Teresa Giráldez Fernández, madrileña de nacimiento y segoviana de corazón, ha recibido el premio Mujer Canaria del Orfeón de la Paz 2013.
Esta investigadora, de padre segoviano, reside actualmente en Canarias, habiendo vivido en Madrid, Asturias e incluso Estados Unidos. Estudió la licenciatura de Bioquímica y se doctoró en Oviedo, viajando a América después para realizar una estancia postdoctoral con un profesor experto en canales iónicos, las proteínas con las que Giráldez trabaja.
En el año 2004, se trasladó a Canarias con su marido, procedente de allí, por motivos laborales. Esta científica ha estado muy unida a Segovia. Desde pequeña, los largos veranos, las navidades y fines de semanas entre las calles de la ciudad del Acueducto sembraron en ella un cariño inmesurable por estas tierras. Por esta razón, Giráldez tiene una pequeña casa en el pueblo de Torrecaballeros donde se escapan siempre que pueden para volver a respirar el aire de Segovia, mientras los recuerdos de su infancia inundan su memoria.
Sus abuelos vivían detrás de la Catedral, desde donde Giráldez pudo apreciar la belleza de Segovia desde muy niña. Cualquier oportunidad valía para perderse entre los adoquines, entre ese frío de la Sierra y ese sonar de las campanas. Esta ciudad tiene un algo que hace que todo el que viene, quiera quedarse una temporada. Con esta investigadora Segovia no fue diferente, su familia siempre ha estado ligada a esta ciudad, haciendo que Giráldez sienta una devoción muy especial.
Segovia fue testigo de los primeros paseos en coche de esta investigadora, cuando sólo siendo una jovencita decidió que las calles de esta ciudad eran las propicias para sacarse el carné de conducir.
Este reconocimiento ha significado muchísimo para esta persona que se describe como “normal y trabajadora”. Giráldez expresa con humildad que cree en lo que hace, e intenta hacerlo bien, siempre aprendiendo. Estos son los valores que la institución canaria busca en las mujeres a las que reconoce: calidad tanto humana como profesional. “Me enorgullece que hayan reconocido estos valores en mi persona, porque es a lo que aspiro”, añade.
A pesar de la lejanía física que separa a Giráldez con la Segovia de su infancia, siempre recordará todos y cada uno de los momentos que disfrutó bajo los arcos del Acueducto y a la sombra de la Catedral. La ciudad la acogerá con los brazos abiertos la próxima vez que venga por aquí, como ha hecho siempre.
