Hace ya dos meses que se celebraron las elecciones generales y todavía no tenemos Gobierno en España, ni tampoco el Parlamento está en activo. Seguimos esperando que el candidato que ganó las elecciones se someta a la sesión de investidura para poder ser proclamado Presidente del Gobierno.
Si fuera por Sánchez, seguiría así todo el tiempo que pudiera. Hacer lo que se dice hacer, hace poco, viaja por el mundo, que es lo que realmente le gusta, gobierna poco con las limitaciones propias del momento y no está sujeto al control de la oposición. ¿Qué más puede pedir?
Volvemos a estar en la misma rueda del ratón, que gira y gira pero no avanza. Desde Diciembre de 2015, las tres elecciones generales que ha habido no han dado ninguna mayoría suficiente a ningún partido para poder formar Gobierno.
La aparición de nuevos partidos políticos que no tienen fuerza suficiente para tener el Gobierno está dañando seriamente la estabilidad de España. Estamos asistiendo estos meses por parte de algunas formaciones políticas a un mercadeo de puestos que cuando menos causa gran rubor. No se habla de programas ni de medidas, sino simplemente de puestos.
Nuestra Ley electoral tiene 34 años y desde su aparición la política en España y sus reglas han cambiado mucho. Urge una reforma electoral que evite estas situaciones y espacios de inestabilidad tan grandes y permita con una segunda vuelta, sistema que ya tienen más de 80 países, que cuando ningún partido obtenga una mayoría absoluta para gobernar, se vuelva a votar entre los dos candidatos que han tenido más votos y así puedan los ciudadanos resolver en un día lo que los políticos son incapaces de hacer en meses.
Alguien pensará que esto es bueno para los dos grandes partidos, pero se equivocan. Es bueno para España.
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(*) Diputada por Segovia
