Tres décadas de títeres en Segovia y 28 ediciones del Festival Internacional han situado la palabra «Titirimundi» en el imaginario colectivo de todos los segovianos que esperan la llegada del mes de mayo para acudir a la cita con la magia y la ilusión que traen a la ciudad los titiriteros de todo el mundo. Sin duda, esta vigésimo octava edición que hoy cierra sus puertas pasará a la ya dilatada historia del Festival como una de las más multitudinarias, favorecida por el buen tiempo, y por el cada vez más incontestable apoyo del público no sólo local, sino de otras provincias.
La jornada de ayer sábado rompió todos los registros posibles, y la organización del festival tendrá una difícil tarea para contabilizar a los miles de espectadores que ayer se congregaban en las calles de la ciudad para ver los espectáculos de calle programados a lo largo del día. El folclore búlgaro del Teatro Estatal de Burgas llenó en sus dos sesiones de mañana y tarde la Plaza de San Martin, cuya estructura parece diseñada expresamente para este tipo de espectáculos, mientras que los belgas de Boite a Clous y su divertida y tétrica carnicería hacían las delicias de mayores y pequeños en la Plaza Mayor, cuyo espacio parecía empequeñecerse ayer por el gran número de personas que ayer se dieron cita en el ágora segoviana.
Las propuestas del Circo de las Pulgas y el mítico Rod Burnett siguieron llenando los recintos del Patio de la Diputación, el Palacio de Quintanar y el patio de Rueda, al igual que Eugenia Manzanera y los italoargentinos Dromosofista, estos últimos en los jardines de San Juan de los Caballeros.
La desafortunada lesión de uno de los integrantes de Teatro Milagros privó a los segovianos de poder ver uno de los espectáculos más esperados de este ciclo, que iba a traer a Segovia su último montaje «Sobre la cuerda floja», basado en la combinación de técnicas de marionetas tradionales con las de animación en «stop motion». Aún así el público no se resistió a aceptar propuestas como la de Tof Theatre, que en tan sólo 15 minutos de espectáculo consigue introducir al espectador en el proceso de creación de una marioneta vivida desde dentro, o pequeñas joyas como las del Teatromóvil Theb , que recrea la mejor ópera en miniatura para un aforo de dos espectadores en el exiguo espacio del interior de una furgoneta.
Las actuaciones se complementan con las actividades dedicadas al público infantil como los talleres de construcción de marionetas en el Azoguejo y el paseo del Salón y propuestas tan interesantes como la de Guixot del 8, que en el Salón ofrece la posibilidad de desafiar a la habilidad con ingeniosos artefactos creados desde el reciclaje. Aún quedan pocas horas para disfrutar de los títeres. Programa en mano, sólo hay que buscar la mejor propuesta y acudir con tiempo. Seguro que faltarán sitios.
