A lo largo del año 2024, se han cumplido los 450 años de la proclamación de Isabel de Trastámara como Reina de Castilla, hecho que tuvo lugar en la segoviana Iglesia de San Miguel, y que ha estado presente en numerosos actos culturales y académicos a lo largo del año.
Con estas líneas, quien esto escribe, no quiere perder la oportunidad de aludir a la que es, sin duda, una de las más relevantes mujeres de nuestra Historia, difundiendo un pequeño compendio de su vida y hechos a través de estas páginas de “El Adelantado de Segovia”.
Por ello, dejaremos de momento latente el relato de nuestra más próxima Historia, que hemos querido iniciar con el reinado de la otra Isabel, Isabel II de Borbón, también reina pero de otro tiempo y lugar. Al día de hoy no se peca de exageración al afirmar que Isabel de Trastámara, Isabel de Castilla, es para España uno de los referentes clave, junto con apenas tres o cuatro personajes más a lo largo de toda la Historia de esta ya vieja nación europea, pues con su reinado en unión de su esposo Fernando de Aragón, se van a marcar los hitos principales de lo que será el desarrollo de España como Nación, en el sentido real y político de la palabra, y se va a producir su entrada en el escenario mundial, pasando de ser un conglomerado de reinos o estados medievales, a ser una potencia proyectada fuera de sus fronteras.
Esto que hoy nos parece obvio y normal, constituyó sin embargo un gran avance en su tiempo.
En el año 1451, en que nace Isabel, el territorio peninsular se halla repartido, por un lado, entre el Reino de Portugal, independiente de Castilla y León desde que las tropas de Juan I de Avís derrotaron en la batalla de Aljubarrota a las castellanas de Juan I -1385-.
Por otro lado existía el Reino Castellano-Leonés, el de Aragón, que englobaba Cataluña, el de Navarra y el último reducto de los musulmanes que era el Reino de Granada.
A la muerte de la Reina Isabel, en 1504, este mosaico peninsular se verá reducido a la existencia de los dos reinos peninsulares que dan origen a los modernos Estados de España y Portugal.
La práctica unión de los reinos peninsulares bajo el reinado de Isabel y Fernando, propiciará, a corto plazo el que se puedan emprender una serie de grandes empresas políticas, culturales y, en suma, civilizadoras por parte de España, que la situarán a la cabeza del Mundo conocido hasta entonces y así va a permanecer durante los próximos dos siglos.
La unidad de acción que preside el quehacer político, económico, religioso, cultural y social que se propicia con el mandato de los que serían conocidos más tarde como los Reyes Católicos, dejará huella no solo en los reinos sobre los que ejercieron aquel mandato, sino también en la propia Europa y en el resto del Orbe conocido.
Con el reinado de Isabel y de su esposo también termina del todo una época, la Edad Media, dando paso a la Modernidad en lo que hoy llamamos España.
Infancia
Isabel nace el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, hija de Juan II de Castilla y de su segunda mujer Isabel de Portugal, que moriría demente en 1496. Las características físicas de Isabel según los cronistas de la época, es que era muy blanca y muy rubia, con ojos verdeazulados, al parecer heredados de su antepasada Leonor Plantagenet.1
Nació en la antigua Casona, que en Madrigal tenían los reyes de Castilla. (Carlos V cedió luego esta casa a las religiosas Agustinas). El parto fue difícil, según el Doctor Toledo, médico de la corte. Amamantó a la infanta, Doña María López -portuguesa- de quien aprendió la Infanta el idioma portugués.
La infancia de Isabel transcurrió en la Villa de Madrigal hasta la muerte de su padre Juan II en 21 de julio de 1454, contando la niña Isabel solo 3 años. La infanta y su hermano D. Alfonso (nacido en 17 de diciembre de 1453) fueron trasladados a la Villa de Arévalo junto con su madre la reina viuda, donde permanecieron hasta 1462, bajo la custodia de Juan de Bobadilla, Alcaide de la fortaleza. Isabel se hizo muy amiga de la hija del Alcaide, Beatriz de Bobadilla, amistad que duró toda la vida, siendo Beatriz Dama y Consejera de la Isabel adulta.
En 1462 Isabel y Alfonso fueron llevados a la Corte de su hermanastro Enrique IV, que los trató con consideración, pues Enrique era un hombre bondadoso. A la muerte de Juan II, le sucede el hijo que éste tuvo con su primera mujer Dª María de Aragón, con el nombre de Enrique IV.
El Cardenal Mendoza.
Enrique IV
Su reinado fue uno de los más desafortunados de Castilla. Duró 20 años, de los cuales los primeros fueron aceptables, pues se mantuvo la tradicional alianza con Francia y con Portugal. Pero se había degenerado el reino, y la degeneración, ya venía en parte del reinado anterior, en que Juan II había depositado el Gobierno en manos del todopoderoso D. Álvaro de Luna. D. Enrique finalmente tuvo que desembarazarse de D. Álvaro, pese a su carácter bondadoso, e incluso consintió la ejecución del mismo en el patíbulo, lo que causó gran sensación en toda Castilla.
Pero el principal problema que se planteó bajo Enrique IV, fue su dificultad para engendrar a quien le sucediese en la Corona. Según las Crónicas y lo que recogen diversos autores, en especial el Doctor D. Gregorio Marañón, en su Estudio de 1930 sobre este rey, este estaba aquejado de impotencia, hecho que determinó sus sucesivos matrimonios, primero con Dª Blanca de Navarra, injustamente repudiada al no concebir descendencia. Después contrajo el Rey nupcias con Doña Juana, hermana del Rey de Portugal quien, finalmente dio a luz una hija en 1462 a la que pusieron Juana. Más que al Rey, se atribuyó su paternidad al apuesto D. Beltrán de la Cueva, valido y amigo de Enrique IV y de su esposa.
Este hecho va a condicionar el futuro del reino, pues se dividió entonces el sentir de nobles y del pueblo entre los que consideraban legítima heredera del Trono a Juana, conocida como “La Beltraneja”, y aquellos que en Alfonso e Isabel veían la idoneidad de estirpe para heredar la Corona a la muerte de Enrique IV. Como enemigos principales del Rey estaban el Arzobispo Carrillo y el Conde de Benavente.
Se inició una rebelión, primero nobiliaria y después generalizada, que concluyó con el destronamiento en efigie del Rey, en 5 de junio de 1465, en Ávila. En este destronamiento se proclamó como Rey al Infante D. Alfonso, hermano de Isabel, que muere prematuramente el 5 de julio de 1468, quedando la Infanta Isabel como esperanza para el reino.
Los enemigos del Rey hacen causa común con Isabel y, dado el carácter conciliador del Rey y los buenos oficios de Gonzalo Chacón, mayordomo de aquella, y algunos otros, se llegó a la negociación del verano de 1468, resultando un Pacto, el Pacto de Guisando, entre los dos bandos, proclamándose a Isabel heredera de Enrique, así quedaba postergada la Infanta Juana, supuesta hija del Rey, la popularmente llamada “La Beltraneja”.
Matrimonio de Isabel. Proclamación como heredera
Un año después del Pacto de Guisando, el 19 de octubre de 1469 en Valladolid, fue cuando, tras la Misa de Velaciones 2, Isabel comenzó su vida de matrimonio con el Infante Fernando de Aragón. Este matrimonio tuvo una preparación muy azarosa, pues los novios eran primos, y precisaban una Bula de Dispensa del Vínculo de sangre para poder casarse. Incluso hubo de celebrarse en secreto, no en un templo, sino en el Palacio de los Vivero, pues los esposos no contaban con la bendición papal ni con el permiso del rey Enrique IV, por lo que se explica a continuación.
Como las necesidades de Isabel como heredera, y las de sus partidarios hacían necesaria la boda, y la Bula solicitada a Roma, tardaba en llegar, ya que el Papa Paulo II, se negaba a concederla, recurrieron a la ingeniería documental, falsificando dicha Bula y fechándola en 1464, antes de la muerte de Pío II, anterior Papa.
Los autores directos del arreglo del documento fueron El Arzobispo Carrillo, como inductor, y el Obispo de Segovia Juan Arias Dávila 333 como ejecutor material. Con esto el matrimonio se pudo celebrar. Este matrimonio, no solo fue un matrimonio de conveniencia política, también fue un matrimonio por amor. El Príncipe Fernando quiso conocer personalmente a Isabel, para ello penetró en Castilla, sin informar al Rey de Castilla, disfrazado de arriero, por un paso fronterizo entre Soria y Aragón, llegando a Dueñas, donde se hospedó en casa del Conde Buendía, amigo de Isabel.
Sabedora Isabel de esta gesta romántica para la época, se entusiasmó por el arrojo y la personalidad de Fernando.
Al celebrarse el matrimonio sin conocimiento ni consentimiento de Enrique IV, el Rey consideró violados los acuerdos del Pacto de Guisando y revocó el nombramiento de Isabel como heredera, proponiendo de nuevo a Dª Juana ( La Beltraneja) En los cinco años siguientes, se volvieron a encender en Castilla las luchas entre los partidarios de Isabel y los de Juana. También los contrayentes quedaron “de facto” excomulgados, por el asunto de la Bula. No obstante, recobraron la plena incorporación al seno de la Iglesia, con el Papado de Sixto IV, sucesor de Paulo II.
Igualmente, en el ámbito político se recompusieron las cosas, pues en 1473 se logró la llamada Concordia de Segovia, tras una entrevista en esta ciudad entre Enrique e Isabel, y de nuevo es nombrada Isabel heredera al Trono.
Al fin, tras la muerte del Rey Enrique en El Pardo, solo y casi abandonado de todos, un 12 de diciembre de 1474, el siguiente día 13, Isabel es proclamada Reina de Castilla, en unión de su marido al que le otorgan el título de Rey. Pero, no estando D. Fernando presente en aquel momento en Segovia, comenzaron a surgir determinadas controversias y recelos sobre cual sería su papel en el reino, si sería o no precedente a la reina, y cuestiones similares…
Nuevamente tuvieron que recurrir a los buenos oficios del Arzobispo D. Alonso Carrillo y a los del poderoso Obispo de Sigüenza, D. Pedro Gonzalez de Mendoza, y de otros, que urdieron todos ellos el entramado de la gobernación del reino bajo Isabel y Fernando.
Así se estableció en los acuerdos de Segovia el 15 de enero de 1475, en que figuraba que el Rey tendría derecho a intervenir en la justicia del reino, si bien las armas de Castilla se pondrían primero en todos los documentos y papeles oficiales y en las monedas figuraría la efigie de ambos reyes. En lo demás, como nombramiento de cargos y prebendas, tendría prioridad la reina.
Como símbolos de su reinado, adoptaron el yugo por Fernando, como símbolo de trabajos, y el haz de flechas, por Isabel, como símbolo de unidad, y también el lema “Tanto Monta Isabel como Fernando” Otro símbolo del reinado lo fue el escudo, sustentado por el Águila de San Juan y que reproduce a sus pies el yugo y las flechas y que ha estado presente en la vida española en los tiempos del franquismo. No obstante lo que se ha afirmado por algunos, este último escudo era prácticamente copia del de Isabel y Fernando y no invención del mencionado régimen.
Fin de las luchas civiles por la corona
Solventado el problema de la sucesión de Enrique IV, quedaba el eliminar la traba que para los nuevos reyes suponía la aun existente facción que defendía los derechos de Doña Juana al Trono y que encabezaba el rey de Portugal D. Alfonso V, que había entrado en Castilla al mando de un numeroso ejército y que también tenía como meta la de impedir la unión de Castilla y Aragón, que consideraba peligrosa y opuesta a sus intereses. Como Castilla carecía por entonces de un ejército regular y permanente, hubo que levantar uno que, al mando de Fernando derrotó en la Batalla de Toro ( 1-III-1476) al del portugués, lo que realizó ayudado, entre otros, por el ejército del poderoso Obispo de Sigüenza D. Pedro González de Mendoza.
Una vez finalizados los problemas externos a los que hubieron de enfrentarse los Reyes Isabel y Fernando, iba a comenzar el tiempo de su gobierno conjunto en todos los territorios de los antiguos reinos de Castilla y Aragón, Gobierno que colocaría a España en la rampa de salida de convertirse en una potencia mundial, con los siguientes monarcas que ocuparían el Trono.
Se iban a acometer una serie de empresas y acciones políticas que propiciarían conseguir los objetivos señalados. Aunque esto será objeto de un nuevo y próximo relato.
NOTAS
1 De origen británico, hija del Rey Enrique II y que casó con el rey de Castilla Alfonso VIII ( N. del A.).
2 El rito de la Misa de velaciones tiene su origen en la liturgia mozárabe y quiere hacer patente la unión que deben mantener de por vida los esposos. Durante la Misa y hasta el Padrenuestro, se les cubría a ambos con un velo blanco —símbolo de la unión que iban a celebrar— y tras de ello se recitaban una serie de oraciones alusivas al matrimonio, a la fidelidad y se pedía por los nuevos contrayentes. Este rito desaparece en la liturgia actual del matrimonio. ( N. del A.).
3 Fue encargo suyo el claustro gótico de la catedral de Segovia, obra encomendada a Juan Guas, y es considerado el introductor de la imprenta en España, de la mano de Juan Parix de Heidelberg, quien imprimió en Segovia el Sinodal de Aguilafuente
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* Miguel Marchamalo Main.
Miembro de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales.
Miembro del la Institución de Estudios Complutenses ( CECEL-C.S.I.C.)