—¿Cómo te decidiste a hacer el traspaso de la farmacia?
—Hace muchos años cuando estudié la carrera de farmacia, de alguna manera siempre me imaginé detrás de un mostrador con una bata blanca.
No fue una decisión impulsiva, estuve valorando distintas opciones durante bastante tiempo. Durante mis últimos ocho años de carrera profesional estuve trabajando en la industria farmacéutica, en Madrid. He estado en diferentes multinacionales y he barajado muchos escenarios de futuro, pero, sin duda, en mi cabeza siempre tuve claro que mi objetivo era trabajar en una oficina de farmacia. No fue un camino fácil ni rápido hasta que encontré un establecimiento con el que realmente conecté, tanto por su ubicación como por el tipo de atención al cliente que ofrecían. Además, es una farmacia que conocía de toda la vida. Sin duda fue un paso valiente pero muy meditado.
—¿Qué te decía la gente, tus amigos y familiares cuando lo hiciste?
—La verdad es que recibí todo tipo de opiniones. Muchos me apoyaron y animaron desde el primer momento, aunque también hubo quien me advirtió de lo exigente que podía llegar a ser tener tu propio negocio. Afortunadamente, conté con el respaldo emocional de mi familia y amigos y por supuesto me asesoré con profesionales para asegurarme que la inversión que iba a hacer era rentable y segura.
—¿Cuáles fueron las principales dificultades?
—Lo más difícil fue todo el proceso administrativo y legal del traspaso, que puede ser bastante complejo para alguien que se enfrenta por primera vez a ello. También fue complicada la planificación económica, tanto en el plano personal como de la oficina de farmacia. Pero, sin duda, las dificultades también me ayudaron a crecer y a consolidar una visión más completa del negocio.
—¿Y cuáles han sido los principales beneficios que has obtenido?
—La satisfacción de ver cómo evoluciona un proyecto propio y trabajar en equipo no tiene precio. Me refiero a poder tomar decisiones, establecer una relación cercana con los pacientes que vienen día a día a la farmacia y contribuir a mejorar la salud y bienestar de las personas. Para mí, es lo más gratificante. Además, estar en mi querida Segovia y cerca de los segovianos después de tantos años fuera es algo que te llena por dentro.
—¿Cómo ha sido la experiencia?
—Intensa, desafiante y muy bonita. Están siendo momentos de mucho esfuerzo y trabajo, pero los enfrento con mucha motivación y alegría ya que es mi proyecto de vida y esto solo acaba de empezar. Además, aprendes a relativizar, a priorizar y a confiar más en ti misma y en los demás. Lo que sí que tengo claro es que para que un negocio funcione tienes que rodearte de un gran equipo y en mi caso he tenido la suerte de que tengo un equipo humano inmejorable. Todos trabajan con mucha dedicación y responsabilidad y me he sentido muy cómoda con ellos desde el primer momento.
—¿Qué le dirías a la gente que quiere seguir tu camino?
—Que no esperen el momento perfecto, porque no existe. Si tienen ilusión, preparación y una idea clara de lo que quieren, que se lancen. No es fácil, pero merece la pena. Y que no tengan miedo de pedir ayuda puntual si la necesitan, porque emprender no significa hacerlo todo en soledad, sino saber rodearse bien y tomar decisiones con valentía y responsabilidad.
