El escritor Sergio Ramírez depositó ayer, como legado personal en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, una carta original del escritor nicaragüense Rubén Darío y otra del revolucionario y patriota nicaragüense César Sandino, conservadas en su archivo personal “durante mucho tiempo”, en un acto que es tradición dentro de la semana de entrega del Premio Cervantes.
De este modo, el autor —el primer escritor de Nicaragua en obtener un Cervantes— se ha unido “gustosamente al ritual” dejando su legado en la caja de seguridad número 1475 de la antigua cámara acorazada del instituto.
«La cultura en español opera
como un vínculo que abraza, que amplía horizontes y acerca a las personas»
FELIPE VI
La fecha elegida para la apertura de dicha caja es el 5 de agosto de 2022, coincidiendo con su 80 cumpleaños y tras la deposición, el autor ha recibido la llave de la caja de seguridad y un certificado acreditativo del depósito.
“Dejo aquí estos dos documentos porque quienes los firman representan la esencia de mi país a través de la palabra y la dignidad. Ambos nos dieron nuestro sentido de nacer”, expresó el autor en el acto, acompañado por su mujer, sus tres hijos y ocho nietos, y el director del instituto, Juan Manuel Bonet.
Héroe y trabajador
En concreto, ha señalado que la carta de Rubén Darío data del año 1902 y está dirigida al doctor Luis Ramiro Debayle, un médico, amigo del poeta y personalidad influyente del país, y a quién le pidió gestionar el gobierno del general Santos Zelaya para concederle el consulado de Nicaragua en París, un título que el poeta obtuvo un año más tarde.
«Este Premio Cervantes nos recuerda también la importancia de apelar a aquello que nos une por encima de toda frontera» FELIPE VI
En cuanto a la carta de Sandino, está fechada en 1931 en el cuartel general del ejército de la Soberanía Nacional de Nicaragua y va dirigida al general Simón González, con el objetivo de incidir en órdenes acerca de unos preparativos de una expedición militar a la costa del Caribe.
En este sentido, destacó que la poesía de Rubén Darío “le convirtió en un héroe nacional”, y que Sandino, que se definía a sí mismo como “un trabajador de la ciudad”, se convirtió en soldado “por la fuerza de la necesidad.
