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Segovia bajo 17 miradas

por Redacción
13 de agosto de 2015
La joven becada portuguesa

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La inspiración artística puede nacer a golpe de calcetín, esto es, tras «patear» las calles y rincones de la ciudad. Cuenta el pintor y catedrático de Bellas Artes de Salamanca Rafael Carralero, director artístico del «Curso de Pintores Pensionados del Paisaje», que los alumnos becados trabajan con absoluta libertad; hasta tal punto que no son pocos los que eligen recorrer por el día la ciudad, como auténticos exploradores, en busca de rincones de calles, plazoletas o espacios naturales. Se suele patear la ciudad de día y se trabaja después de noche con los pinceles.

En los talleres del Palacio de Quintanar hay alumnos que evocan lo vivido durante el día o trasladan al lienzo esos rincones que más les han impactado y que captaron en fotografías. Y los hay que prefieren trabajar in situ, a pie de calle, cuando la luz se lo permite, colocando el caballete frente al paisaje que después mutará en obra pictórica. En la propia calle o en los talleres, de día o de noche; una libertad de trabajo en sintonía con la variedad de estilos y técnicas que muestran los alumnos becados, que proceden de todas las facultades de Bellas Artes, desde Bilbao hasta Aranjuez, de Málaga a Pontevedra. Solo existe una premisa: que sus obras muestren el paisaje de Segovia, una ciudad que es interpretada por 17 miradas, el número de alumnos becados en esta edición.

El Curso de Pintores Pensionados, organizado en Segovia desde 1951 por la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, aunque su origen se remonta a casi cien años, supone toda una excepción en el panorama académico de las Artes, al ser el único de estas características que se mantiene en España. Pero su valor va más allá de la defensa de la pintura del paisaje, como afirma Carralero, que fue becario del curso en 1974. El director artístico del Curso alude a los lazos que crea la experiencia entre el grupo de alumnos y el aprendizaje artístico que se produce por este contacto; y todo ello en un ambiente de convivencia «estupendo».

«Cada alumno procede de una facultad distinta, en las que hay distintas líneas de trabajo (…) uno ve lo que hace el otro, todos ven lo que hacen los demás y lo valoran, lo más importante es que no hay competitividad, cada uno compite consigo mismo, hay un deseo de mejorar y cada uno trabaja a su ritmo», señala Carralero.

Aún el curso no ha alcanzado su ecuador y todos los alumnos ya valoran la experiencia. Es el caso de Daniel Alemany, procedente de la facultad de Bellas Artes de Altea (Alicante), que conoció la existencia del Curso de San Quirce gracias a un compañero que fue becado el año pasado. Alemany valora el espacio de trabajo y libertad para pintar tanto fuera, en la calle, como en los talleres, aunque lo que más le ha gustado son las conversaciones con el catedrático de la Universidad de Salamanca. «Aparte de pintar, si estuviéramos solo hablando estos veinte días con Carralero, ya sería una experiencia muy enriquecedora, acumula cincuenta años en el oficio, es una persona de la que aprender mucho», afirma.

Otra alumna, Amaia Suberbiola, optó el martes por trabajar en el taller del Palacio de Quintanar. Al lado del caballete, una fotografía captada en uno de sus recorridos por la ciudad. Es su segundo cuadro, que refleja un vehículo con un edificio en ruinas de fondo. «Hace poco trabajé uniendo abstracción y figuración, también busco eso, interesarme por diferentes texturas que veo en muros e incorporarlas al lienzo», afirma la joven navarra, que acaba de licenciarse por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco.

«Segovia es un sitio muy bueno para retratar, tiene una buena luz», afirma Amaia, que no duda cuando se le pregunta si cree que esta experiencia le será beneficiosa. «Al ser alumnos de distintas facultades, los estilos son también distintos, todos pintamos paisaje segoviano, pero cada uno lo interpreta de forma distinta y esta variedad es algo que nos va a enriquecer a todos», añade.

Junto a Amaia, en una mesa, trabaja Andrea Llop, burgalesa, aunque estudiante en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Rey Juan Carlos, en el campus de Aranjuez (Madrid). Andrea, que este martes pintaba ‘paisajes aéreos’, admite que la experiencia le es «muy extraña», porque es la primera vez que convive con tanto número de artistas, fuera del ámbito universitario y en una misma línea, la pintura del paisaje.

«Todos venimos aquí sin saber muy bien qué hacer, porque la pintura del paisaje es muy relativa, puedes hacer millones de cosas, yo estoy haciendo aéreos (…) la pintura a día hoy no se concibe solo como el pincel, el óleo y el acrílico», afirma Andrea, que aventura que la exposición que surgirá de las obras del grupo será este año novedosa. «Me fijé en el catálogo de años anteriores de gente y sinceramente me parecía muy manido todo, muy monotemático, todo me parecía igual, exceptuando alguno que se iba por lo abstracto (…) pero este año el trabajo de los compañeros no tiene nada que ver uno con otro, va a ser muy interesante, se van a ver muchas cosas diferentes y bastante más nuevas que en otros años», comenta.

¿Y Segovia como escenario para captar paisajes?. Andrea sostiene Segovia es muy bonita, muy medieval, tiene muchos recursos a explotar, aunque «es complicada». En su opinión, se vuelve bastante «borrosa», porque «todo se te acumula, es mucha información, es mucha piedra, mucho color parecido, muchos edificios también similares». No obstante, «lo bueno» es que este grado de complicación fuerza a los alumnos a «imaginar algo más novedoso, mas innovador, que no sea lo típico». «Yo no iría a ver una exposición de pintura de Segovia, sinceramente, pero por eso estamos allí, para reinterpretar el paisaje de la ciudad de forma más novedosa, fresca, nueva, creo que esa es nuestra función», afirma.

En otra sala trabaja Teresa Ramallo, alumna de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra. No lo hace sobre un lienzo; pinta sobre un pequeño trozo de un tronco de un árbol. Teresa, que explora el acrílico sobre material natural, confiesa que ha aprendido de sus propios compañeros, incluso como tratan la pintura en sus paletas. Para esta joven gallega la ciudad de Segovia es un lugar con encanto.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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