En los centenares de globos que ayer llenaron el cielo del Azoguejo volaban impresas las ilusiones y esperanzas de los millares de niños segovianos que ayer tributaron una multitudinaria bienvenida a los Reyes Magos de Oriente, que un año más cumplieron con su cita obligada para repartir regalos, alegría e ilusión en todos los hogares de la capital.
Melchor, Gaspar y Baltasar no llegaron solos, y antes de hacerse presentes en el Alcázar ya les esperaba su nutrido séquito formado por más de 400 personas que les ayudaron no sólo a presentarse ante los segovianos, sino también a cumplir con su mágica misión de entregar los juguetes y regalos deseados por los niños.
La cabalgata mostró un año más que Segovia no tiene dudas en el debate entre Reyes o Papá Noel. Si el viejo Santa Claus juega con la ventaja de llegar dos semanas antes que sus competidores, los Magos de Oriente arrasan con su carga de magia e ilusión a raudales. En este caso, no hace falta referéndum y la ciudad se entrega al mágico trío real que en la madrugada de hoy ha cambiado las horas de sueño por horas de esperanza.
Como siempre, todo comenzó en el Alcázar, residencia secular de reyes, que cedió generosamente sus aposentos para albergar la llegada de los Magos. A las 18,45 horas, puntualmente y con un espectáculo audiovisual y pirotécnico que convirtió la Torre de Juan II en una pantalla cinematográfica, los Reyes llegaban a la fortaleza. Un halo de luz verde abría la puerta de acceso al castillo para indicar la salida del palacio de Melchor, Gaspar y Baltasar, que rompieron el «protocolo» establecido para saludar a las decenas de niños que horas antes del inicio de la cabalgata se daban cita en los jardines de la plaza de la Reina Victoria Eugenia para esperar su llegada.
Tras la salida de los reyes, «Dundu», una espectacular figura humana de luz, abría el cortejo y cobraba vida con la mano experta de los marionetistas de la compañía alemana que acompañó a la cabalgata. El muñeco humano estuvo también acompañado por las «aves de luz» de Efimer, también dejaron boquiabiertos a los niños segovianos, alucinados por los movimientos y la espectacularidad de estas figuras.
Los Magos de Oriente , subidos en andas por sus esforzados porteadores, salieron del Alcázar para iniciar la primera parte del recorrido hasta la Plaza Mayor. En la calle Daoiz, la concentración de público se redujo, atendiendo quizá a las recomendaciones de la organización para facilitar el paso de la comitiva real. Los Magos de Oriente no dejaron de saludar al poco público congregado en esa zona, y realizaron su ya tradicional parada en el convento de las Siervas de María, saludando a las religiosas y entregándoles personalmente dulces y caramelos.
Una vez en la Plaza Mayor, los Reyes cambiaron las andas por sus tradicionales carrozas, que en su día fueron diseñadas para la ocasión por Lorenzo Tardón, Ángel Cristóbal y Antonio Madrigal, para completar el segundo y definitivo tramo de la cabalgata hasta el Azoguejo. La «batucada», las dulzainas y la siempre presente compañía de La Trupé de la Mercé, se encargaron de la ambientación musical de los distintos cortejos reales, y ni uno solo de los 1.500 kilos de caramelos dispuestos por la organización dejaron de repartirse a lo largo de todo el recorrido.
A su llegada al Azoguejo, la alcaldesa Clara Luquero esperaba ya a los Reyes para darles la bienvenida en nombre de la ciudad desde el sitial establecido bajo los arcos del Acueducto. Desde allí, acompañados por sus pajes, recibieron a los centenares de niños que les hicieron llegar sus peticiones en directo.
Jesús, un niño de siete años explicaba que «aunque ya les he mandado una carta, se lo voy a decir yo para que no se les olvide» y sentado sobre las rodillas de «su» rey Baltasar, le expresó sus deseos que, a buen seguro se habrán visto cumplidos en su totalidad en la mañana de hoy.