Este lugar, que en tiempos remotos surtía de agua a la villa romana de los Casares, vino a garantizar durante los años sesenta el suministro de Carbonero el Mayor.
Situado en la margen izquierda del río Eresma, en el término municipal de la vecina localidad de Armuña, el manantial de Caldillas ya surtió de agua de calidad a los antiguos pobladores entorno a la villa romana de Los Casares y vino a solventar muchos siglos después el problema de escasez que acuciaba a Carbonero el Mayor en la época de la postguerra.
Con el propósito de asegurar el abastecimiento de agua para ganados, artesanos de la teja y el ladrillo, y para las propias personas en los años finales del siglo XVIII, la fuente y galería de La Mina representó un ingenio tan socorrido como impresionante; ciento cincuenta años después Carbonero se subía otra vez al carro del progreso construyendo su primera red de abastecimiento mediante el manantial del Regajo. La demanda de agua siguió creciendo y cuando la población alcanzaba su mayor pico de población, en la década de los sesenta, se precisaba un nuevo esfuerzo para garantizar el suministro de agua. Las miradas estaban fijadas en el manantial de Caldillas, perteneciente al dueño del molino que venía usando estas aguas para su molienda.
En aquellos años el principal quebradero de cabeza de los responsables municipales era garantizar el suministro de agua a una población algo más numerosa que en la actualidad. La corporación que regía los destinos del municipio en el año 1958, presidida por su alcalde D. Francisco López Rubio, decidió emprender una difícil batalla frente al propietario de las aguas de Caldillas y frente al ayuntamiento de Armuña, que había adquirido al mismo tiempo los derechos del agua con el objetivo de participar también en la explotación de este generoso manantial. La necesidad de agua para Carbonero tuvo que ser apremiante, a juzgar por la celeridad con la que se resolvieron todos los contenciosos y los trámites administrativos. Según la documentación que obra en el archivo municipal del Ayuntamiento, empieza todo el proceso el 28 de julio de 1958 y culminará seis meses después con la adjudicación de las obras de abastecimiento a la población desde el manantial del Caldillas.
Análisis
Se iniciaron las gestiones encargando al Instituto Provincial de Sanidad el análisis de las aguas de los ríos Eresma y Pirón, que atraviesan ambos el término municipal, para que se pronuncie sobre la idoneidad de las aguas fluviales para el consumo humano. La respuesta no se hizo esperar, el día 26 se responde que estas aguas no son aptas para el consumo debido al elevado índice de materia orgánica. Las analíticas realizadas servirán de base al Ayuntamiento para iniciar las gestiones administrativas, solicitando a la Diputación que busque otra alternativa para resolver el problema de abastecimiento, escrito que fue rápidamente contestado por la Diputación el 11 de agosto, con la argumentación de que el único manantial que ofrece garantías por su caudal, proximidad y analíticas aptas para el consumo, es el situado en la localidad de Armuña y que la concesión pertenece al dueño del molino situado aguas abajo, al tiempo que se invita al Ayuntamiento a que inicie las gestiones oportunas para una resolución amistosa, desaconsejando la vía de la expropiación pues, al parecer, existe buena disposición de los propietarios para un rápido acuerdo.
En ese tiempo, en Carbonero se recibe la noticia de que el Ayuntamiento de Armuña está gestionando también la ampliación de su abastecimiento con las miras puestas, como era de esperar, en el codiciado manantial de Caldillas.
De inmediato, desde Carbonero se solicita con fecha de 28 de agosto una reunión con la corporación municipal de Armuña, bajo el escenario del palacio de la Diputación, con el objetivo de aunar esfuerzos y de realizar, si fuera el caso, infraestructuras comunes o independientes, contando con el asesoramiento de los ingenieros de la Diputación. La negativa de la corporación municipal de Armuña, presidida por su alcalde, don Ciriaco Manso Gómez, obliga al regidor de Carbonero a buscar el amparo de sus intereses municipales en el Gobierno Civil, al cual se dirige mediante escrito fechado el 3 de septiembre en los siguientes términos: “… este Ayuntamiento tiene conocimiento extraoficial de que el Ayuntamiento de Armuña se opone a la cesión de las aguas, … lo cual se pone en conocimiento de la autoridad para que ponga los medios que estime necesarios para que se defiendan las justas aspiraciones del municipio de Carbonero El Mayor”.
Pueblo forastero
Llegados a este punto en la cronología de los acontecimientos, cabe resaltar que, con anterioridad, en el mes de febrero de ese mismo año, el Ayuntamiento de Armuña ya había llegado a un acuerdo con el propietario de las aguas, don Lino Santos García, por el cual éste le cede todos los derechos obteniendo como contrapartida un solar en el paraje la Corraleja y la cantidad de 17.500 pts. En dicho acuerdo se introduce una cláusula por la cual el Ayuntamiento de Armuña se compromete a no vender agua “a pueblo forastero” cláusula que, a juzgar por el devenir de los acontecimientos, bien podría haber sido incluida a petición del propio Ayuntamiento, y que ya hacía presagiar las desavenencias que iban confrontar los intereses de ambos municipios.
La petición oficial de amparo al Gobierno Civil tuvo que gozar de buena acogida y, aunque no figura lógicamente en los escritos oficiales, seguro que mediaron varias reuniones hasta que el regidor de Carbonero consiguiera poner al Gobernador en favor de su causa. Así pues, desde el Gobierno Civil se preparó una reunión el 16 de octubre que culminaría con un “feliz acuerdo” entre las partes, y cuyo contenido no deja traslucir la realidad de las discrepancias y la confrontación de intereses. El documento que acredita esta reunión con la presencia de los dos alcaldes, de los ingenieros de la diputación y el secretario del Gobierno Civil marca el objetivo de encontrar una solución amistosa con el Ayuntamiento de Carbonero. En el trascurso de la misma los ingenieros defienden la tesis de que el manantial de Caldillas dispone de recursos hídricos suficientes para ambos municipios y se cierra con un acuerdo por unanimidad de todos los asistentes que reza los siguiente: “El ayuntamiento de Armuña permite el uso del sobrante una vez que quede garantizado en todo momento el abastecimiento a Armuña”, garantía que se extiende tanto al momento actual como al futuro y se rubrica también bajo el compromiso de no ceder aguas a una tercera localidad y de usarlas exclusivamente para el abastecimiento a la población. Por su parte, el Ayuntamiento de Carbonero compensa económicamente al de Armuña con la cantidad de 60.000 pts que deberán ser invertidas por éste último en la construcción de unos lavaderos públicos. De la misma manera, el Gobierno civil se erige en árbitro para posibles desavenencias que puedan surgir en el futuro.
El resto de acontecimientos se suceden también con inusitada rapidez: la Diputación aprueba el proyecto de ampliación del abastecimiento de Carbonero el 29 de octubre, redactado por su propio personal técnico con un presupuesto de 253.680 pts y dos días después se firma la escritura de venta de un caudal de 200 metros cúbicos de agua al día entre le propietario don Lino Santos y el Ayuntamiento por el precio de 150.000 pts y con el compromiso de autorizar las obras de captación y conducción en el interior de la finca de su propiedad. De inmediato se solicitan también los permisos para atravesar la vía del ferrocarril y el prado de Tabanera la Luenga por donde ha de discurrir la tubería hasta la captación. La obra, aprobada ya por el pleno municipal se adjudica por el procedimiento de urgencia a don Alipio Roige Llorens.
Más dificultades
La hostilidad por parte del propietario del molino, quien no deja de poner dificultades para la ejecución de la obra en lo que afecta al paso por su finca, queda bien manifiesta en un oficio que le envía el Ayuntamiento con fecha 15 de noviembre, recordándole el documento suscrito que le obliga a facilitar el desarrollo de las obras y en consecuencia le amenaza con poner la situación en conocimiento de la autoridad.
El proyecto debió de ejecutarse en varias fases, pues, en 1960 salió a información pública la obra de ampliación de abastecimiento para captación de aguas de Caldillas, consistente en la construcción de una galería de filtrante de 44 m de longitud con un caudal de 6 litros por segundo, contemplando una tubería de conducción de 1.218 m hasta un depósito intermedio enterrado, de 190 metros cúbicos de capacidad, y la consiguiente estación de bombeo desde donde se elevaría el agua hasta el depósito regulador situado en las inmediaciones del pueblo, con otra nueva tubería de 1888 m, y con un presupuesto de ejecución cercano a los dos millones de pesetas.
Sin duda fueron muchos los esfuerzos económicos y de gestión que tuvo que realizar el consistorio para adquirir el estatus legal sobre el uso del agua del manantial de Caldillas. Cabe esperar ahora el celo suficiente para defender en el futuro este manantial, que ya estuvo amenazado con el proyecto de construcción en un embalse en sus inmediaciones, y recordar que debe hacerse un uso racional y responsable del agua.
Con posterioridad se desarrollaron nuevas inversiones para renovar las conducciones, modernizar los sistemas de impulsión, así como la implementación de nuevos sondeos en esta interminable batalla para garantizar el suministro de agua, adaptándolo a las nuevas necesidades y al constante incremento de la demanda.