Chema San Segundo es el autor de Ser feliz… comiendo churros, un libro que invita a redescubrir la “microfelicidad” en medio de la rutina y las dificultades cotidianas. En sus páginas, Chema combina humor, emoción y reflexión filosófica para recordarnos que el bienestar no siempre está en las grandes teorías, sino en los gestos cotidianos como compartir un café o disfrutar de uno churros con chocolate. Parte de los beneficios de su obra se destinan, además, a asociaciones que acompañan a personas en momentos difíciles, subrayando que incluso la felicidad más pequeña puede tener el impacto más grande.
P.- El título de tu libro llama la atención por lo sencillo y entrañable: “Ser feliz… comiendo churros”. ¿Qué hay detrás de ese nombre?
Lo que parece una broma es, en realidad, una invitación muy seria a recuperar la alegría de las cosas pequeñas. Microfelicidad en medio de las dificultades. El título nace de una escena real: una mujer que, en plena tormenta vital, al probar unos churros calientes con azúcar, se le iluminó la cara y dijo: “¡Es que esto es ser feliz!”. Ahí comprendí que muchas veces no necesitamos grandes teorías, sino volver al gusto por lo sencillo, al calor compartido, al sentido del humor. Y desde ahí empecé a escribir.
P.- ¿Y qué tiene que ver la felicidad con la inteligencia artificial, que suena a todo lo contrario? ¿Y cómo se consigue eso? ¿La inteligencia artificial puede enseñarnos a ser más felices?
No directamente. Pero puede acompañarnos a pensar mejor, a organizar nuestras ideas, a descubrir habilidades ocultas, a aprender cosas nuevas para crear iniciativas diferentes. Yo la uso como una especie de espejo interactivo, que no juzga ni se cansa. No hace magia, pero si sabes cómo usarla, puede convertirse en una aliada preciosa. Y está al alcance de todos.
P.- Volvamos al libro. ¿Qué tipo de textos encontramos en Ser feliz… comiendo churros?
Son capítulos muy cortos, que se pueden leer en cualquier orden. Cada uno propone una mirada diferente sobre la microfelicidad. A veces desde el humor, otras desde la emoción, otras desde el recuerdo o la imaginación. Hay metáforas, anécdotas, frases que invitan a parar y respirar. Muchos lectores me dicen que es como tener un amigo que te cuenta cosas para ayudarte a estar mejor. No hay recetas mágicas, pero sí muchos guiños para reconectar con lo que de verdad importa.
P.- ¿Este libro es solo para gente con inquietudes filosóficas?
Al revés. Es para personas que no necesitan más teorías, sino que buscan alivio, sentido, o simplemente un momento de sonrisa. Eso sí: detrás hay mucha reflexión filosófica y muchas técnicas de innovación, pero escondidas dentro de historias cotidianas. Es un libro para leer en el desayuno, en el autobús o al caer la tarde, como quien se toma un café con alguien que te comprende. Y si despierta preguntas, mejor todavía.
P.- ¿Y sirve también para quienes están pasando por momentos duros?
Muchísimo. De hecho, ha sido leído por personas en duelo, en tratamiento médico, o con alguna enfermedad grave… y muchos me dicen que les ha hecho bien. A veces, cuando todo parece cuesta arriba, una imagen, una palabra, una historia que conecta con algo profundo puede darte un poco de alivio, un poco de aire. Por eso he decidido donar el 50% de los beneficios del libro a dos asociaciones muy cercanas que hacen una labor preciosa: la Asociación Española Contra el Cáncer y Ascol, que acompaña a personas con leucemia y otras enfermedades de la sangre. Es mi forma de agradecer todo lo que he recibido y devolver un poco de esperanza desde lo que sé hacer.
P.- ¿Por qué crees que un lector de Segovia, o de un pueblo de la provincia, podría conectar con esta propuesta?
Porque el ritmo de vida aquí todavía guarda espacios para lo humano. Para mirar al vecino a los ojos, para hablar con la panadera, para sentarse en un banco y ver pasar la vida. La felicidad de la que hablo no es sofisticada ni inalcanzable: es esa chispa que sentimos cuando algo nos hace sentir vivos, reconocidos, acompañados. Y en los pueblos, eso todavía se respira. El libro viene a recordarlo.
P.- Has creado un minicurso sencillo para poner en práctica esa combinación de Microfelicidad e Inteligencia Artificial?
Sí. Es una pequeña iniciativa llamada “ia ia ia -o”, como si fuera el canto de una nana, pero también un juego con las siglas de la Inteligencia Artificial (IA). Es un minucurso gratuito, pensado para personas de cualquier edad, donde explico de forma muy sencilla cómo esta nueva herramienta puede ayudarnos no solo a trabajar mejor, sino también a vivir mejor: a entendernos, a expresarnos, a soñar, a ordenar lo que podemos comenzar a hacer. No se trata de sustituir lo humano, sino de usar la tecnología para recuperar lo más humano.
P.- ¿Dónde se puede conseguir el libro y cómo se accede al mini curso “ia ia ia -o”?
El libro se puede encargar por internet, y también en la Librería Cervantes. El minicurso es completamente gratuito y está pensado para que cualquier persona, aunque no sepa nada de tecnología, pueda participar. Solo hay que tener curiosidad y ganas de probar algo nuevo. Estoy disponible para acompañar el proceso como una experiencia compartida. Pronto anunciaré fechas y lugares para que los interesados puedan apuntarse. ¡Y habrá churros por medio! Tanto para el libro como para el minicurso gratuito pueden informarse en www.oncoup.es
P.- ¿Qué te gustaría que alguien sintiera después de leerlo?
Que no está solo. Que lo que siente tiene sentido. Que la alegría todavía es posible, incluso en días difíciles. Que vale la pena seguir buscando. Y que, a veces, basta un churro caliente, una risa inesperada o una pregunta bien hecha para empezar de nuevo. Hay personas que nos han enseñado a hacer palanca desde las dificultades.
