Después de que Alonso Zamora Canellada se jubilara en 2012 como director del Museo de Segovia, tomó su relevo a comienzos de 2013 Santiago Martínez Caballero (Soria, 1972), un arqueólogo que llevaba trabajando en la Casa del Sol quince años, desde 1998, cuando aprobó una oposición de conservador convocada por la Junta de Castilla y León. Ahora, Martínez Caballero ha cogido las riendas de un museo que pretende, además de conservar el patrimonio cultural heredado, dar a conocer a toda la sociedad segoviana sus amplísimos fondos.
Pregunta.— ¿Cómo ha encontrado el Museo de Segovia, tras su reciente nombramiento como director del mismo?
Respuesta.— Lo primero que hay que decir es que la labor de los museos como éste, de ámbito provincial, gestionado por la Junta aunque propiedad del Estado, comenzó en el siglo XIX, y desde entonces han ido ampliando sus cometidos. A lo largo de casi 150 años, estos museos han realizado una ingente labor de conservación, de restauración de los bienes, de investigación y de difusión. Son museos que están en movimiento, pues la entrada continua de materiales obliga a realizar una gran tarea (…) El Museo de Segovia, hasta que no abrió su exposición permanente, en 2006, no tenía proyección exterior. Desde esta fecha empezó a tener más difusión, tanto en Segovia como en su provincia, en gran parte gracias a la labor desarrollada por Alonso Zamora Canellada a lo largo de 40 años. Alonso [Zamora] ha realizado un trabajo brillante, aunque poco conocido. A él le tocó hacer funcionar un museo que tenía la exposición permanente cerrada, con lo cual la labor interna resultaba poco visible. Pero su gran trabajo está ahí.
P.— ¿Cuáles son las principales funciones que cumple hoy el Museo de Segovia?
R.— La estructura actual del Estado y la autonomía delimita nuestro campo de actuación a la provincia. A partir de ahí, toca actuar. Y el Museo de Segovia tiene amplísimas funciones. La más importante es la de conservar el patrimonio cultural heredado y legarlo a las generaciones futuras. Aquí se conservan colecciones de arqueología, Bellas Artes y etnología de la provincia.
P.— ¿Qué actuaciones le gustaría llevar a cabo a Santiago Martínez a corto plazo?, ¿en alguna de ellas le gustaría dejar su sello personal?
R.— No, yo no quiero dejar ningún sello personal. No es mi pretensión. Yo soy un servidor del Museo de Segovia y mi deber es leerme la normativa, aprender cuáles son las funciones de un museo y ejecutarlas. Y las ejecutaré en la medida que me sea posible (…) El Museo de Segovia puede subsistir sin mí (ríe). El Museo de Segovia es la propia institución. La función de su director es la de llevar a cabo las labores que la normativa le impone para desarrollar el Museo. Dicho esto, me parece que un cometido importantísimo es difundir este patrimonio cultural a la sociedad. El Museo de Segovia es el lugar donde se custodia ese patrimonio cultural, pero también debe ser el punto de referencia para toda la sociedad segoviana a la hora de contemplar y conocer ese patrimonio cultural recibido. Esa es una función en la que yo intentaré desarrollar una actividad amplia, sin menoscabo del resto de actividades del Museo.
P.— Por sus palabras, se entiende que usted desea un Museo de Segovia más abierto al público…
R.— No quiero que sea más abierto al público, quiero que sea abierto. Quiero que sea propio de Segovia, tanto de la entidad territorial como de sus ciudadanos. Debe ser un museo que los segovianos deben hacer suyo, porque aquí se custodia el patrimonio de los segovianos. Aquí no se esconde nada, aquí se custodia y se garantiza la conservación. El Museo tiene que llevar a cabo una labor importante de difusión, y esa labor tiene que tener una respuesta por parte de la sociedad. En eso estamos empeñados. Queremos divulgar el Museo de Segovia de una manera que resulte atractiva para el público, mejor dicho, para todos los tipos de público: por edades, por formación, por profesiones… Debe crearse una especie de compromiso entre el Museo de Segovia y la sociedad, para el funcionamiento de los dos. Sin el soporte cultural una sociedad estaría muerta, jamás funcionaría.
P.— ¿Se refleja ese apoyo ‘compromiso’ en el número de visitas?
R.— El año pasado, 2012, hubo cerca de 10.000 visitantes. Es una cifra importante. Segovia es una ciudad con muchísimo atractivo desde el punto de vista patrimonial. Gran parte del turismo está enfocado a los principales monumentos: Acueducto, Catedral y Alcázar. El Museo de Segovia no pretende competir con ninguno, al revés, pretende beneficiarse de su poder de atracción. El objetivo prioritario no es aumentar el número de visitas sino mejorar la proyección de la sociedad segoviana. Nos interesa más lo cualitativo que lo cuantitativo.
P.— ¿Qué nuevas vías pretende explorar para acercar más el Museo de Segovia a sus ciudadanos?
R.— El Museo de Segovia tiene que estar compenetrado con las generaciones futuras, que son a las que tenemos que legar el patrimonio cultural. En ese sentido, se están llevado a cabo diversas actividades que se ofrecen a los centros educativos como un instrumento más para mejorar la formación de los escolares. Pero, insisto, nuestro objetivo es alcanzar a todo tipo de público. Queremos que quien tenga pretensiones culturales, de conocer Segovia, pueda encontrar en el Museo lo que busca.
P.— ¿Cómo está respondiendo Segovia a las nuevas propuestas?
R.— Estamos teniendo una buena respuesta por parte de la sociedad. Y nosotros vamos a continuar presentando nuevas iniciativas… Este mes de abril, sin ir más lejos, se han programado conferencias del mundo prerromano y romano, en mayo habrá otras de Edad Media y en octubre un nuevo ciclo dedicado a investigaciones en el patrimonio de Segovia, con temas como el pozo de la nieve de La Granja o las bulas de Cuéllar.
