Luis Carretero y Nieva nació en Segovia en 21 de junio de 1879, era hijo de Anselmo Carretero Mateo e Hipólita Nieva Galicia. Su padre era el propietario de la fábrica de Harinas La Castellana. El joven Luis Anselmo Carretero Nieva cursó sus estudios de bachillerato en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Segovia, obteniendo el título de bachiller el 16 de junio de 1894. Continuó su formación académica con estudios en Ciencias en Zaragoza entre septiembre de 1896 y junio de 1899, trasladándose a Barcelona entre los años 1899 y 1900, donde terminó sus estudios de la carrera de Ciencias en la sección Físico-Químicas. Fue en aquella ciudad condal donde Luis Carretero obtuvo el título de Ingeniero Industrial en la especialidad de química, expedido el 25 de febrero de 1904, en la Escuela Especial de Ingenieros Industriales de Barcelona.
El joven ingeniero segoviano sería testigo de la efervescencia social y política que vivía la ciudad condal en el tránsito de siglo, con un naciente catalanismo político, que cristalizó en la formación de la Lliga Regionalista en 1901 y en su posterior triunfo electoral. En aquel ambiente Luis Carretero, desde su convicción ideológica republicana que no abandonaría en toda su vida, fundó La Juventud Escolar Republicana y conoció a Luis Compayns. Al mismo tiempo que la experiencia vivida en la ciudad condal con el catalanismo iba a influir en la formación de la idea de nación en el joven ingeniero.
Terminados sus estudios, se trasladó a Segovia obteniendo el puesto de concejal republicano el 16 de noviembre de 1905 y ocupando la presidencia de Juventud Republicana de Segovia, y en 1908 toma posesión del cargo de Fiel contraste de pesas y medidas de la provincia de Segovia. En estos años, se casa con la segoviana Teresa Jiménez Heras con quien tendría dos hijos: Anselmo (casado con Brunilda Gordon, hija del embajador Félix Gordón Ordás) y Ricardo (muerto en la defensa de Madrid en 1937 durante la Guerra Civil).
Tras la etapa barcelonesa, a partir de 1910 Luis Carretero combinará su peregrinaje profesional como fiel contraste en diversas capitales españolas y la definición de la entidad regional de Castilla. Una identidad opuesta a la orquestada por un grupo de intelectuales vinculados a Valladolid y mediatizada por la “burguesía harinera”. En diciembre de 1910, pasa a continuar sus servicios como Fiel contraste de pesas y medidas de la provincia de Lugo donde profundiza su teorización de la identidad regional de Castilla que expresa en la prensa regional castellana de Segovia, Burgos, Soria, Santander y Logroño. Carretero Nieva participa en los Juegos Florales de Lugo en 1912 y concreta la identidad de Castilla formada por Ávila, Burgos, Logroño, Santander, Segovia y Soria, gracias a lo observado en sus viajes a partir del año 1914 por la geografía nacional. Una identidad de la región leonesa formada por León, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora. Nuestro ingeniero comienza su programa para el desarrollo de Castilla y la concreción del proyecto regionalista castellano, a raíz del Real Decreto de 18 de diciembre de 1913, sobre Mancomunidades Provinciales. Había dos proyectos de una Mancomunidad Castellana, liderados por las Diputaciones de Madrid y Valladolid, por lo que el 22 de octubre de 1915 a iniciativa de Luis Carretero y Rogelio Urrialde, se reunieron en los salones de la Sociedad Económica segoviana de Amigos del País un gran número de personas encariñadas con la idea del resurgimiento regional de nuestra tierra. Se pretendía la creación de una Asociación regional con el título de “Liga de Castilla La Vieja” con el propósito de fortalecer la región, aunque al final se decidió que la Sociedad Económica segoviana se dirigiera a las provincias de Santander, Burgos, Soria, Logroño y Ávila para formar una federación de sociedades económicas de Castilla la Vieja y convertirse en portavoz de ese sentir regional. No obstante, en marzo de 1916 la propia Sociedad segoviana aprobaba una línea de acción para constituir aquella región formada por las seis provincias, dada su diferenciación económica, cultural y social de la región castellana respecto de la leonesa. El proyecto era la creación de una Mancomunidad que ofrecer a las Diputaciones, que reunidas en Burgos (capital de Castilla La Vieja), procedieran a la creación de ésta, previo estudio de los intereses y aspiraciones de las provincias enunciados por las Cámaras de Comercio, asociaciones de agricultores y empresarios, así como de los distintos sectores, frente al centralismo y las pretensiones absorbentes de Valladolid.
Entre el año 1915 y la publicación del libro encomendado por la Sociedad Económica Segoviana a mediados del año 1918, titulado La cuestión regional de Castilla La Vieja (el regionalismo castellano), donde recogía lo esencial del pensamiento y un plan de acción colectiva para Castilla La Vieja, Luis Carretero fue difundiendo la identidad regional de Castilla La Vieja, sobre la base de artículos publicados en la prensa segoviana, santanderina, soriana y logroñesa. Un ideal regional que no constituye una reacción a la creación de la Mancomunidad de Cataluña sino un proyecto esencialmente constructivo para integrar a Castilla y sus gentes en la modernidad. La identidad regional propugnada por Carretero se diferencia de otros procesos identitarios peninsulares, no busca la exclusividad, por el contrario, la pretensión es “tomar parte activa en el progreso de la nación, haciendo oír su voz”. Una interpretación de la nación en clave regerenacionista. Luis Carretero señalaba claramente la naturaleza del regionalismo castellano respecto del catalanismo señalando: “La diferencia más saliente entre la actitud de Castilla La Vieja y la del catalanismo consiste en que los catalanistas, al buscar el porvenir de su tierra, atienden exclusivamente a las aspiraciones catalanas sin cuidarse de armonizarlas con las nacionales. (…) El regionalismo castellano se mueve en un sentido completamente opuesto. Los castellanos partimos de la necesidad de corregir el aislamiento en que actualmente se encuentran nuestras provincias y queremos crear entre ellas vida colectiva”. Un regionalismo castellano opuesto a aquel promovido por las élites vallisoletanas basado en una política arancelaria de protección del trigo. Castilla La Vieja es profundamente diferente al antiguo reino de León, en geografía, gentes y orientaciones para el porvenir. Será durante la II República cuando Luis Carretero formule su proyecto regional en el marco de la acción política. Un proyecto que chocaba con el relato defendido por el escritor Julio Senador y con el socialista afincado en Valladolid Óscar Pérez Solís en este caso en las páginas del diario El Sol en 1919.
Entre los años 1918 y 1937, Luis Carretero impartió varias conferencias en el Ateneo de Madrid que versaron sobre la economía regional y las Comunidades Castellanas: el 28 de agosto de 1937 titulada “La Constitución federal de Castilla, El Fuero de El Espinar”, o la pronunciada el 22 de septiembre de 1937 sobre “La Constitución federal de Castilla, la Decadencia”. Otros foros madrileños contaron con la participación de Carretero, como el Centro Segoviano de Madrid donde pronunció una conferencia bajo el título de “Una forma posible de autonomía. El caso de Segovia” el día 22 de diciembre de 1932. Múltiples conferencias defendiendo su idea de Castilla, como la pronunciada en Burgos el día 1 de diciembre de 1918, titulada “La necesidad del regionalismo en Castilla La Vieja”, que ya el semanario regionalista El Papa-Moscas el 23 de diciembre de 1917 calificaba de bravo paladín de Castilla La Vieja.
En este ambiente, comenzó a forjarse en Segovia un grupo formado por intelectuales que asumieron el proyecto regional patrocinado por Luis Carretero, que tendrá su continuidad durante la Segunda República. Un grupo de intelectuales de relieve, como el catedrático de Segunda Enseñanza Celso Arévalo, José Tudela, el poeta Marcelino Álvarez Cerón, el médico Segismundo Gila, el intelectual y docente Mariano Quintanilla, el pintor Eugenio de la Torre y el propio Luis Carretero y Nieva, entre otros. En este clima de regeneracionismo cultural y renacimiento regional, algunos miembros de aquel grupo fundaron en 1919, junto al escritor Antonio Machado, profesor de francés en Segovia, la Universidad Popular Segoviana, antecesora de la Academia de Historia de San Quince. También en 1919 se funda el rotativo La Tierra de Segovia, liderado por Segundo Gila, garante de aquel regionalismo y promotor de la creación de las bases del resurgimiento económico y cultural de la Tierra de Segovia.
Durante la Segunda República, en 1932 Luis Carretero es nombrado consejero de Industria y en el Consejo Industrial presidió el Comité de Industrias Químicas, durante esta etapa fue además miembro del Sindicato Nacional de la Ingeniería y la Arquitectura de Madrid. La última etapa en España estuvo a las órdenes inmediatas del Subsecretario de Economía para la obtención de materias primas.
En el mes de febrero de 1939 se exilió en Francia, desde donde se trasladó a México, en 1943 pronunció una serie de conferencias en el centro vasco de Ciudad de México y en 1944 a la comunidad de exiliados catalanes. El contenido de estas conferencias fue publicado por la revista Las Españas, y el segundo suplemento de la revista fue titulado Las Nacionalidades Españolas. Luis Carretero fallecía el 26 de septiembre de 1950.
Entre sus obras debemos destacar: La necesidad del regionalismo en Castilla La Vieja (1918); La cuestión regional de Castilla La Vieja (1918); Las Comunidades castellanas en la historia y estado actual (1922); Las Nacionalidades Españolas (1952).
Ideario político
Las ideas políticas de Luis Carretero están de plena actualidad. Se opone firmemente a la división peninsular y que ahora también se propugna por razones partidistas, aquella que divide España en cuatro nacionalidades, Galicia, País Vasco, Cataluña y una cuarta “nacionalidad que llaman España”.
Para Luis Carretero el proceso de creación de las nacionalidades españolas, que se definen en la Edad Media, marca una gran diferencia del grupo vasco-castellano con el leonés y catalán, debido a que el grupo castellano-vasco conserva la herencia prerromana. Comienza la naciente Castilla, por Reinosa y el Puerto del Escudo descienden los cántabros; por Orduña y Miranda, los vascones; y en Mena y Sosa se juntan unos y otros. La influencia de los vascos en la creación y repoblación del condado castellano ha sido señalada por los más destacados historiadores de la primitiva Castilla.
En Castilla aparecen dos zonas diferenciadas en su organización, hecha en cada una de ellas de forma democrática, pero de una manera diferente. Estas dos zonas son: el país comunero, o de las Comunidades o Universidades, que los historiadores suelen llamar Castilla del Duero, y que comprende las tierras del alto Duero, el alto Tajo y el alto Júcar. La otra parte, es el país de los condados, las merindades y las vertías, Castilla La Vieja, cuna del Estado Castellano, formado por la Montaña, y terrenos de las provincias de Burgos y Logroño, con instituciones que tienen analogía con las de Vizcaya. El país comunero se extiende por las provincias de Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávila, Madrid, Guadalajara y Cuenca. Organizado a la guipuzcoana, sobre la base de comunidades a semejanza de las hermandades de Guipúzcoa y de las cofradías de Álava. El régimen democrático y federal de Castilla se funda en la Comunidad, por encima de ella está el rey y por debajo el municipio. Unas Comunidades que ejercen su soberanía sobre su territorio, con ausencia de todo el poder señorial, al mismo tiempo que tienen fuero y una jurisdicción única. Unas Comunidades que cuentan con su propia organización, la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia no tenía fuero, pero se regía por la costumbre, y comprendía ciento cincuenta pueblos de las actuales provincias de Segovia, Madrid y Ávila, un territorio gobernado desde la Ciudad y divido en sexmos, que eran las circunscripciones electorales para designar los procuradores sexmeros, representantes de la Tierra, nombre con que designa el territorio de fuera de la Ciudad. Unos sexmeros, en número de uno por sexmo, que formaban la Junta de la Comunidad. Una Comunidad regida por la Junta de regidores, el Concejo de la Ciudad, autoridad máxima cuando no está reunida la Junta de cuarentales. En resumen, para Luis Carretero el movimiento revolucionario llamado de las Comunidades de Castilla, tuvo carácter nacional y democrático en Castilla.
Unas Comunidades que se disuelven después de las Cortes de Cádiz de 1812, fue en el año 1837 con la protesta del pueblo rural comunero, junto con la instauración del sistema centralista napoleónico, la división provincial y la apropiación de sus bienes que sólo benefició a las clases privilegiadas. Concluía Luis Carretero; “¡Ojalá algún día gobernantes progresistas aprovechen estas lecciones de la historia! La tradición democrática, comunera y federal de nuestro pueblo, inteligentemente utilizada, debe servir de apoyo para la honda transformación nacional y social que España necesita de acuerdo con el progreso mundial-económico y político- de nuestra época. Por desgracia, la tradición, despreciada por los políticos de izquierda, ha servido en España a las clases privilegiadas-que han tergiversado a su favor-para defender sus intereses por encima de los generales de la nación”. Unas palabras premonitorias que de verdad se han cumplido. En contra de lo expresado por Luis Carretero, se dividió Castilla y quedaron fuera las provincias de Cuenca, Guadalajara, Logroño, Madrid y Santander. Al mismo que se creaba una entidad artificial, la Comunidad de Castilla y León, con capital en Valladolid, las provincias ligadas a la cuenca del Duero en contra de la verdadera naturaleza de Castilla. La provincia de Segovia, en contra de su propia voluntad, quedó integrada injustamente en esa Comunidad por la Ley Orgánica 5/1983, por razones de interés general. Unas razones que no se han aplicado a otras Comunidades con aspiraciones separatistas, todo lo contrario, se las espolea con mayores ventajas y privilegios. Luis Carretero y Nieva se adelantó a su tiempo desentrañando el problema regional de España, cuya solución pasaba por vertebrar Castilla, de conformidad con su verdadera naturaleza, democrática y foral. Solamente así pensaba que podía prosperar su querida Tierra de Segovia e integrarse de esta forma en los caminos del desarrollo económico, social, político y cultural.