los alumnos?
El reto es que el alumno este mentalmente concienciado para aceptar que a los veinte años ya está preparado para trabajar. Hay alumnos que salen de aquí dispuestos a integrarse en el mercado laboral y salen con las herramientas necesarias para ello. También tenemos un perfil de alumno que aún es muy joven y un poco inmaduro; que llega con16 años y cuando sale del grado medio con 18 años le resulta difícil ponerse a trabajar.
En ocasiones, no sabe si quiere estudiar algo más, o prefiere esperar a otro momento. Sabemos que hay una serie de alumnos que van a continuar estudiando y que van a entrar en la universidad, pero no queremos que la escuela sea un paso para la universidad, queremos formar profesionales. Queremos que cuando salgan de aquí se lleven la experiencia de lo que han aprendido y en lo que han estado trabajando. Yo les digo a los alumnos de ganadería que está muy bien que se vayan a hacer veterinaria o a hacer ingeniería, pero que trabajen en la producción animal, porque es lo que han visto durante el ciclo y es lo que les gusta.
Estos cursos están dirigidos, fundamentalmente, a la integración en el mundo laboral. Los estudiantes saben que después de esta formación pueden seguir estudiando, pero también que después de cursar estos estudios ya tienen un oficio. No me cabe duda de que tienen trabajo asegurado, desde luego en Castilla y León, pero también en el resto de España y en otras partes del mundo.
En estos ciclos, la enseñanza práctica es fundamental, ¿Cómo está organizada?
El enfoque dual de la formación, en el que se combina teoría y práctica, garantiza que los alumnos adquieran competencias profesionales aplicadas al mundo real. Así, tenemos las practicas regladas, que vienen marcadas por la Consejería de Educación, que, por ejemplo, en el grado superior son más de 500 horas y en el grado medio más de 400. La escuela facilita las practicas a sus estudiantes y estas se realizan en centros equinos y en granjas de vanguardia.
Y una cosa que me parece importante es que la escuela hace un esfuerzo por adaptarse al alumno y entender sus capacidades, la escuela se adapta a los alumnos que vienen de bachillerato y también los que provienen de otros sectores. Analizamos individualmente dónde se va a acomodar mejor para hacer sus prácticas, si un estudiante tiene predilección por trabajar con cerdos se buscan empresas del sector porcino, y lo mismo para alumnos que prefieran trabajar con ganado extensivo o con ganado vacuno. Hay alumnos que les gusta trabajar acompañando a un veterinario de explotación y nos esforzamos para que puedan hacer lo que realmente les gusta porque creemos que eso es lo que van a hacer mejor.
Otra modalidad son las practicas del centro. En todos los ciclos se procura que la enseñanza tenga un gran componente práctico a través de las actividades que hacemos dentro de los módulos formativos. Estas son las actividades que desarrollamos en el medio natural o en las explotaciones ganaderas de la Comunidad, como Caserío de la Torres, Granja Casasolao, Innoporc o Torreanaya con las que colaboramos estrechamente. También tenemos una magnífica relación con empresas de turismo activo, como Bocanada, Pinocio, Echando Raíces o Masquemonte. Y siempre estamos procurando innovar y mejorar, estamos trabajando en los Cursos Erasmus porque creemos que puede haber salida para los alumnos. Tenemos alumnos del ciclo de actividades ecuestres que han ido a Francia y a Portugal y se abren estas posibilidades para el ciclo de guía en el medio natural.
Además de la Consejería de Agricultura y de Educación ¿Quiénes son vuestros principales apoyos?
El centro tiene una relación importante con las instituciones, los empresarios de la región, los ayuntamientos y también con los exalumnos. Los antiguos alumnos vuelven al centro a contar sus experiencias, lo que hacen en la actualidad, porque ellos también recibieron ese apoyo en su momento. En ocasiones vamos a verlos a las granjas, a las hípicas o a las empresas de turismo activo donde trabajan y siempre te responden.
Realmente en el centro buscamos que haya esa implicación, ya que los alumnos se ven más reflejados en ellos que en nosotros que somos otra generación y estamos en una posición distinta. El alumno piensa: yo quiero hacer lo que hacen ellos. Por ejemplo, gracias a los exalumnos hemos podido hacer una ruta de 200 kilómetros en bicicleta durante tres días, uno buscó alojamiento y otro nos facilitó una instalación para dejar el carro, realmente nos ayudan muchísimo. Y es que la Escuela crea vínculos, por eso, hay antiguos alumnos que ahora trabajan en el centro como profesionales, como la oficial pecuaria o el tractorista.
Para mí se trata de crear vocaciones, de despertar la vocación en gente que a lo mejor no sabe que la tiene pero que descubre que se puede encontrar muy a gusto trabajando en una granja con animales. En el centro queremos generar una nueva conciencia, queremos fomentar futuras vocaciones y para ello necesitamos mostrarles nuevas tecnologías, grandes instalaciones, que conozcan a los gestores, y eso no lo tenemos aquí.
Y por ello, tanto las instituciones, como las empresas y los ayuntamientos colaboran con nosotros. Si no fuera por toda esa gente que desinteresadamente y desde fuera nos está apoyando no podríamos tener el éxito que tienen estos ciclos.

