Definitivamente, el romanticismo en el fútbol también está en crisis. Ahora lo que se lleva es el verbo “competir”, que implica obligatoriamente que tus jugadores corran como gacelas, presionen como leones, y se dejen la vida en defensa. Opcionalmente competir también puede significar saber lo que hacer cuando tienes el balón en tu poder, pero normalmente no suele ser el caso.
Ayer la Segoviana trató de competir sumando a su esfuerzo defensivo la intención ofensiva, mientras que el Tordesillas también compitió, pero dejando de lado el balón, con sus jugadores defendiendo como los leones antes nombrados, y buscando las contras preferentemente por el centro sabedor de que la Segoviana tenía un problema, que lo fue aunque menor del que se suponía, tanto en el mediocentro como en el eje de la zaga.
Diez minutos tardó el equipo de casa en crear su primera ocasión de gol, tras una buena jugada trenzada desde la defensa que concluyó Molina con un remate desviado dentro del área rival, y otros diez su rival en poner en apuros a Jorge, tras una internada de Luisito, de largo el mejor del Tordesillas, que terminó con el balón en el limbo. Entre una y otra ocasión, la Segoviana quería pero no podía, y el Tordesillas esperaba su momento para lanzar el zarpazo, que llegó antes de cumplirse la media hora de encuentro, cuando Maroto no presionó bien la salida del contragolpe visitante y permitió un envío en profundidad a Luisito. Jorge salió de su área para despejar, pero con cada paso que daba su confianza decrecía, hasta que cuando llegó a patear la pelota lo hizo sin la fuerza suficiente. El esférico golpeó en Luisito y se quedó muerto en el área, así que el delantero pucelano sólo tuvo que empujar a puerta vacía el 0-1.
El escenario que se planteaba con el tanto del Tordesillas era el peor que se podía plantear en las filas azulgrana, pero remando contra corriente se pudieron ver muchas actitudes positivas en los jugadores que gozan de menos minutos en el equipo cuando todos están disponibles, pero que saben echar una mano si se precisa de ellos. Jorge acusó el gol recibido y tuvo los nervios a flor de piel durante el resto del partido, pero supo acertar en el momento decisivo del choque. Alex fue menos contundente que Segovia como central, pero su salida del balón fue casi siempre limpia, y Maroto tardó en encontrar su sitio, pero paulatinamente fue mejorando.
Poco a poco la Segoviana comenzó a sumar méritos para empatar el partido. Molina volvió a tener una gran ocasión, pero se topó con el portero Alberto, que fue su bestia negra durante todo el choque, Agustín maldijo su pierna derecha en el remate a dos metros del área pequeña que se marchó al cielo, y a un minuto del descanso Otero vio cómo un defensor sacaba de la misma raya de gol un lanzamiento que llevaba camino de convertirse en el 1-1 tras una increíble pared con Agustín.
Tras el descanso, los azulgrana continuaron sumando ocasiones ante un rival que se atrincheró en su parcela dejando a Luisito y Quintana a la espera de cazar una contra. De nuevo Otero se topó con un defensor bajo los palos cuando su lanzamiento cruzado ya había superado a Alberto, y esa ocasión afectó psicológicamente al extremo azulgrana, que ya no se atrevió a tirar en todo el choque a pesar de tener ocasiones para hacerlo.
Fiel a sus principios de juego de toque desde la defensa y nada de pelotazos, la Segoviana dominaba al Tordesillas prácticamente de manera total, pero el equipo de Ramón Cuadrado se defendía con evidente acierto de todas las acometidas locales, mientras los minutos transcurrían con la losa del 0-1 pesando sobre las cabezas de los jugadores azulgrana. La marcha de un renqueante Agustín y la entrada de Yaco favorecieron el toque, pero no la profundidad, que llegó con la aparición de Ramsés en lugar de un intermitente Manu. El fútbol se hacía espeso por el centro, pero cobraba bríos por las bandas, así que sin crear ocasiones de gol claras, la sensación siempre era de peligro en el área visitante.
Y en el primer minuto del tiempo de descuento, llegó el premio para la insistencia de la Segoviana, tras un saque de esquina que por arte de magia acabó en los pies de Javi de la Cruz, que batió sin remisión a Alberto. Con los de casa volcados llegó la ocasión del Tordesillas para “matar” el partido, con un mano a mano de Luisito con Jorge en el que el portero de la Segoviana ahuyentó todos los fantasmas que le atacaban desde el 0-1 rechazando el lanzamiento del delantero visitante. En la jugada posterior, la acción ofensiva por la banda derecha acabó con un centro al segundo palo, ideal para que Molina pusiera la cabeza y marcara el 2-1. Así lo hizo el jugador azulgrana, pero saliendo de no se sabe dónde apareció Alberto para evitar un gol cantado y que habría llenado de justicia un partido de fútbol en el que dos equipos compitieron a su manera, para terminar repartiéndose los puntos.
Justificar el empate de la Segoviana en las ausencias que presentaba el equipo sería absolutamente injusto para los que salieron al campo a dejarse la piel, y trabajaron de lo lindo para no terminar el choque cabizbajos por la derrota. Pensándolo fríamente, la Segoviana perdió ayer dos puntos en casa, pero quizá a la larga haya ganado más competitividad en su plantilla. La línea que separa a los titulares de los suplentes en el equipo azulgrana es desde ayer un poco más delgada. Y lo que es mejor, el play off no está tan lejos.
