Una vez hechos los deberes al anunciar que Elena Salgado, José Blanco y Miguel Sebastián se constituirán en una comisión que «se empleará a fondo para conseguir que todos los partidos dejen de lado sus peores diferencias para encontrar puntos de encuentro» y después de reclamar, con nulo éxito, «diálogo sin condiciones y el máximo esfuerzo de generosidad», el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se metió de lleno en la batalla política.
Sabedor de que las encuestas auguran que el líder del PP, Mariano Rajoy, tiene muchas posibilidades de desalojarle de Moncloa, el socialista centró buena parte de su discurso en arremeter contra el jefe de la oposición y, en su afán por dejar claro al popular su falta de fuerza en el Parlamento, el leonés llegó a retar a su adversario conservador a que, «si tiene valentía», presente una moción de censura en la Cámara Baja.
Además, en opinión del jefe del Ejecutivo, el máximo dirigente de la formación de Génova se niega a suscribir un pacto de Estado y establece un sinfín de condiciones porque «no quiere dialogar ni llegar a acuerdos».
«Hoy hemos descubierto alguna cosa, puesto que en el debate ha quedado claro que la principal propuesta del señor Rajoy consiste en que mis compañeros del Grupo Socialista hagan lo que usted no ha sido capaz de hacer en dos ocasiones, porque ha perdido dos veces las elecciones conmigo: que es propiciar mi relevo», apuntó Zapatero al inicio de su segunda intervención, tras escuchar el resto de los grupos.
Tras recomendar de nuevo al conservador que, «si tiene coraje», presente una moción de censura, acusó a Rajoy de «incoherencia hasta límites insostenibles» por sus propuestas, y de haber subido a la tribuna «sin pensar, y sin preparar» su intervención.
Con un tono todavía más beligerante, sostuvo que los populares «no saben ni hacer los números», porque Rajoy le pidió que redujera el gasto corriente de la Administración General del Estado en 5.000 millones y, según Zapatero, el conjunto de esa partida no llega ni siquiera a dicha cifra.
En la misma línea, recordó al jefe del PP que el 80 por ciento de los empleados públicos están integrados en los ayuntamientos y comunidades autónomas, por lo que «una buena parte» de los gastos de personal de las Administraciones Públicas están en sus manos.
«No nos lo reprochemos unos a otros, y abordemos juntos la tarea de reducir el déficit, o el debate no tendrá utilidad», agregó ya resignado a no lograr ningún apoyo significativo.
Por otro lado, el socialista también reclamó a Rajoy que no use como excusa las «diferencias ideológicas» que el propio presidente del Gobierno afirmó mantener con respecto al PP, y puntualizó que él nunca ha dicho que tales discrepancias le impidan llegar a acuerdos en materia económica, como dijo haberlo hecho en 2008 en los planes de apoyo al sistema financiero.
No fue solo Zapatero quien cargó contra el PP, sino que, ya terminado el Pleno, el Gobierno y numerosos diputados del PSOE criticaron ácidamente a Rajoy por finalizar su discurso en el pleno del Congreso emplazando a los socialistas a que retiren su apoyo al presidente.
Fuentes del Ejecutivo tacharon de «exótica», «surrealista» y «fuera de lugar» una propuesta que, a su juicio, supone la «reformulación» del váyase, señor González que hizo célebre José María Aznar.
En opinión de la formación de Ferraz, resulta inadmisible que ésa fuera la «principal aportación» y su «titular» para una sesión parlamentaria en la que Zapatero, dijeron, ofreció su consenso y acuerdo en materia económica «por sexta vez desde el último debate de investidura». En resumen, el PSOE considera que el popular no tiene intención alguna de negociar y que su única pretensión consiste en «desgastar al Gobierno».
